La década del ´50 fue de River. Los millonarios dominaron ampliamente el fútbol argentino en esos años con un fútbol contundente y demoledor. Fueron campeones en 1952, 1953, 1955, 1956 y 1957. El principal argumento de los éxitos de esos tiempos fue la fuerza ofensiva del equipo que dirigía José María Minella. Los de Núñez no mostraban el juego señorial de la mítica Máquina de la década anterior, pero contaron con una delantera temible que quedó en el recuerdo como La Maquinita. En el ´55 ganaron el título varias fechas antes y una jornada antes del cierre del torneo se dieron el gusto de vencer a Boca por 2-1 en la Bombonera, pero, en una muestra de caballerosidad deportiva, decidieron no dar la vuelta olímpica en la cancha de su tradicional adversario.
Los xeneizes se habían quedado con el título en 1954. Con una defensa hermética y un ataque poco lucido pero efectivo se las ingeniaron para dejar atrás con amplitud a rivales como Independiente (dueño de una famosa delantera integrada por Rodolfo Micheli, Carlos Cecconato, Ricardo Bonelli, Ernesto Grillo y Osvaldo Cruz) y River. Ese año Boca provocó un fenómeno popular impresionante: llenó todas las canchas en un año en el que se batieron los récords de concurrencia a los estadios. Futbolísticamente la temporada no había sido destacada, al punto que el campeón registró el ataque más productivo con apenas 60 goles en 30 partidos.
Los millonarios recobraron en 1955 el predomino de los certámenes anteriores con un juego arrasador. Tuvieron que correr detrás de Boca, que, repitiendo la campaña anterior, estaba en lo más alto de la tabla al término de la primera rueda y hasta había masacrado a los de la banda roja con un histórico 4-0 en la cancha de Racing, donde los de Núñez actuaron como locales. Sin embargo, con el regreso de Néstor Pipo Rossi después de su paso por el fútbol colombiano iniciado con el éxodo de 1948 y con el afianzamiento de un fenómeno como Enrique Omar Sívori, conformaron un equipo aplastante.
Santiago Vernazza, Sívori, el fantástico uruguayo Walter Gómez, Angel Labruna y Félix Loustau (los dos últimos, sobrevivientes de La Máquina que maravilló entre 1941 y 1946) le dieron vida a una de las versiones más recordadas de La Maquinita, que durante esa década tuvo célebres integrantes como Eliseo Prado, Norberto Menéndez y Roberto Zárate.
UN CIERRE DEMOLEDOR
A lo largo de la segunda rueda, los millonarios empezaron a descontar los cuatro puntos que les llevaba Boca. Fue tan impresionante la producción de las huestes de Minella que se mantuvieron invictas 15 partidos, es decir la última mitad del certamen. Compartieron la punta un par de fechas con los xeneizes y en la 23ª jornada se abrazaron a un solitario liderazgo hasta el final del torneo.
River no se caracterizaba por hacer muchos goles, sino que ganaba con lo justo y necesario. Pero cuando se decidía a atacar, era incontenible. En el 28º capítulo del torneo, dos antes del epílogo, estiró la diferencia a cinco puntos respecto de Boca, que cayó 3-0 a manos de Tigre, y definió el campeonato. Ese día aplastó 5-2 a Vélez y con cuatro unidades en juego, ya nadie podía alcanzarlo.
La penúltima fecha puso otra vez cara a cara a los dos conjuntos más populares de la Argentina. El equipo local, bajo las órdenes de Jaime Sarlanga, un emblema del elenco campeón de 1943 y 1944, se puso rápidamente en ventaja con un gol de cabeza del delantero Carlos Etcheverry. Aunque controlaban el partido, los auriazules no lograban aumentar la brecha en el marcador.
En el complemento, River siguió soportando el asedio hasta que consiguió dar vuelta el resultado con un minuto de suprema eficacia. “La gente ya no come por ver a Walter Gómez”, solían cantar los hinchas en tiempos en los que el centrodelantero brillaba a pleno. Y el uruguayo demostró su talento habilitando a Labruna, quien definió ante la salida de Julio Elías Musimessi (se lo conocía como El arquero cantor). Apenas 60 segundos más tarde, le tocó al autor del primer tanto abrirle el camino del gol al Mono Zárate. “Lo nuestro fue una táctica. En el primer tiempo los cansamos y en el segundo los liquidamos”, aseguró, pícaro, Labruna.
Los millonarios festejaron su conquista, pero no dieron la vuelta olímpica. Labruna, como capitán, impidió la efusiva celebración. River levantó los brazos, saludó y se fue. El gran festejo fue cuatro días después en Núñez tras el empate 2-2 con Racing, finalmente escolta a siete puntos. La Maquinita ponía en marcha el tricampeonato. Sin vuelta olímpica en la Bombonera, pero con una inolvidable victoria como símbolo de una época memorable.
Boca 1 - River 2
Boca: Julio Elías Musimessi; Juan Carlos Colman, Federico Edwards; Francisco Lombardo, Eliseo Mouriño, Natalio Pescia; Mario Boyé, Iseo Fausto Rosello, Carlos Etcheverry, Juan José Pizzuti, Ernesto Cucchiaroni. DT: Jaime Sarlanga.
River: Amadeo Carrizo; Julio Venini, Federico Vairo; Oscar Mantegari, Néstor Rossi, Pascasio Gilberto Sola; Santiago Vernazza, Enrique Omar Sívori, Walter Gómez, Angel Labruna, Roberto Zárate. DT: José María Minella.
Incidencias
Primer tiempo: 3m gol de Etcheverry (B). Segundo tiempo: 29m gol de Labruna (R); 30m gol de Zárate (R).
Cancha: Boca. Arbitro: Bert Cross. Fecha: 8 de diciembre de 1955.