En la antigua Roma el dios de las puertas, Jano, era representado por un hombre con dos rostros opuestos. Uno miraba al pasado, otro al futuro. Era, también, la deidad de los inicios y los procesos de transición. Cualquier similitud con la Argentina de hoy es mera coincidencia.
El parecido, sin embargo, invita al análisis. Tras el resultado de las elecciones legislativas nacionales, con la amplia victoria del oficialismo que lo robustece en el Congreso, los economistas interpretan que ahora sí el país echará a andar por el sendero de los cambios profundos.
La puja política parece definirse justamente en la oposición entre pasado y futuro. Las huestes libertarias insisten, en su estrategia mediática, en asociar al kirchnerismo con un puñado de políticas gastadas, tóxicas, que hundieron a la economía en el espiral inflacionario y el estancamiento.
Por el contrario, se presentan a sí mismos vinculados a un porvenir venturoso, siempre y cuando logren pasar por el entramado legislativo los proyectos de reforma laboral, impositiva, penal y, algo después, previsional.
Conversar con un economista liberal es desde siempre toparse con la idea condicional de que el país sólo se pondrá de pie cuando se ensayen las reformas estructurales. La frase solía repetirse en escenarios que la volvían utópica, quizás ingenua. Hoy, en cambio, es dable pensar que buena parte de esto sea posible.
Para que las reformas lleguen a buen puerto el Gobierno deberá lubricar el mecanismo del diálogo, algo a lo que no está acostumbrado. Tendrá que sentar en la misma mesa a los políticos opositores, el amplio arco empresarial y los sindicatos, que llevan como mascarón de proa al nuevo triunvirato de la Confederación General del Trabajo (CGT).
La Argentina del futuro estaría parada sobre tres patas: el campo, el sector energético y la minería. En el plan estratégico del gobierno reina la explotación de los recursos naturales, la exportación de commodities. La industria, en cambio, sufre el desamparo de una lógica que abre importaciones e impulsa la competencia, aún cuando los agentes locales se encuentran en inferioridad de condiciones. Al menos hasta que le bajen impuestos y desmonten la telaraña de los juicios laborales.
PACIENCIA
El dios romano Jano representaba también las etapas de transición. En eso está el Gobierno. A partir del 10 de diciembre, cuando se fortalezca en el Congreso, iniciará un lento camino rumbo a las reformas. Ningún cambio de semejante envergadura cuaja de un día para el otro. Milei deberá tener el pulso firme. Sus seguidores, paciencia. ¿Pero qué ocurrirá con ese medio país que no lo respalda?
El triunfo electoral no asegura el apoyo incondicional de las masas. Todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Según la última edición del Monitor del Humor social, elaborado por la consultora D’Alessio Irol, “un 62% de los encuestados considera que la situación está peor que el año pasado, mientras que un 35% cree que está mejor”.
Respecto de las expectativas económicas para el año próximo, las cifras se mantienen en niveles similares al mes anterior. Un 44% de la población cree que la economía estará mejor dentro de un año y un 52% evalúa que estará peor.
Al ingresar en el undécimo mes del año, el gobierno de Javier Milei sostiene niveles de aprobación bastante estables: un 56% la evalúa negativamente (1 punto más que el mes anterior) y un 42% la evalúa positivamente.
Por otra parte, la incertidumbre por la situación económica retoma el primer lugar de las preocupaciones de los ciudadanos por primera vez en un año, tras alcanzar el 61%. Le sigue la inseguridad con el 58%. La falta de propuestas para el crecimiento y los ajustes que hace el Gobierno comparten el tercer lugar con el 53%
Es sencillo concluir a partir de esta encuesta que buena parte del voto cosechado por el oficialismo fue hijo del profundo desprecio que el kirchnerismo genera en una franja de la población. De ahí a que los argentinos se hayan convertido masivamente al liberalismo, es otra historia. Por eso los tiempos exigen diálogo. Medio país vibra en otra sintonía.
REALIDAD
La Argentina bifronte tiene también una cara mirando al exterior y la otra, hacia adentro. La que ven los inversores extranjeros, las grandes compañías, el capital global, luce la lozanía de su potencial, los colores ardientes de la seducción. Ha sido desprolija en el pasado pero promete portarse mejor.
Quienes la contemplan de lejos ponderan sus recursos, las oportunidades para concretar buenos negocios. Están dispuestos a arriesgarse, aunque saben de su conducta inestable.
Por lo pronto, la banca Morgan recomienda invertir en activos locales, augurando una primavera de estabilidad y ganancias. Como correlato de esto, el riesgo país inició por estos días una inusitada parábola descendente que asombra a propios y extraños.
La idea parece ser una sola: hundir el capital en los sectores que explotan recursos naturales y exportar al amparo de las ventajas comparativas. Todo lo que no entre en esta franja estará en problemas. Léase las pymes del entramado productivo local, sofocadas por la presión impositiva y el crédito escaso, entre otros males.
Por lo pronto, esta dinámica no parece estar generando grandes resultados. Al menos no en el intercambio con nuestro principal socio comercial, Brasil. De acuerdo al análisis de la consultora Abeceb, el desplome de las exportaciones y el avance de las importaciones generó un rojo de u$s 410 millones en la balanza bilateral de octubre.
“El principal rubro que traccionó el comercio exterior bilateral fue el sector automotriz, que dio cuenta de un 69% del descenso de las exportaciones: las ventas del sector a Brasil cayeron u$s 133 millones, mientras que el total de ventas fue de u$s 193 millones”, destaca el documento.
El paper agrega: “Las importaciones argentinas desde Brasil totalizaron u$s 1.639 millones en octubre, y mostraron una suba de 5,7% interanual. Las exportaciones argentinas a Brasil alcanzaron u$s 1.238 millones en el décimo mes, registrando una caída en la comparación anual de 13,5% interanual”.
El rostro que apunta hacia adentro, en cambio, luce demacrado por el nivel de la pobreza -que bajó en el último año-, el trabajo en negro (37,7% de la población económicamente activa), los salarios magros, la falta de oportunidades. Tiene el gesto adusto de una clase social que no se siente ni se sentirá jamás representada por las ideas liberales.
SUPERVIVENCIA
En la semana el Indec dio a conocer el último dato de inflación, que escaló a 2,3% en el mes de octubre. “El dato refleja el impacto del contexto electoral, caracterizado por mayor incertidumbre y una fuerte búsqueda de cobertura ante eventuales cambios -explica Clara Alesina, analista de la Fundación Libertad y Progreso-. Se espera que la inflación retome su senda de desaceleración en los próximos meses”.
Podemos quedarnos con los números macro y las especulaciones de raigambre ideológica o echar mano a los informes oficiales, las estadísticas que se transforman en una radiografía social de esta Argentina tan diversa. Sólo es cuestión de voluntad.
Como en cada modelo económico, hay gente que la pasa bien, obtiene beneficios, y otros que pierden. La pregunta es qué le ocurre a la sociedad local desde que gobierna Javier Milei. Las respuestas están en el informe publicado el martes por el Indec, titulado ¿Cómo organizan su economía los hogares argentinos?
Las siguientes son algunas de las conclusiones:
* En el 2025 el 37,4% de la población tuvo que utilizar ahorros para llegar a fin de mes.
* El 16,1% de los hogares del estrato de ingreso medio recurrió al uso de ahorros o a la venta de pertenencias como estrategia de manutención.
* A medida que desciende el nivel de ingresos se incrementa la toma de préstamos. En el primer semestre de 2025, uno de cada cuatro hogares se endeudó y, dentro del estrato de ingreso bajo, lo hizo uno de cada tres.
* Cuatro de cada diez hogares utilizaron ahorros o vendieron pertenencias en el primer semestre de 2025.
* En cuanto a la solicitud de préstamos de los hogares, en el estrato de ingreso alto y medio hay una mayor cantidad que se endeuda con entidades bancarias y financieras. Dentro del estrato de ingreso bajo, predomina el endeudamiento informal con familiares o amigos.
* Las transferencias en especie (alimentos, por ejemplo) provenientes del Estado, de organizaciones no gubernamentales y de las iglesias aumentaron de 2,2% en el segundo semestre de 2016 a 6,3% en el primer semestre de 2025.
* Entre tres y cuatro de cada diez hogares, aproximadamente, vivieron de jubilaciones o pensiones en el período considerado.
Un país, dos caras. ¿Un destino colectivo común? Ahí anida el debate.