Cultura
LA OBRA DEL NORUEGO ES EL TESTIMONIO ACTUAL MÁS IMPORTANTE DE LA PRESENCIA DE DIOS EN LA LITERATURA

Jon Fosse, el Premio Nobel católico

No deja de ser llamativo que al novelista y dramaturgo noruego Jon Olav Fosse, flamante ganador del Premio Nobel de Literatura, se lo haya definido como un admirador de Samuel Beckett y de Thomas Bernhard, que comparte con ellos una misma visión agnóstica del mundo. Porque esa aproximación a su figura, veraz cuando se habla de su pasado, se cuida de mencionar su más reciente conversión al catolicismo. Una omisión tanto más curiosa por cuanto el suyo no es un acercamiento superficial, sino una nota central en su vida, según se desprende de lo que él mismo ha dicho, y que ha dejado, al parecer, una profunda huella en su obra.

El Premio Nobel le fue concedido a Fosse “por sus innovadoras obras de teatro y prosa que dan voz a lo indecible”, expresó Mats Malm, secretario permanente de la Academia Sueca, durante la ceremonia celebrada el 5 de octubre.

Fosse, cuarto autor de su país en recibir el Nobel de Literatura, tras Bjørnstjerne Bjørnson (1903), Knut Hamsun (1920) y Sigrid Undset (1928), es conocido especialmente por sus obras de teatro, que han sido representadas en multitud de países, como Estados Unidos, China, el Reino Unido, Australia, Dinamarca, México, Chile, España y también en la Argentina.

Traducido a más de cuarenta idiomas, además ha escrito novela, poesía, ensayo, relato y cuentos infantiles. En Noruega es considerado una de las grandes figuras literarias del país, tanto que hasta dispone de una casa dentro del Palacio Real de Oslo.

Nacido el 29 de septiembre de 1959 en Hausgesund, una zona rural noruega cerca de Bergen y de uno de los fiordos más importantes del país, sufrió un grave accidente a los siete años, experiencia que influyó significativamente en sus escritos de adulto.

"Mi lado místico -reveló el propio escritor- se remonta a cuando tenía siete años y estuve a punto de morir en un accidente. Me vi desde fuera, en una especie de luz resplandeciente, en paz, en un estado muy feliz. Estoy seguro de que ese accidente, esa experiencia cercana a la muerte, me formó como escritor. Esta experiencia me abrió los ojos a la dimensión espiritual de la vida, aunque siendo marxista, traté de negarlo lo más que pude".

Su conversión al catolicismo se produciría solo en 2012, un año que fue un punto de inflexión en su vida. Tras crecer con una amalgama de ideologías comunistas y anarquistas, y sufrir de alcoholismo durante largo tiempo, ese año dejó la bebida y el ritmo frenético de trabajo y se casó con Ana (tiene 5 hijos, el más pequeño es un bebé).

 

GIRO RELIGIOSO

 

“Fue una transformación”, contaría años más tarde. “Tomé las riendas y cambió el curso del barco”.

En otra entrevista diría: "Tuve una especie de giro religioso en mi vida que tuvo que ver con entrar en lo desconocido. Yo era ateo, pero no me podía explicar lo que pasaba cuando escribía. Siempre puedes explicar el cerebro de una manera científica, pero no puedes captar en qué consiste esa luz o ese espíritu".

En estos días, diversos sitios católicos han tomado nota de cómo ese giro en la vida de Fosse terminó expresándose en su trabajo, algo que por otra parte señala el propio autor. Así, el sitio Religión en Libertad menciona que en su gran obra, Septología, una novela de siete volúmenes, Fosse es partidario de plasmar un misticismo de la vida ordinaria.

"Todo lo que he escrito puede considerarse una especie de 'realismo místico'. Septología, concretamente, es un realismo tan claramente místico que tiene referencias reales y componentes ensayísticos, está completamente conectado con la forma en que piensa el narrador de la novela", afirmó.

El narrador es un pintor llamado Asle, un converso al catolicismo afligido por la muerte de su esposa. La noche antes de Nochebuena, Asle encuentra a su amigo inconsciente muriendo en un callejón causa de la bebida. Sus recuerdos se duplican, se repiten y poco a poco se desdibujan en una sola voz, una conciencia difusa capaz de existir en muchos tiempos y lugares a la vez.

"Era importante para mí no morir antes de terminar este trabajo. Puede parecer una locura, pero tenía miedo de no llegar a la meta. Todos desapareceremos y tenía miedo de que mi salud y mis fuerzas no aguantaran más. Después de todo, he experimentado lo que he experimentado", expresa Fosse en referencia a sus problemas con el alcohol.

La vida de su personaje Asle es muy parecida a la del propio Fosse. "Decidí que el personaje principal se pareciera a mí, por ejemplo, en esta idea de que Dios está tan cerca que no puedes experimentarlo y tan distante que no puedes pensar en él".

 

UN ENCUENTRO

 

Sin embargo, la idea de Dios en Fosse es más un encuentro que una creencia, comenta el sitio Religión en Libertad. "Si eres un verdadero creyente, no crees solo en dogmas o instituciones. Si Dios es una realidad, crees a otro nivel. Eso no significa que los dogmas y las instituciones religiosas no sean necesarias. Si el misterio de la fe ha sobrevivido durante dos mil años, es gracias a que la Iglesia se ha convertido en una institución", explicó.

La gracia para Fosse es también un elemento importante. "Cuando logro escribir algo, lo veo como un gran regalo, como una especie de gracia. Incluso cuando hago una producción de alguna de mis obras eso requiere mucho trabajo; que los actores se aprendan el texto, montar la escenografía... He conseguido que mucha gente haga mucho, y no lo merezco. Es más de lo que merezco", reconoció.

"Saber escribir y escribir bien, eso es gracia. Creo que quizás la vida en sí misma puede ser una especie de gracia. Aunque a veces entiendo a las personas que desean dejar esta vida, es un lugar tan horrible en muchas ocasiones. También se puede pensar en la muerte como una gracia. Estar aquí todo el tiempo debe ser horrible", arriesgó.

Para Fosse, lo que ocurre es que muchos de estos conceptos trascendentes son paradójicos.

"Este mundo caído es una especie de don, pero luego todo se vuelve demasiado paradójico. A veces me siento tan lleno de contradicciones que no sé cómo logro permanecer unido, ser uno. Estoy seguro de que Dios está presente todo el tiempo, aunque a veces no lo sienta", señaló el escritor.

Según el literato, no habría dado el paso a su conversión si no fuera gracias al “Maestro Eckhart y su forma de ser católico y místico al mismo tiempo”. Eckhart fue un predicador dominico, teólogo y místico del siglo XIII.

"Empecé a leer a meister Eckhart a mediados de los años 1980. Fue una gran experiencia. Lo leí mucho después de terminar la universidad, junto con Martin Heidegger. Sentí que era como Heidegger, pero de una manera mucho más profunda. Eckhart es el escritor que más me ha influido", detalló.

"Empecé a creer en Dios, pero al igual que Eckhart, no tenía dogmas. Sentía la necesidad de compartir esta forma de creer con alguien más, así que acudí a los cuáqueros, pero, tiempo después, dejé de ir. Durante años fui un simple escritor y no tenía a nadie con quien compartir mis creencias. A mediados de los 80 fui a misa a una iglesia católica en Bjørgvin y me gustó, hasta el punto de que comencé a asistir a un curso para hacerme católico. Muchos años después decidí entrar en la Iglesia Católica. No podría haberlo hecho si no fuera por el maestro Eckhart y por su forma de ser católico y místico a la vez", comentó.

El día en que se le concedió el Premio Nobel, el Obispo de Oslo, monseñor Bernt Eidsvig, felicitó “de todo corazón” a Fosse “en nombre de todos los noruegos lectores y amantes de la literatura”.

“Me alegra especialmente que Fosse sea católico y que esté dando testimonio de su fe. No percibo que se considere un apologista, aunque puede que lo parezca indirectamente. Me alegra en nombre de toda la nación, especialmente de la comunidad católica en Noruega”, indicó.

 

LOS INICIOS

 

Fosse, que ha escrito alrededor de 40 obras, se matriculó en la Universidad de Bergen y estudió Literatura Comparada, Sociología, Filosofía y Teoría del lenguaje. Es doctor en Filosofía y profesor de la Academia de Escritura Creativa de Hordaland.

Su primer trabajo literario pagado fue por encargo de una institución noruega, una obra teatral titulada Alguien vendrá, que la crítica compara con Esperando a Godot, de Samuel Beckett.

Su primera novela, Raudt, svart (Rojo, negro), se publicó en 1983 y fue escrita en nynorsk, uno de los dos estándares escritos del idioma noruego. Y en 1994 se representó su primera obra, Y nunca nos separaremos.

De 1985 es Steng gitar (Guitarra cerrada), en la que hace variaciones sobre sus temas centrales, como el del momento crítico de la indecisión. En esa obra, una madre sale de su departamento a tirar la basura, pero se queda afuera con su bebé adentro y no se atreve a buscar ayuda porque no quiere alejarse de él.

En 1999 adquirió fama internacional después de que el director francés Claude Régy representara en París la obra Alguien va a venir, y al año siguiente en el Festival de Salzburgo se viera El nombre.

Trilogía es una de sus novelas más famosas, al igual que Septología (2019-2021), que incluye tres volúmenes (o cuatro, depende de las ediciones): El segundo nombre, Yo es otro y Un nuevo nombre, que fue finalista al Premio Booker Internacional en 2022.

Otras de sus obras más destacadas son Invierno (2000), Un día de verano (1999), El sueño (2005), Yo soy el viento (2007), Mañana y tarde (2004) o Melancolía (I y II, 2004 y 2006).

De 2023 es Un resplandor, novela en la que explora el límite entre la vida y la muerte, y justo el mismo día en que le concedieron el Nobel salió en español Mañana y tarde (Nórdica y De Conatus).

Fernando Bonete, profesor y director del grado en Humanidades de la Universidad CEU San Pablo (Madrid), considera al noruego Fosse como “el gran escritor católico de nuestro tiempo”.

“Su obra es el testimonio actual más importante de la presencia de Dios en la literatura; es el gran escritor católico de nuestros días. Reúne, además, todos los grandes temas que hacen de la literatura un tesoro para el corazón: la fe, el amor, la muerte, la inocencia y la culpa, el destino, la búsqueda, la libertad”, escribió la semana pasada en la Revista Ecclesia, según recogió el sitio Aciprensa.

“Fosse tiene una voz propia inconfundible, inimitable, y crea una experiencia de lectura única. Ligeramente vanguardista, su lirismo es conmovedor. La intimidad con que consigue arropar al lector es incomparable”, concluyó Bonete.