Política
SIETE DIAS DE POLITICA

La campaña electoral comienza a erosionar la gobernabilidad

Javier Milei rompió con los jefes políticos provinciales lo que dañó la gobernabilidad y la estabilidad económica. La batalla librada en el Senado resucitó el liderazgo de Cristina Kirchner.

La dinámica de la campaña electoral se aceleró con tres hechos detonantes en apenas 48 horas. Primero, el presidente Javier Milei no pudo celebrar el 9 de Julio en Tucumán porque los gobernadores lo desairaron. Segundo, en declaraciones públicas hechas ese día, los acusó de querer “romper” al Gobierno y al plan económico. Tercero, los gobernadores le contestaron al día siguiente en el Senado de manera contundente: junto con el kirchnerismo aprobaron una serie de proyectos que destruyen el superávit fiscal, base de la macroeconomía y del futuro electoral del oficialismo.

A pesar de la magnitud de la derrota gubernamental, los mercados reaccionaron el viernes como si nada hubiera pasado. La respuesta es atribuible a por lo menos dos circunstancias. Por un lado, esperan a ver los resultados de las elecciones de octubre y, por otro, descontaron que Milei vetará leyes que aumentan el gasto público en una suma sideral sin otro financiamiento que el de la emisión monetaria.

El daño a las expectativas económicas resulta, de todas maneras, irreparable. En una pelea por plata quedó demostrado que el Gobierno no controla la caja, que “la casta” puede arrebatársela cuando quiere.

Así, el mayor problema no está en las decisiones económicas del Presidente, sino en su debilidad institucional. Se espera que, después del veto prometido, el peronismo insista en las dos cámaras del Congreso y el enfrentamiento derive en un conflicto de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo a resolver por el Judicial. Nadie está en condiciones de anticipar cómo.

En suma, una coalición opositora integrada por las distintas tribus peronistas, la mayoría del radicalismo, parte del PRO, la Coalición Cívica, el socialismo, los partidos provinciales y la izquierda armó un nuevo escenario a dos meses de la elección provincial bonaerense y a tres de la nacional instalando el escenario tradicional argentino: incertidumbre económica y el poder en manos de la dirigencia partidaria.

Pero la ofensiva opositora dejó también un par de hechos favorables para Milei: profundizó la polarización entre él y la “casta” y fue lanzada, según el propio Presidente, demasiado tarde. Las elecciones bonaerenses están a la puerta, el Ejecutivo dispone de diez días hábiles para ejercer su facultad de observar las leyes sancionadas y la Justicia no tiene plazos para pronunciarse.

Además, la Cámara de Diputados debe aún reunirse para rechazar los vetos y para dar sanción definitiva a los proyectos que transfieren fondos del Tesoro Nacional al bolsillo de los gobernadores.

En la Casa Rosada consideran que de la sesión del Senado se retiraron con todas las votaciones perdidas, pero con beneficios a mediano plazo. Según ese análisis, la disputa electoral será entre Milei y el peronismo conducido por Cristina Kirchner, porque a la hora de la verdad no hay otro (ver “Los gobernadores retrocedieron”).

Pero no sólo los mandatarios del PJ quedaron “pegados” a la expresidenta y a La Cámpora. También lo hicieron los radicales que confraternizan desde hace rato con UxP, como los senadores Martín Lousteau y Pablo Blanco, así como otros que están en las antípodas políticas e ideológicas del kirchnerismo, por ejemplo, el presidente del bloque de la UCR, el correntino Eduardo Vischi. Critican a la expresidenta, pero se quedaron en el recinto y apretaron el botón verde para acompañar un descalabro fiscal gigantesco. Un “plan platita” del tipo del que produjo el colapso monetario de 2023/2024.

Se retiró en cambio, el también radical Víctor Zimmermann, que es chaqueño y está vinculado al gobierno de esa provincia, aliado de la Casa Rosada.

¿Qué movió a los gobernadores no peronistas y los peronistas no K a terminar alineados con la expresidenta? Tanto la avidez fiscal como la decisión del gobierno libertario de monopolizar las principales candidaturas en octubre. Quisieron disciplinar al Presidente y terminaron desatando una guerra que se definirá en octubre.

A esas elecciones, los radicales irán en alianza con partidos no competitivos como la Coalición Cívica y el GEN, fundados por sendas desertoras de la UCR. Esquirlas de un viejo partido de masas que puede esperar, en el mejor de los casos, resultados electorales de no más de una cifra. También con peronistas que no quieren someterse a la conducción de la que sigue siendo la principal líder del populismo nativo, aun con tobillera.

Estos sectores, en los que militan los Monzó, los Randazzo, los Lousteau, los Manes, etcétera, intentan organizar un espacio “moderado” o avenida del medio que el jueves en el Senado ellos mismos estrecharon definitivamente. Sergio Massa, que siempre va un paso delante, hace rato que optó por someterse a la expresidenta, aunque lo manden a la cola de cualquier lista de candidatos.