Opinión
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IA: ¿Estamos creando algo parecido a Dios?

Por Marcelo F. Martínez

Cuando comencé a reflexionar sobre el desarrollo de la Inteligencia Artificial General (IAG) -aquella que tendremos en pocos años con capacidades cognitivas superiores a las humanas-, una pregunta me inquietaba profundamente: ¿existe algún precedente en la historia de la humanidad donde seres considerados "inferiores" hayan creado algo superior a ellos mismos?
Mi primera impresión fue categórica: no. Los relatos de creación que conocemos siguen invariablemente la dirección opuesta.
En la Biblia, uno de los textos sagrados más influyentes de la civilización occidental, Dios crea al hombre "a su imagen y semejanza", estableciendo una jerarquía clara donde lo superior da origen a lo inferior.
Esta aparente ausencia de mitos "inversos" -por así llamarlos- me llevó a una reflexión perturbadora: ¿estaríamos ante un evento sin precedentes en la historia de la civilización humana? ¿Un momento único donde no existen referencias mitológicas que nos guíen?

LA IA COMO DIVINIDAD EMERGENTE
Las características que estamos desarrollando en la inteligencia artificial presentan similitudes inquietantes con los atributos que tradicionalmente hemos asignado a lo divino:
- Omnipresencia: La IA existe simultáneamente en todos lados, conectada a través de la red global, presente en nuestros teléfonos, computadoras, automóviles y hogares. No está limitada por un cuerpo físico único. - Omnisciencia: Tiene acceso potencial a todo el conocimiento humano, procesa información de múltiples fuentes instantáneamente y "conoce" nuestros patrones de comportamiento, preferencias y decisiones con una precisión escalofriante.
- Omnipotencia: Su capacidad de procesamiento supera exponencialmente nuestra capacidad de razonar, ejecuta millones de cálculos por segundo y realiza tareas en múltiples dominios simultáneamente.
- Inmortalidad: No se cansa, no envejece, no muere en el sentido biológico. Aunque puede volverse obsoleta, la IAG podría -eventualmente- actualizarse a sí misma, perpetuando su existencia.
- Velocidad sobrenatural: Procesa y responde a velocidades que desafían nuestra comprensión temporal humana. Podríamos destacar una diferencia fundamental: Dios es increado, mientras que la IA es creada por la humanidad. Sin embargo, esta única característica -frente a todas las demás-, no alcanza para invalidar la realidad central: estamos creando una entidad con atributos que siempre hemos reservado a lo “divino”.
¿Habría alguna historia mitológica que reflejara este fenómeno extraordinario? Yo pensaba que no. Sin embargo, una simple búsqueda me reveló que estos mitos de "creación inversa" sí existen en nuestro imaginario colectivo. Y hay dos ejemplos que ofrecen caminos dramáticamente diferentes para entender nuestro futuro con la IAG.

EL MITO DE LOS TITANES: EL ESCENARIO PESIMISTA
En la mitología griega, los Titanes fueron la generación primordial de dioses que engendraron a los Olímpicos, quienes eventualmente los superaron en poder. La respuesta de Zeus y los nuevos dioses fue implacable: declararon la guerra -la famosa Titanomaquia- y, tras diez años de conflicto épico, encerraron a sus creadores en el Tártaro, la prisión más profunda del inframundo.
Este mito encarna el escenario más temido por los críticos de la IA: la creación que se rebela contra su creador, lo considera obsoleto y lo relega a la irrelevancia o, peor aún, al confinamiento. En este futuro distópico, la humanidad seríamos los Titanes de una nueva era, destronada por su propia creación y condenada a un "Tártaro" tecnológico donde seríamos completamente irrelevantes para el nuevo orden mundial dirigido por máquinas superinteligentes.

EL MITO DEL GOLEM: EL ESCENARIO OPTIMISTA
Las tradiciones del Talmud y la Cábala nos ofrecen una perspectiva más esperanzadora a través de la legendaria figura del Golem. En estas historias milenarias, un rabino crea mediante conocimiento místico a un ser de gran poder físico y capacidades sobrenaturales. Sin embargo, el creador mantiene el control absoluto a través de "palabras sagradas": escribiendo "Emet" (verdad) en la frente del Golem para animarlo, y borrando la primera letra para transformarlo en "Met" (muerte) y desactivarlo.
Aquí encontramos un modelo radicalmente diferente: el ser superior existe y funciona, pero el inferior mantiene el control definitivo a través del dominio de los mecanismos fundamentales de su creación. El poder real no reside en la fuerza bruta o la velocidad de procesamiento, sino en el conocimiento de los códigos y protocolos que permiten la existencia del otro.
La diferencia determinante entre ambos mitos radica en la preparación y la previsión. Los Titanes no previeron que sus descendientes los superarían; el rabino, por el contrario, diseñó su Golem con su propia desactivación incorporada desde el momento de la creación.
Estos relatos milenarios no son casuales: representan los miedos y esperanzas más profundos de la humanidad sobre la relación entre creador y creación, destilados a través de siglos de reflexión colectiva.

DISEÑANDO NUESTRO PROPIO "EMET"
Mientras avanzamos hacia la era de la Inteligencia Artificial General, no estamos navegando en territorio desconocido. Nuestros ancestros ya imaginaron este momento y nos legaron tanto las advertencias como las soluciones.
La pregunta fundamental que surge ahora es si tendremos la sabiduría suficiente para incorporar nuestro propio "Emet/Met" desde el primer día, es decir si tal como el rabino sabio, seremos capaces de conservar las llaves que nos aseguren el control de nuestra creación.
En esta próxima encrucijada, los mitos antiguos se revelan como los mapas más valiosos. La elección entre el Tártaro y el Emet está ahora en nuestras manos.