Suplemento Económico

Indopacífico, la región clave en el Gran Juego global

 

Por Andrew Latham *

Abra un libro de mapas y busque la región Indopacífico: probablemente no estará allí.

Sin embargo, el Indopacífico ocupa ahora un lugar central en la concepción estratégica y de seguridad de muchos países. Describe una región que abarca dos océanos y decenas de países, abarcando gran parte de las rutas comerciales del mundo.

El Indopacífico no surgió de los patrones del comercio antiguo ni de vínculos culturales o civilizacionales de larga data.

En cambio, el concepto proviene del ámbito de las ciencias políticas y las relaciones internacionales. El término se remonta a la obra del politólogo y geógrafo alemán Karl Haushofer , uno de los favoritos de Adolf Hitler, en la década de 1920. Sin embargo, solo empezó a consolidarse en los think tanks y departamentos de política exterior de Washington y otras capitales occidentales a finales del siglo XX y principios del XXI.

Coincidió con un cambio en el equilibrio de poder global desde la unipolaridad –es decir, dominado por una superpotencia– a la multipolaridad durante aproximadamente la última década.

CONFLUENCIA

Durante gran parte de la Guerra Fría, Estados Unidos trató los océanos Pacífico e Índico como teatros de operaciones separados. Sus fuerzas militares en la zona, conocidas como el Comando del Pacífico de EE. UU ., se centraron en Asia Oriental y el Pacífico occidental, mientras que el océano Índico figuró principalmente en las negociaciones sobre seguridad energética, vinculado a Oriente Medio y al flujo de petróleo a través del estrecho de Ormuz , que conecta el golfo Pérsico con el mar Arábigo.

Los mapas estratégicos de aquella época dividían el mundo en zonas de interés diferenciadas. Pero el auge económico de China, la creciente influencia de la India y la creciente importancia estratégica de las rutas marítimas en ambos océanos desde el fin de la Guerra Fría desdibujaron esas antiguas líneas divisorias.

El océano Índico ya no podía considerarse una preocupación secundaria. Tampoco podía pensarse en el Pacífico de forma aislada respecto a lo que ocurría más al oeste.

Japón contribuyó a dar voz política a esta realidad emergente. En 2007, el primer ministro Shinzo Abe se presentó ante el parlamento indio y habló de la "confluencia de los dos mares", una imagen que vinculaba deliberadamente los océanos Índico y Pacífico como un único espacio geopolítico.

El mensaje de Abe fue claro: el destino de los océanos Pacífico e Índico estaría cada vez más entrelazado, y los estados democráticos tendrían que colaborar para preservar la estabilidad. Su visión resonó en Washington, Canberra y Nueva Delhi, y contribuyó a sentar las bases para la revitalización del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (Quad).

En 2018, Estados Unidos oficializó el cambio y renombró el Comando del Pacífico como Comando Indo-Pacífico de Estados Unidos.

Lo que podría haber parecido un cambio de imagen burocrático fue, en realidad, una importante medida estratégica. Reflejó el creciente reconocimiento de que el auge de China -y la creciente influencia de Pekín desde África Oriental hasta el Pacífico Sur- requería un enfoque regional integrado.

Enmarcar el desafío en términos del Indopacífico le permitió a Washington fortalecer sus lazos con la India, profundizar la cooperación con Australia y Japón, y reposicionarse como un equilibrador marítimo a lo largo de un vasto arco estratégico.

La frase “Indopacífico libre y abierto” se convirtió rápidamente en el eje central de la diplomacia regional estadounidense. Enfatizaba la libertad de navegación, el respeto al derecho internacional y la solidaridad democrática.

Pero si bien la retórica enfatizaba la inclusión y los valores compartidos, el motor del concepto era claro: gestionar el creciente poder de China. El marco indopacífico permitió a Washington aunar diversas iniciativas bajo una misma bandera, todas ellas destinadas a reforzar un orden basado en normas en un momento en que Pekín ponía a prueba sus límites.

SUMA CERO

No todos los países han acogido con entusiasmo esta visión. Muchos estados del Sudeste Asiático, recelosos de verse arrastrados a una competencia entre Estados Unidos y China, han abordado el concepto del Indopacífico con cautela. El documento de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático titulado Perspectivas sobre el Indopacífico, publicado en 2019, evitó deliberadamente enmarcar la región en términos de confrontación. En cambio, enfatizó el diálogo y la centralidad del Sudeste Asiático, una sutil crítica a las visiones que parecían oponer la democracia al autoritarismo en términos de suma cero.

La amplitud del concepto Indopacífico también plantea interrogantes complejos. Abarca una enorme gama de realidades políticas, económicas y de seguridad. Las prioridades de los pequeños Estados insulares del Pacífico difieren marcadamente de las de las grandes potencias continentales, como India o Australia. Considerar el Indopacífico como un único espacio estratégico podría atenuar estas diferencias y distanciar a las naciones más pequeñas, cuyas preocupaciones no siempre coinciden con las de los principales actores.

 

FACTOR TRUMP

 

Los cambios recientes en la política exterior de Washington también complican la situación. El escepticismo de la administración Trump hacia las alianzas generó dudas entre los socios regionales sobre la fiabilidad de los compromisos estadounidenses. Aun cuando la idea del Indopacífico cobraba fuerza, persistían las dudas sobre si representaba una estrategia a largo plazo o un ajuste táctico a corto plazo.

La administración Biden mantuvo el marco indopacífico y lanzó el Marco Económico Indopacífico para la Prosperidad, que buscaba una contrapartida económica al enfoque centrado en la seguridad de años anteriores. Sin embargo, el principal desafío estratégico sigue siendo el mismo: cómo gestionar el ascenso de China sin forzar a la región a una rígida división geopolítica.

Por ahora, el marco indopacífico ha transformado la forma en que los responsables políticos, los estrategas militares y los diplomáticos piensan sobre el futuro de Asia. Proporciona un vocabulario para coordinar alianzas, forjar nuevas asociaciones y abordar los desafíos que plantea la creciente influencia de China.

Sin embargo, su éxito a largo plazo dependerá de si el marco puede realmente dar cabida a la diversidad de la región y si puede ser visto como algo más que un mero mecanismo para la competencia entre grandes potencias y una estrategia apenas velada para contener a China.

 

* Profesor de Relaciones Internacionales en Macalester College en Saint Paul, Minnesota.