Opinión
Hay vida eterna en el cielo y en el infierno
Por Fernando Miguel Salon
Hoy cada vez se habla menos de lo que nos espera después de nuestra muerte física, como queriendo evadir, o evitar el tema. O por simple ignorancia de lo que esta escrito. O por ateísmo. O por quienes creyéndose cristianos no tienen noción de la Palabra sino que ponen en su boca cosas que Cristo jamás estableció. O quizá por temor, o intención siempre postergada de esconder las faltas debajo de la alfombra.
Pero como no hay ateos en las trincheras, decía un viejo refrán en tiempos de la gran guerra, vale recordar que después de nuestra muerte vendrá el Juicio, y de acuerdo con su resultado iremos a la Vida Eterna en el Cielo previo paso por el Purgatorio (los pecadores arrepentidos o en Gracia de Dios), o a la Vida Eterna en el Infierno (los pecadores no arrepentidos, o que no están en Gracia de Dios). Solo los santos van al Cielo directamente, pero de ellos no hablaremos ahora por no ser nuestro caso.
ARREPENTIMIENTO
Entonces, lo que hay que hacer para no ir al Infierno es arrepentirse. El verdadero arrepentimiento consiste en tres pasos: 1) Sentir dolor en el alma y en la consciencia por haber hecho algo malo, algo contrario a la voluntad de Dios; 2) Tener la firme convicción de no hacerlo más; y 3) Estar dispuesto a la reparación o devolución, que consiste en volver las cosas al estado en el cual estaban antes del pecado. El perdón no es un simple “lo siento, me equivoque”.
Cristo con sabiduría quiere que en estos tiempos previos a Navidad meditemos sobre la realidad de nuestro futuro, lo que en teología se llama los Novísimos, es decir que luego de la muerte viene el Juicio, el Purgatorio, y la Vida Eterna en el Cielo o en el Infierno.
ESTADO DE FELICIDAD
El Cielo es el estado de felicidad eterna en la presencia de Dios. Es el destino final de aquellos que han vivido en amistad con Dios y han aceptado su gracia. En el cielo, las personas experimentan la plenitud de la vida y la alegría, y están en comunión con Dios y con todos los santos.
El Infierno es el estado de separación eterna de Dios. Es el destino de aquellos que han rechazado a Dios y su amor de manera definitiva. En el infierno, las almas sufren por su elección de apartarse de la gracia divina. La Iglesia enseña que el infierno es una realidad seria y que se elige al rechazar a Dios.
El Purgatorio es un estado de purificación para aquellos que mueren en gracia de Dios, pero aún necesitan ser purificados antes de entrar al cielo. Es un lugar o estado donde las almas son limpiadas de sus pecados y de las consecuencias de sus acciones, para que puedan estar completamente preparadas para la gloria celestial. Cristo dijo: “Mirad, que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo Yo Soy o bien, está llegando el tiempo. No vayáis tras ellos cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Por qué es necesario que eso ocurra primero. Pero el fin no será enseguida. Se alzará pueblo contra pueblo, reino contra reino. Habrá grandes terremotos y en diversos países, hambres y pestes habrá también fenómenos espantosos de grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso, os echarán mano, os perseguirán entregándolos a las sinagogas y a las cárceles haciéndolos comparecer ante reyes y gobernadores por causa de Mi Nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa. Porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Vuestros padres, parientes, hermanos y amigos os entregarán. Y matarán a algunos de vosotros. Y todos os odiarán a causa de Mi Nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá, y con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.” Es palabra de Dios.
MATAR AL MENSAJERO
El Señor en este fragmento del Evangelio está enseñando a los suyos que ese día llegará. Pero le está diciendo que estén tranquilos. También nos dice que hay mucha gente, incluso cercanos, a los cuales Cristo les molesta porque simplemente quieren hacer lo que les apetece, y lo mejor es matar al mensajero. Esto también se narra en la parábola de la puerta chica (el Cielo), por la cual pocos pasaran ya que la mayoría quiere pasar por la puerta grande (el Infierno).
Lo que sí hay que hacer -y esto es muy importante- es estar preparados, estar en Gracia de Dios arrepentidos, pues no sabemos cuándo será el fin, pero sí sabemos que antes de ese fin del mundo probablemente llegará otro fin, el mío, el de cada uno de nosotros. El fin de mi mundo cuando yo muera. Y que en ese momento tengo que estar en Gracia para poder estar con Dios en el Cielo, aunque tenga que pasar una larga temporada en el Purgatorio.
Los verdaderamente creyentes pueden estar tranquilos porque esa persecución será la ocasión de dar testimonio de Cristo, como Redentor. Hay Vida Eterna en la que creemos porque Cristo ha resucitado.
Entonces, que no le sorprenda al cristiano si es perseguido o excluido, pues ya Cristo nos lo informo. O sea que nada es nuevo ni sorpresivo si sucede. Ya sabíamos. Y al decir “Soy cristiano” ya estas cargando con tu Cruz. La cruz del acoso, descalificación y falta de respeto constante. Pero justamente esa perseverancia inmutable es lo que te llevara a la Vida Eterna, por tener al Señor como única referencia, como roca de apoyo.
Si nos preguntan cómo es que estemos inmutables y resistentes ante tanta presión por aceptar el pecado, cometerlo, o ser cómplice, la respuesta es simple: Porque eso es contrario a lo que Cristo manda, y porque no queremos quemarnos eternamente en la gehena de fuego del Infierno.
IGLESIA VERDADERA
Una Iglesia que no es odiada por el mundo es sospechosa de no ser la Iglesia verdadera. Porque si Cristo fue odiado, si fue crucificado, si Cristo dijo que os odiarán a causa de Su Nombre, es lógico que la Iglesia verdadera y cualquier sacerdote o laico que predique la Verdad también sea odiado.
Pero si somos aplaudidos, apoyados por el mundo, es porque no estamos siendo la luz que brilla en la oscuridad, la levadura en la masa, el granito de mostaza que crecerá, ni la sal que da sabor a la comida.
Hoy estar de acuerdo con el mundo que está generalmente en contra de Dios es estar en contra de Cristo. Entonces no podemos estar de acuerdo con el mundo, ni recibir aplausos del mundo, sin que eso signifique traicionar a Cristo.
¿Desde cuándo el criterio de comportamiento moral es el aplauso del mundo? Esto se refleja en la frase popular de “No podéis estar con Dios y con el Diablo”. Tú eliges uno o el otro.
LA IGLESIA NO ES UNA ONG
Hoy se dice: La iglesia tiene que adaptarse. Hoy la Iglesia tiene que modernizarse. La iglesia tiene que ponerse al día. Y con eso se está diciendo que tenemos que aceptar como bueno lo que el mundo dice que es bueno, aunque eso signifique matar a los niños en el aborto o cambiar nuestras leyes de ética en todos los aspectos, ya sea ética sexual, familiar, financiera, etc.
Para una iglesia que no es criticada hay que plantearse seriamente si está siendo fiel a Aquel que murió crucificado. La Iglesia no es una ONG, sino que su principalísima misión es transmitir fielmente la palabra de Cristo, sin cambiar ni una coma. Lo mismo vale para sacerdotes y laicos cristianos. Cristo ya nos dijo que íbamos a ser odiados por el mundo, pero que ni un cabello de nuestra cabeza perecerá. Es porque está hablando de la Vida Eterna. Y por eso, añade: “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. El que persevere hasta el final se salvará”.
San Ignacio de Antioquía escribió unas cartas a las distintas iglesias por donde iba pasando cuando fue apresado, que son un testimonio extraordinario de como pensaba él y también como pensaba la Iglesia de sí misma en aquel momento. Él dijo “Soy trigo de Cristo. Y tengo que ser molido por los dientes de las fieras”. Suplicó que no intercedan por él ante las críticas, ante el acoso, ante la burla. Eso mismo que hoy recibimos los Cristianos constantemente.
VIDA ETERNA
Hay Vida Eterna, sin dudas, y por eso se menciona muchas veces en la Biblia.
Esa vida eterna puede ser de premio o de castigo. Y eso va a depender de nuestro comportamiento aquí en la Tierra. Un profesor que advierte a sus alumnos que va a haber un examen y que de ese examen va a depender el aprobado o desaprobado no es un mal profesor.
Cristo nos esta diciendo que va a haber un examen (el Juicio), que hay Vida Eterna y nos adelanta las preguntas: ¿He tenido hambre, me has dado de comer? ¿Le has faltado el respeto a tus padres? ¿Has matado? ¿Has cometido adulterio, concubinato o confundes amor con fornicación? ¿Has mentido u ocultado cosas? ¿Eres avaro y solo te interesa el dinero? ¿No te interesa el prójimo? ¿Eres un egoísta y no das caridad ni limosna? ¿Evades impuestos pues te has olvidado de que Jesús dijo “Dad a Dios lo que es de Dios, y al Cesar lo que es del Cesar”? ¿Eres rebelde? (hoy incluye las nuevas formas de rebeldía progre o woke).
DONES RECIBIDOS
Él nos ha dado unos dones. A unos le ha dado diez, a otros dado cinco, a otro dado uno. Sería injusto si al que le ha dado uno le pidiera lo mismo que el que le ha dado diez. En el Juicio tendremos que demostrar cómo hemos sido capaces de rendir en función de lo que se nos ha dado. Si no podemos responder a sus preguntas satisfactoriamente, y no nos arrepentimos, iremos al Infierno. Quien se atreve a desafiar a las Escrituras? Creo que solo un tonto, porque con o sin desafío, si no pasa el Juicio, su destino está definido.
Luego ese incrédulo, enfrentando la hora de su muerte, desesperara. O peor, pensara que ira al Cielo, cuando en vida fue un pecador no arrepentido. No existe tal cosa. Los pecadores no arrepentidos van al Infierno. Así está escrito claramente. Hay familiares de pecadores no arrepentidos que piensan que sus muertos están en el Cielo, y escriben “Que en paz descanse” sobre sus tumbas. Eso es inútil, pues si el pecador no se arrepintió, no está en Gracia de Dios y entonces se estará quemando en el Infierno en toda su Vida Eterna. Duro, pero así está escrito.
Por eso es mejor comenzar a arreglar las cosas ahora, en vida, y sin demoras, pues no sabemos el día ni la hora cuando seremos llamados y nuestra vida terrenal se acabará. Hay que estar listos siempre, como menciona la parábola de las vírgenes con aceite en sus lámparas. O como el administrador que velaba esperando a su amo. La muerte es simplemente un paso, pero no el final definitivo. No es una tragedia, sobre todo si no hay situaciones de dolor físico que a veces es insoportable.
Para un cristiano que de verdad tiene Fe en la Vida Eterna, ese paso no es un drama. Puede ser doloroso en tanto que supone separarse de alguien a quien amas mucho, o de alguien cercano que no esta arrepentido y por lo tanto no lo veras jamás porque irán por caminos diferentes luego de la muerte (Cielo o Infierno, no a ambos lugares).
San Agustín dijo a sus feligreses “¿Pero cómo puede ser que digáis que amáis a Dios, y cuando llega la hora de la muerte tenéis miedo de reuniros con Dios? Si amas a Dios, no podéis estar temiendo encontraros con Dios”.
También recordemos aquella enseñanza de San Pablo en la Carta a los Tesalonicenses acerca de que no debemos ignorar el destino de los difuntos. “Para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza”, dijo.
¿Pero cómo no te vas a afligir con la muerte de tus padres? Sin embargo un cristiano sabe que la muerte no es el final, que hay Vida Eterna, ya que el Señor nos ha preparado para ello.
Que en la hora de nuestra muerte podamos decir ”Señor, ten piedad” o “Christe eleison” en Latín; “Padre mío y Dios mío, si es posible, que pase de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”; y finalmente “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
EXAMEN DE DIOS
Y ahora tú, prepárate. Porque también a ti te llegará el momento. Prepárate para pasar ese examen del Dios de la Misericordia en que te dirá. ¿Te he dado estos dones, que has hecho con ellos? Te preguntara: ¿Te has arrepentido? ¿Has sentido dolor por el mal que has hecho? ¿Has reparado tus errores y ofensas? ¿Has pedido perdón con firme convicción? ¿Has reparado tus hechos de pecado?.
Un día, el Señor nos dirá ven. Y después añadirá, bendito de mi Padre. Que no tengamos que oírle decir maldito de mi Padre. Que así sea.