Política

La Presidenta depositó en el Museo Histórico Nacional el sable corvo de San Martín

La mandataria ofició de anfitriona del sable corvo al esperar junto a funcionarios nacionales el regreso del arma al Museo Histórico Nacional en Parque Lezama. Cristina recibió con un aplauso el ingreso del sable que era llevado en mano por un granadero hacia el interior del museo.

La presidenta Cristina Fernández encabezó hoy, en una ceremonia solemne en la que no pronunció discursos, la recepción del sable corvo del general José de San Martín en el regreso del arma emblemática del Libertador al Museo Histórico Nacional que funciona en el parque Lezama.

Fernández recibió con aplausos en el barrio porteño de San Telmo la llegada del sable histórico en un traslado que había comenzado dos horas antes desde el Regimiento de Granaderos a Caballo, ubicado en Palermo.

La ceremonia fue transmitida por cadena nacional, la número 20 de este año, en la que se vio una comitiva de funcionarios encabezada por ministros del Gabinete, entre ellos el presidenciable Florencio Randazzo, y su principal contrincante en la interna, el gobernador bonaerense Daniel Scioli. 

El sable que San Martín adquirió en el siglo XIX en Gran Bretaña y lo acompañó toda su vida llegó a bordo de una cureña con custodia militar y fue llevada en mano por un granadero hacia el interior del museo, donde luego lo deseinvanó y la presidenta tomó la espada con sus manos para colocarla en la vitrina donde quedará para su exhibición permanente en el Museo Histórico Nacional.

El trasladado comenzó por la mañana desde el Regimiento de Granaderos a Caballo, en el marco de las celebraciones por la Semana de Mayo, con un desfile que se extendió por las avenidas del Libertador y Alem hasta llegar a la Catedral Metropolitana, donde descansan los restos del Libertador.

Allí, el arma recibió la bendición del arzobispo de la Arquidiócesis de Buenos Aires y primado de la Argentina, el cardenal Mario Poli, quien ofició una oración religiosa.

Luego, el desfile siguió hasta el Museo Histórico Nacional, donde la presidenta y comandante en jefe de las fuerzas armadas recibió el arma que luego de 48 años regresó al sitio donde era exhibida desde que fue donada al país.

Del acto participaron también, aunque a la distancia en la puerta del Museo, el vicepresidente Amado Boudou, el jefe del Ejército, teniente general César Milani, el jefe de gabinete, Aníbal Fernández, y algunos intendentes oficialistas, como el jefe comunal de La Matanza y del PJ bonaerense, Fernando Espinoza.

Tras el acto, la mandataria recorrió el salón de los sables donde el arma de San Martín ocupa un lugar central ante otras de Juan Manuel de Rozas, Manuel Dorrego y Gregorio Las Heras.

Allí, la jefa de estado destacó ante funcionarios del área de Cultura las refacciones al museo que permitía ver "el vitreaux con el pueblo y el libertador" y señaló que era "maravilloso" y "hermoso todo esto".

El emblemático sable corvo de San Martín había quedado, tras las guerras de independencia y su retiro a Europa, en manos de una familia mendocina a quienes el Libertador pidió que se lo mandaran a su estancia en Francia y allí decide legárselo a su muerte al gobernador Juan Manuel de Rosas, de acuerdo a los escritos de su albacea, Mariano Balcarce.

Luego el arma pasó a manos de la heredera del restaurador, Manuelita Rosas, quien en 1896 accede a un pedido de Adolfo Carranza, director del Museo Histórico Nacional, y dona el sable de San Martín que llegó un año después al Museo.

Allí, estuvo el sable corvo hasta el 12 de agosto de 1963 cuando fue robado por integrantes de la Juventud Peronista que pretendía tomarlo como gesta simbólica para poner en ridículo al gobierno de entonces y entregárselo a Juan Domingo Perón, por entonces exiliado en una mansión de Madrid.

Tras un acuerdo para la recuperación del sable, el arma volvió a ser apropiada por dirigentes peronistas que finalmente la entregaron para su custodia al Ejército que en 1967 por un decreto del presidente de facto Juan Carlos Onganía la llevó al Regimiento Granaderos a Caballo en un templete blindado.