- ¡Hola padrino! Vengo a ver si me podés ayudar con un trabajo práctico que me dieron sobre las Invasiones Inglesas.
- Obviamente, pero, ¿sobre cuáles de todas?
- ¡Las dos!
- Es que hubo muchas más de dos… yo creo que son oleadas constantes y sin fin en nuestra historia. Hasta nuestros días.
- ¿Cómo es eso?
- Ja, tardaríamos mucho más de lo que te creés. Pero voy a intentar sintetizarlo. Vos sabés que a la corona británica la tengo atragantada.
- ¡Como la tenemos todos los argentinos!
- Todos los que tienen memoria. Que son mucho menos de lo que deberían ser. Al menos entre las clases dirigentes, siempre dispuestas a arrodillarse.
- ¿Lo decís por las de ahora? - Por “casi siempre”: los de ahora, los anteriores… No sé hasta dónde tendría que irme hasta encontrar un patriota coherente.
INVASIONES
Pero para sacarte de la duda te enumero lo que me acuerdo: tenemos la llamada Primera Invasión Inglesa (1806). Su objetivo era el clásico: saquearnos y dominarnos. Como te acordarás, terminamos echándolos a escobazos en la más humillante derrota que sufrieron los piratas.
Pero antes de ser vergonzosamente vencido, el comandante inglés, Beresford, robó el tesoro y lo mandó rápidamente a Londres. A pesar de perder con sus más de 1500 soldados de elite frente a milicias populares mal armadas, cuando vuelve a su tierra, lo recibieron con honores, le regalaron títulos y hasta una espada “de honor” adornada con oro y diamantes. El honor británico se mide con los frutos del saqueo, no más. Actualizando los montos, se llevaron cerca de 40 millones de dólares que por supuesto nunca devolvieron. Una fortuna inmensa para aquellos tiempos. Como los ladrones se reparten el botín, al honorable comandante le tocaron lo que hoy sería cerca de un millón y medio de dólares.
Seguimos. Un poco por venganza, otro por codicia, se vinieron de nuevo: tenemos así la Segunda Invasión (1807). Redoblaron la apuesta. En verdad mucho más. Esta vez fueron cerca de 10.000 soldados en casi 100 barcos. De nuevo nuestra gente los venció a puro coraje.
Quizás se dieron cuenta de que por la fuerza perderían siempre y desde entonces priorizaron otros medios, sobre todo la dominación económica. Ya sabían que entre nuestras clases dirigentes abundan los traidores, así que lograron someternos por décadas. Así llegó en 1824 el famoso Empréstito de la banca Baring Brothers, negociado de Bernardino Rivadavia. Te lo resumo Se pidieron 1.000.000 de libras de entonces y…
- ¿Sabés de cuántos dólares de hoy hablamos?
- Sí… es una cuenta que hice con la IA- Supongo que será una aproximación. Nos prestaron cerca de 150 millones de dólares, pero nos dieron en verdad poco más de la mitad.
- ¿Y lo demás?
- Robo. Usura. Comisiones para cómplices argentinos… Como quieras llamarlo. Lo de siempre, como siempre. Pero la cosa sigue. Cuando en 1904 saldaron la deuda y sus intereses, terminamos pagándoles 8 veces más de lo que nos dieron. Nos endeudaron subordinándonos financieramente a Gran Bretaña. Una tercera invasión no militar.
- Hicieron buen negocio, pero a todo eso le deberíamos sumar lo que nos habían robado en 1806, ¿no? Fuimos muy tontos, nos prestaron lo que nos robaron.
- Se llama corrupción y no es invento nuevo. Fuimos los peores negociantes de América. Te recomiendo un canal de YouTube: “Mates con Historia”. Allí un amigo rosarino, Pablo Yurman, explica muy bien todas estas cosas y mucho más. ¡Muy bueno! Serio. Fundamentado.
Pero sigamos, en 1833, invasión de Malvinas. Desde entonces saquean esas tierras nuestras Hoy son millones en petróleo, pesca, turismo. ¿Podemos llamarla cuarta invasión?
- Seguro.
- Quinta: el bloqueo anglo- francés (1845-1850). Buscaban forzar a Don Juan Manuel de Rosas a abrir los ríos Paraná y Uruguay al comercio extranjero. Aunque no fue una ocupación terrestre, el bloqueo fue una intrusión en la soberanía argentina mediante la fuerza naval para controlar nuestras aguas y comercio. El bloqueo buscaba los mismos objetivos económicos que el saqueo de 1806 (acceso a recursos) y el empréstito de 1824 (control financiero): consolidar el dominio británico. Pero teníamos un criollo al mando y supo cerrarles las puertas. Sigamos, Después de Caseros y la caída de Don Juan Manuel, se amplió lo que ellos llaman "market invasion": la penetración de bienes, capitales y empresas británicas. Por eso te preguntaba cuáles de las Invasiones Inglesas. La estrategia británica pasó del saqueo directo (1806) a la dominación económica (1824) y territorial (1833). Un político inglés de esa época, George Canning lo confesó así: "América española es libre y, si sabemos actuar con habilidad, será nuestra". Y los piratas son hábiles para esas cosas.
Bueno, tendríamos que seguir, si no fuese masoquismo puro. Buena parte de la Patagonia, por ejemplo, pertenecía directamente a la Corona Británica.
- ¡Hasta que llegaron los pingüinos para arrasar con todo!
- Ja, ¡qué colección de sufrimientos nos trae amar a la Patria! Pero no fueron ni los primeros ni los últimos… En este contexto, la Batalla de Malvinas es un reclamo de nuestros héroes para no bajar los brazos. En 1982 nos volvieron a invadir, ¡pero no nos rendiremos!
- ¡Nunca!
- Fijate bien la última que te cuento, después vamos a tu trabajo práctico. Al gobierno actual se le ocurrió pensar que tener el oro del tesoro nacional sin producir dividendos era malo. Te aclaro que al oro se lo considera un “refugio económico seguro”, por eso se lo deposita como resguardo y hasta ahora ni los gobernantes más ladrones se habían animado a tocarlo. Además, en estos tiempos de crisis, la inversión en oro, además de segura, fue redituable: superó al dólar, a los bonos… Yo no entiendo nada, pero mirá lo que hicieron: ¡todo el oro que guardaba el Banco Central lo mandaron a Inglaterra! ¡4.700 millones de dólares en oro! En secreto, sin avisar ni consultar a nadie. Lo embarcaron en un avión de la British Airways y ni sabemos a qué lugar exacto lo mandaron. Le dimos nuestras gallinas al zorro para que nos las cuide. Todavía deben las explicaciones y no parece que las vayan a dar. - Son locos… Yo creo que nunca nos lo van a devolver…
- La Historia nos dice eso… Por eso no conocerla es suicida. ¿Devolverán el oro los mismos que no nos devuelven nuestras Islas Malvinas?
Ahora vayamos a tu trabajo práctico. Y para eso tengo un libro excelente de Juan R. Zanella: Buenos Aires, el objetivo británico. ¡Y hay muchísimas otras cosas buenas para leer!
- Después quiero preguntarte algo sobre lo que pasó con el Instituto Nacional Sanmartiniano…
- Vos querés amargarme… Pero sí, lo hablaremos.