El auge de la medicina estética es una tendencia global sostenida. En paralelo, la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) reportó un crecimiento del 40 % en los procedimientos estéticos en los últimos cuatro años. Tan solo en 2023 se realizaron más de 15,8 millones de intervenciones quirúrgicas, siendo la liposucción y el aumento mamario los procedimientos más frecuentes.
La Argentina no queda fuera de esta tendencia. Con más de 1,2 millones de procedimientos estéticos anuales, el país se posiciona entre los más activos de la región. De ese total, el aumento mamario es la cirugía más común, con más de 77.000 intervenciones al año, lo que representa el 16,4 % del total de cirugías quirúrgicas, según datos de ISAPS.
En este contexto, donde cada vez más mujeres consultan por cirugías mamarias, muchas de ellas en edad fértil o con planes de maternidad, surge una pregunta clave: ¿Se puede amamantar con implantes?
“La respuesta es sí. Los implantes son totalmente compatibles con la lactancia. El implante en sí no genera ningún problema. Lo que puede afectar la lactancia es la técnica quirúrgica con la que se lo coloca”, explica el doctor Juan Manuel Seren, cirujano plástico, pionero en protocolos de rápida recuperación mamaria.
Seren, creador del protocolo ERABAS de cirugía mamaria -que permite una recuperación en menos de 48 horas en el 95% de los casos- subraya que la vía quirúrgica de elección para minimizar riesgos es la submamaria, es decir, la incisión en el pliegue inframamario.
“Cuando entramos por el pliegue inframamario, no seccionamos conductos mamarios. Ingresamos por piel y tejido subcutáneo, y colocamos el implante debajo del músculo, la glándula o la fascia, pero sin afectar los conductos. Además, es la vía con menor riesgo de infección y contractura capsular”, detalla.
En cambio, el abordaje transareolomamilar -a través de la areola y el pezón- sí puede implicar la sección de conductos y, por lo tanto, aumentar la probabilidad de interferencia con la lactancia. “Las técnicas pasadas eran transareolomamilares: cortaban la areola y el pezón al medio. Al cerrar, quedaban muy pocos conductos intactos, y por eso se instaló la idea de que si te ponés implantes no vas a poder amamantar. Pero el problema no es el implante, es la técnica”, agrega Seren.
Para aquellas mujeres que están amamantando o planean hacerlo, también es clave el momento elegido para la cirugía. “Una vez que una mujer decide dejar de amamantar a su hijo o hija, recomendamos esperar entre seis y ocho meses antes de hacer la cirugía mamaria, siempre con una mama que ya no produzca secreción. Ese tiempo se puede acortar con medicación que detiene la producción de leche, bajo supervisión médica”, indica el especialista.
La conversación sobre lactancia y cirugía estética es relevante, no solo por el aumento sostenido en la demanda de procedimientos, sino también por la importancia crítica de la lactancia para la salud pública.
“La cirugía mamaria no debería ser un obstáculo para amamantar. Con un buen asesoramiento médico y una técnica quirúrgica adecuada, es posible cuidar tanto la estética como la salud y el vínculo con nuestros hijos”, concluye Seren.