Opinión

Había una vez… amigos reales

- Abuelo, ¿qué son los amigos virtuales?

- Uy, algo muy curioso de esta época. En realidad, la palabra “virtual” lo define bien: es algo que “no es”, pero que puede llegar a serlo algún día. Aparente, también podría decirse… o trucho. No real. Es un fenómeno que explota con las redes sociales, hace ya varios años. En un mundo cada vez más carente de afectos verdaderos, en donde abunda más la soledad que la amistad, en donde uno apenas conoce a sus vecinos, ni visita a sus amigos para saber cómo están, esas realidades insustituibles que nos hacen hombres verdaderos, se reemplazaron en buena medida por “virtualidad”. Yo nunca vi por esos visores de “realidad virtual”, ¿vos lo hiciste?

- No, tampoco.
- Bueno parece que uno usándolos, se sumerge en un universo falso, trucho. Las redes sociales, como muchos inventos del hombre, pueden ser buenas herramientas o pésimas. Sirvieron para acercar a amigos o familiares distanciados, perdidos, y eso fue espectacular. Sirvió también para hacer algunos amigos buenos, porque a través de intereses comunes, la filatelia, por ejemplo…

- ¿Qué es eso? -me interrumpió. Automáticamente respondí:
- Los que coleccionan estampillas…

- ¿Eso qué es? -volvió a preguntar, y ahí me di cuenta de que otra vez el ejemplo era imposible… de un mundo que se terminó.
- Cosas de viejos -simplifiqué-, unas figuritas que se pegaban en las cartas que la gente mandaba a sus conocidos que estaban lejos. Pero volvamos al tema. Las redes sociales trajeron, como te decía, algunos beneficios, pero también muchísimo “desorden” adentro de las personas. Tengo una imagen terrorífica en mi memoria. Hace pocos años, vos eras chiquito, el mundo vivió una de las ridiculeces y atrocidades más grandes de la Historia. LA llamaron “pandemia”. Pintaron un escenario (que nunca llego) en el que el mundo entero se iba a enfermar y morir con una nueva enfermedad supercontagiosa, ¿te acordás?

- No.
- Mejor. Todavía no sabemos del todo el por qué, pero el mundo se volvió loco y nos encerraron a todos en nuestras casas por meses. No podíamos ni ir a trabajar, ni visitarnos, nada. La policía vigilaba que nadie saliese de su casa. Impusieron vacunas. A los que se enfermaban, los aislaban de todos y si se empeoraban y morían , lo hacían solos, algo horriblemente deshumano… No dejaban que se acerquen los hijos, los nietos, los amigos, ni siquiera un cura para darle la unción. Nada. Solos. Pero no es eso lo que te quiero decir…

- Me interesa, parece una película de miedo…
- Quizás otra vez, lo que ahora te quería contar es lo que pasó en mi colegio. Fue un año en el que casi no hubo clases presenciales. Se inventó un sistema para mantenerlas “virtualmente”.

- ¿Truchas?
- Bueno, ahí se hizo lo que se pudo. Como en todas las cosas, hubo quienes se esforzaron muchísimo y otros que se dedicaron a dormir. Pero no es ese el tema. Lo que te quería contar es la imagen del “reencuentro”. Imaginate bien, la mayoría de los chicos no había salido nunca por meses de sus casas. Me acuerdo de una chica que siempre me venía a saludar, de Primaria, que me contó que durante esos largos e interminables meses solo había hablado con su mamá. Tenía un hermanito recién nacido y nadie más. Yo en ese entonces, me decía que todo eso tenía que terminar mal… y terminó mal. Pero estábamos en los días del “reencuentro”. Todo había sido tan mal llevado que la gente empezó a hartarse y ese estado autoritario de encierro no podía mantenerse más, así que llegó el día en que hubo clases de nuevo. Un día esperado, ¿no? ¿Cómo te lo imaginás?

- Alegre, una fiesta…
- Lo que me acuerdo es todo lo contrario. En el primer recreo los chicos casi no se hablaban. Un silencio sepulcral. A todos nos obligaban a usar un barbijo que nos ocultaba; los profesores, en clase, tenían que usar unas máscaras grotescas que los hacía parecer a astronautas. Así que ni siquiera nos reencontrábamos con caras… Yo también me había imaginado la alegría de los chicos en ese día, pero no. El miedo los había ganado. Se encontraban más cómodos mirando el celular que hablando con sus viejos amigos verdaderos. Más cómodos con sus miles de “amigos” virtuales, que con los que lo rodeaban. Y podía esperarse, porque, aunque la palabra es parecida, lo esencial en la amistad es la “virtud”, y las virtudes son hábitos buenos, y los hábitos se pierden cuando no se practican. Si las virtudes desaparecen, las amistades desaparecen también. Estos chicos, encerrados tanto tiempo, sin ver a casi nadie, habían perdido el hábito de la amistad. Porque no es lo mismo chatear que estar.

- Entonces los amigos virtuales no son amigos… - No, no lo son. Podrían llegar a serlo algún día si se da un encuentro personal y apuntan al bien del otro. Si no, no son más que un número. Y los números muchas veces son sólo espejismos. Lo primero que se debe dar en la amistad es ese encuentro con la otra persona. Real, no virtual. Porque no se puede amar lo que no se conoce.

MARCO TULIO CICERON

Un romano que alguna vez te nombré, Marco Tulio Cicerón, escribió un librito sobre la amistad que fue leído y estudiado por siglos. Hasta hace no mucho, yo lo leía con mis alumnos. Un clásico. Para Cicerón, “la amistad verdadera se basa en la virtud, ya que solo los virtuosos pueden amarse desinteresadamente, sin buscar utilidad o placer”. Eso quiere decir que la amistad sólo se da entre gente buena y buscando el bien del otro. Fuera de eso, no hay amistad, porque es un “amor desinteresado”. Implica confianza absoluta y lealtad. También generosidad y, al menos por algún tiempo, encontrarse personalmente.

Después, a veces la vida separa a los amigos, pero, aunque por años no se vean, si hubo verdadera amistad, esa permanece, sobre todo cuando duran también ese amor por cosas comunes.

El viejo Cicerón decía que la amistad era “un acuerdo perfecto en todas las cosas divinas y humanas, con benevolencia y afecto”. Todavía me la acuerdo porque se lo tomaba a mis alumnos y les pedía que lo explicaran. Cuando dice “un acuerdo perfecto”, no está queriendo decir que los amigos están de acuerdo en todo, sino que lo están en lo fundamental. Y fundamental hay una sola cosa: cómo vivir bien y cómo morir bien. Lo demás se va ordenando de acuerdo a eso. Y es por eso que se dice que “a los verdaderos amigos se los conoce en las malas”, es decir, cuando las cosas se hacen difíciles. Allí los falsos desaparecen.

Entonces, volviendo a lo primero, las amistades virtuales no son verdaderas, podrían llegar a serlo o transformarse. A veces, son algo peor: trampas de gente que se esconde para hacer el mal, aunque la mayoría de las veces son solamente fantasías que esconden soledades. Tristemente.