La victoria en las elecciones legislativas ha inyectado en los seguidores de Javier Milei una buena dosis de optimismo. A imagen y semejanza de la añorada Generación del ‘80, se ilusionan con ensayar las reformas estructurales que cambien de raíz la matriz económica. La Argentina ha iniciado, aseguran, la era liberal.
Resulta azaroso saber cuánto de todo esto llegará a concretarse en el mediano plazo. El escenario es, sin embargo, mucho más auspicioso de lo que era apenas un puñado de semanas atrás. “El proceso será largo pero el rumbo es indudable”, asegura Agustín Etchebarne, director de la Fundación Libertad y Progreso.
-A partir de la nueva constitución que tendrá el Congreso desde el 10 de diciembre, ¿qué movimientos cree que hará el Gobierno?
-El Gobierno ahora tiene claro que va a empezar una segunda ola de reformas. Se van a intentar hacer muchas de las cosas que quedaron sin hacerse de la Ley Bases original. Con las negociaciones se adelgazó a un tercio de lo que se pretendía originalmente. También se tratará lo que quedó trabado de la reforma laboral, que se había introducido en el decreto 70, y creo que ahora tiene grandes chances de conseguir acuerdos para concretarla. Después habrá que ver hasta dónde llega la reforma en sí. No creo que salga ciento por ciento de lo que yo quiero pero tal vez sí sale en un 70%. Es decir, desde el punto de vista de mayor flexibilidad y libertad. Hay que recordar que el 45% de la gente sigue trabajando en el sector informal, y este grupo tiene dos características: son de muy baja productividad, lo que es muy malo para el país; y además paga bajos sueldos, que también es muy malo para el país. Aumentar la formalidad es un tema clave porque una empresa informal no accede al crédito y no puede adquirir maquinarias modernas e invertir para poder expandirse. La posibilidad de que la nueva reforma baje el costo laboral, no lo sueldos, sino el costo laboral sobre todo a las pymes, es clave. La modernización laboral va a permitir aumentar el empleo formal. Luego entonces se van a incrementar con el tiempo los salarios. Así subiría el PBI per cápita, es decir los ingresos en promedio de la población. De nuevo, los que están en la informalidad son los que tienen peores salarios.
ESTRATEGIA
-En cuanto a la estrategia a seguir, ¿hay que ir por el todo o apuntar a algo más quirúrgico, por sector?
-Creo que hay que hacer las cosas en términos generales y no por sectores. Cualquier privilegio que tenga un sector significa un costo para los otros. Si a un sector se le permite cierta flexibilidad y a otros no, se está generando una distorsión. Mucho mejor es abordar temas generales. Después sí la aplicación corresponde a cada sector. Por ejemplo, la pesca obviamente tiene que tener la flexibilidad en el horario de trabajo porque un barco por ahí sale a la madrugada y retorna a la tardecita. No se puede frenar en el medio del mar 8 horas. Por ahí hay nuevos sectores que están surgiendo ahora, que no son tan tenidos en cuenta y que tienen el mismo problema que el de la pesca. Es imposible conocer todas las situaciones de la economía, por eso en nuestra visión siempre es mejor que haya mayor flexibilidad y libertad de decisión, donde los acuerdos pueden ser a nivel de empresas. Es decir, que los acuerdos de empresa sean superiores a los acuerdos sectoriales. Se pueden tener 1.600 empresas en un sector pero no todas tienen la misma productividad. Un acuerdo para todos no es lo más sano. Lo mejor es que si el empresario se pone de acuerdo con sus trabajadores para hacer cierto tipo de convenio, que ese pacto firmado libremente se respete.
-¿Qué pasará con los sindicatos?
-Otro nivel de libertad muy importante es la libertad para los trabajadores. Que dejen de estar atrapados por los burócratas sindicales, que los obligan a hacer cosas que no quieren hacer. Por ejemplo, pagarle capacitaciones que no quieren realizar. En algunos casos les cobran a los trabajadores un 2% de aporte solidario, quieran o no estar en el sindicato. También cobran capacitación que en algunos casos llega hasta el escandaloso nivel del 8% mensual de todos los sueldos de toda la vida. El sindicato cobra, y cobra carísimo, aunque el trabajador no tome esa capacitación. Y utilizando la fuerza del Estado, que descuenta el monto directamente del sueldo. La idea nuestra es darle libertad a la gente para que pueda afiliarse o no, pagar o no, según su voluntad. Es decir, eliminar los privilegios de los sindicatos, no los derechos de los trabajadores.
-Históricamente cada vez que se habla de reforma laborla es como si se agitara un fantasma. Dado el contexto actual, con tanto empleo no registrado, ¿hay un escenario mejor para impulsar los cambios?
-Siempre vamos a tener una enorme oposición de los sindicalistas. Los sindicalistas ganan mucho dinero gracias a la ultra actividad, que viene de la década del ‘70. Acuerdos que se han hecho hace décadas y que son sumamente perjudiciales para los trabajadores pero no para los bolsillos de los sindicalistas, que en algunos casos son empresarios riquísimos. Después hay problemas enormes como cuando uno va al río Paraná y ve que hay una enorme cantidad de barcazas con banderas paraguayas. Ahí los sindicalistas debieran comprender que esos privilegios para los trabajadores bajo bandera argentina no funcionan y resulta que al final se termina exportando el empleo. Se invierte en Paraguay porque hay menores costos y mayor flexibilidad laboral. Entonces, ¿de qué sirvió? Los barcos que pescan en el borde del mar argentino no procesan el pescado en puertos locales y se van a Sudáfrica. ¿Por qué lo hacen? Porque tienen menores costos. En Argentina hay algunas leyes laborales arcaicas que impiden que una persona realice dos tareas cuando puede hacerlas. Entonces se necesita el doble de personal y eso encarece el costo e impide la posibilidad de pagar mejores salarios. Hay un montón de cosas que hay que cambiar. Me gusta porque ahora el presidente lo está llamando modernización laboral. También todos los temas del Siglo XXI, como el trabajo desde la casa o la posibilidad de trabajar para dos empresas al mismo tiempo. Hoy el mercado laboral es completamente diferente al de hace 20 años atrás.
-Modernización es el término.
-Es una reforma laboral que significa modernizar la economía. Creo que no es mala palabra la flexibilización, que siempre la han usado afirmando que se están precarizando los puestos de trabajo. El mundo cambió, es totalmente distinto, y los que están precarizados son todos aquellos que se desempeñan en la economía informal. Es un 45%, no es un tema menor. Esa gente debe pasar al sector formal porque así también se estaría corrigiendo otro problema que es el de las jubilaciones. Se estaría aumentando la cantidad de gente que hace el aporte y eso facilitaría tener un mejor sistema jubilatorio.
IMPUESTOS
-¿Hay que avanzar con la reforma impositiva?
-El Gobierno sabe que tiene que simplificar el sistema impositivo. Esos 155 impuestos, de los cuales ya eliminaron varios, tienen que ser simplificados. También hay que aliviar la presión impositiva. Lo ideal sería bajar la presión impositiva sin bajar la recaudación. Hay un tema que está mal encarado en el mundo cuando hablan de presión impositiva como equivalente a la recaudación. Ese es un error que está en el Fondo Monetario y en todos lados. Toman la recaudación, la dividen por el PBI y dicen que esa esa la presión impositiva. Eso no es cierto. La presión impositiva es la formal. Si después hay un montón de gente que trabaja en negro, la recaudación será menor. Si lográramos armar un sistema con mucha menor evasión, podríamos tener menores alícuotas impositivas, menor cantidad de impuestos y que la recaudación no caiga.
-Ampliar la base.
-Exactamente. Es una reforma muy compleja y larga. Tal vez se concrete a través de una serie de pactos fiscales con las provincias. Además está todo el tema de la coparticipación federal. Para tener un verdadero Federalismo cada provincia debería recaudar sus impuestos. Pero eso, en la forma en que se diseñó en la época de Perón, le da poder a provincias que no deberían tenerlo por su nivel de población. Tienen una mayor influencia de la que realmente les corresponde.
-Mauricio Macri, cuando fue presidente, firmó un Pacto Fiscal que luego se desinfló. ¿Cómo hay que negociar con las provincias?
-Nosotros tenemos una propuesta que consiste en eliminar la coparticipación federal tal cual se la conoce hoy pero asegurando la recaudación actual. Se les asegura que recibirán el dinero que reciben hoy pero todo lo que surja a futuro cambia. Porque nosotros creemos que la Argentina irá a una fase de crecimiento muy grande, que vamos a duplicar el PBI en los próximos 10 años. Eso permite hacer un sistema donde haya competencia fiscal. Se está hablando del Súper IVA. Un 9,5% irá a la Nación y cada provincia va a poder decidir qué tasa de IVA va a poner, siempre y cuando adhiera al esquema de eliminar Ingresos Brutos y otros impuestos que son sumamente distorsivos y dañinos. Argentina tiene que ir a un esquema más competitivo. Hasta ahora lo que hacían, en lugar de solucionar los problemas, era devaluar. La muestra de hacia dónde tiene que ir la Argentina son todos los países europeos que tenían monedas débiles. Desaparecieron los dracmas, las liras italianas, los francos franceses y las pesetas españolas. Impusieron una moneda fuerte. Al tener una moneda fuerte la tasa de interés es bajísima. Así se desarrolla la construcción, los servicios, la posibilidad de vender más autos porque hay crédito barato. La contracara es que hay que flexibilizar la economía y bajar los impuestos. Como hizo Irlanda, que bajó los impuestos y hoy es el país más rico de Europa. Entonces hay que tener moneda sana, bajar los impuestos y abrir la economía. Como bien menciona el presidente, hay una secuencia lógica hasta abrir del todo la economía. Si se abre primero la economía y luego se hacen las reformas, habrá un montón de empresas quebradas. En cambio, si se hacen la reforma laboral, impositiva y previsional, se van bajando los costos. Así se irá abriendo poco a poco la economía hasta que bajen los precios en dólares de los supermercados.
-¿Argentina ha ingresado en una era liberal?
-Indudablemente. Este es un Gobierno que va hacia el liberalismo y tiene como objetivo que Argentina sea el país más libre de la tierra en términos económicos. Pero es un largo proceso. El Gobierno tenía muy poco poder. Apenas contaba con el 10% de los senadores y el 15% de los diputados. Ahora mejora mucho con 110 diputados. Si bien no tiene los 129, los que le faltan para tener quorum propio y mayoría en diputados es una cifra pequeña con la que se puede negociar. Eso le va a permitir hacer más reformas de las que pudo hacer en los primeros dos años. Ahora habrá una segunda ola de reformas y no va a terminar allí: vamos a seguir haciendo reformas cuando sea el segundo mandato del presidente Milei, que seguramente va a ganar la reelección. La inflación va a seguir bajando y el año próximo, hacia el segundo semestre, veremos que cada mes va a ser menor al 1%. Vamos a entrar al 2027 con una inflación muy baja. Eso nos va a dar a los argentinos una tremenda sensación de estabilidad. Pero además estará la recuperación de la economía y de los salarios. Milei va a llegar muy bien al 2027 y eso le permitirá la reelección.
-La explicación del resultado de las elecciones es que hay un fuerte voto en contra del kirchnerismo. ¿Qué debe hacer el Gobierno para que ese voto deje de ser de bronca y se transforme en un voto liberal, convencido?
-Creo que hoy, no se dice mucho, si uno mira los salarios se puede apreciar que hay una fuerte recuperación en los ingresos del sector informal. Los salarios de ese sector son los de menores ingresos. Por eso se ve la baja de la pobreza, que sigue siendo altísima, del 52% hasta el actual 31%. El sector que quedó más retrasado es el de empleo público. Esa es una estrategia del Gobierno. En su momento la aplicó Singapur: que los salarios del Estado sean menores a los salarios del sector privado. De forma tal que naturalmente la gente quiera pasarse al sector privado. Darles un incentivo para cambiar. Eso es parte de la política del Gobierno, explícita o no, pero es lo que está ocurriendo.
“HAY QUE REEMPLAZAR LAS MONEDAS DEBILES POR LAS FUERTES”
-Se ha sellado un vínculo muy importante con el Tesoro de los Estados Unidos. En la semana el Financial Times publicó una nota en la cual remarca que Washington alienta la dolarización de países aliados. ¿Están dadas las condiciones para dar ese paso, en lo técnico y en lo político?
-Es una cuestión fundamentalmente política. Los que creemos en la dolarización cometimos el error de usar de ejemplo a Ecuador. Era bueno porque sin necesidad de hacer las cuentas sobre la cantidad de reservas, con muy pocos fondos, dolarizaron y les funcionó muy bien. Pero fue un error porque en realidad a los argentinos no nos gusta compararnos con Ecuador sino con Europa. Es lo que hizo España, Francia, Italia e Irlanda, eliminar las monedas débiles y reemplazarlas por una fuerte. Tiene que ser con un acuerdo con la Reserva Federal de los Estados Unidos. Debe haber una supervisión de la Fed al sistema financiero argentino como hay una supervisión del Banco Central Europeo sobre los sistemas de cada uno de los países miembro. El prestamista de última instancia lógicamente tiene que controlar qué están haciendo los bancos. El premio Nobel Robert Mundell hace tiempo que hablaba de áreas monetarias. Las monedas fiduciarias que no tienen respaldo oro lo que han hecho es ir destruyendo los salarios. Concentran la riqueza en los ricos. Eso hay que comprenderlo. La moneda sana fundamentalmente es para los asalariados. Esto lo entendieron los socialistas argentinos a comienzos del siglo XX, como Enrique Dickmann y Juan B. Justo. La importancia de la moneda sólida para que no se le deterioren los salarios a la gente.
-Entonces, según su punto de vista, ¿estamos más cerca de la dolarización?
-Creo que sí, pero todavía tiene que convencerse Scott Bessent (secretario del Tesoro estadounidense), que es conveniente. Un buen indicador en el caso de la Argentina es que el 75% de la gente votó en contra del kirchnerismo. El kirchnerismo no es una oposición normal, es una oposición anti sistema. Dice que no va a pagar la deuda externa, que va a devaluar, que va a destruir la moneda, que irá marcha atrás con las reformas, está en contra de las instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional. Esa oposición anti sistema del tipo izquierda estudiantil es muy dañina. Ese es el riesgo Kuka, que es real. Si eso lo comprenden los peronistas, tienen que sacarse de encima al kirchnerismo y pasar a ser un partido normal.