Opinión

Güemes, Belgrano y San Martín: el mismo fuego, la misma pasión

En estos hombres que lograron la gesta por la Independencia brillaba la virtud de la fortaleza y la magnanimidad. También hicieron culto de los valores militares heredados de las más puras y auténticas tradiciones del guerrero cristiano.


El próximo 17 de junio recordamos al General Martín Miguel de Güemes, militar salteño que jugó un papel central al frente de las milicias que defendieron el norte de nuestro país en las guerras por la independencia. Sus acciones, en coordinación con las del General José de San Martín, facilitaron el cruce de Los Andes para desarrollar con éxito la campaña libertadora.

Asimismo, el 20 de junio se conmemora el Día de la Bandera en homenaje al General Manuel Belgrano, quien falleció ese mismo día en 1820.

LAS VIRTUDES

Hoy queremos destacar las virtudes de estos hombres que lograron la gesta por la Independencia de esta parte de América. San Martin, Belgrano y Güemes.

Nuestro artículo hoy está dirigido a los jóvenes, con el propósito de encender en ellos la pasión por la lectura de nuestra rica historia. Recordamos a estos tres héroes, simplemente porque consideramos que son el trípode de nuestra independencia nacional.

La historia que los enlaza comienza con el Éxodo Jujeño y termina con el exilio de San Martín, pasando por la Batalla de Tucumán, la Batalla de Salta, la estadía (corta) de los tres en Tucumán, la gesta de Güemes en Salta y Jujuy, y San Martín en Mendoza con el Ejército Libertador de Chile y Perú.
Nuestra satisfacción más grande seria que los jóvenes, al terminar de leer este articulo salgan corriendo a buscar otros autores que los enriquezcan más. Hay miles de páginas dedicadas a ellos.

Hoy queremos recordar que los tres héroes fueron reunidos en nuestras tierras del norte planificando juntos la liberación de nuestro pueblo. Hecho muy importante, pero que pasó desapercibido a los ojos de algunos historiadores.

Queremos recatar y destacar el espíritu que tenían aquellos hombres que nos hicieron esta Patria. La Argentina no nació al acaso, no nació por casualidad, no nació como hija de nadie. Tiene un pasado. Tiene una historia, una cultura, una raza, una religión, una lengua, y todo eso se hunde en las raíces de la Historia.

Seguimos al Padre Alberto Ezcurra: “Nosotros recibimos aquella cultura que nos vino de Grecia y de Roma a través de España y junto con ella el cristianismo. Y la fidelidad a esos valores estaba presente en los hombres que nos dieron una Patria. Incluso cuando fue necesario proclamar la independencia de España, fue no como una ruptura, no como un tirar por la borda o a la basura todo aquel pasado, aquella tradición recibida. Fue como el hijo que llega a la mayoría de edad y deja la casa de los padres. Y no siempre es fácil dejar la casa de los padres y no siempre los padres entienden cuando un hijo deja la casa o la familia, para formar una nueva familia. Pero esa separación, esa ruptura, no significa un renegar de la tradición, de la herencia y no renegaron los hombres que nos dieron la Patria. Y no renegaron del aspecto cristiano de esa tradición, de esa herencia.”

“La Argentina no nació al acaso. Tiene un pasado Y todo se hunde en las raíces de la historia”.

Por eso hoy reafirmamos en el Día de la Bandera y recordamos todas aquellas frases tan magnificas de Belgrano (que están escritas en innumerables testimonios públicos). Con esa referencia tan concreta al manto de la Virgen, no como algo poético: el cielo, la montaña, las nubes. Sino como algo real y concreto a los colores de la Inmaculada Concepción. Y más todavía, a la Virgen de Luján.

El sargento mayor Carlos Belgrano, que desde 1812 era comandante militar de Luján y presidente de su Cabildo, dijo: “Mi hermano tomó los colores de la bandera del manto de la Inmaculada de Luján de quien era ferviente devoto”. (Aníbal Atilio Rottjer, ´El General Manuel Belgrano´, Ed. Don Bosco, Bs. As., 1970,pag 66) Y en este sentido se han pronunciado también sus coetáneos, según lo aseveran afamados historiadores. Y ese era el mismo espíritu de San Martín.

Existe nutrida correspondencia entre San Martín y Bel grano. Entre Belgrano y Güemes. Por ejemplo, Belgrano le recomienda a San Martín que no se olvide los escapularios de la tropa, que presida el rezo del Rosario. Aunque se rían y aunque no lo entiendan los mentecatos. San Martín en la celebración de la Misa. San Martín poniendo el patrocinio de la Virgen del Carmen como General de sus ejércitos.

Cuando recordamos el modo en que se nos enseña la historia, en nuestra escolaridad básica y secundaria, resalta la memorización de fechas, batallas y nombres de acontecimientos. Difícilmente se encuentra en ese ejercicio de la memoria una intuición acerca de lo recordado, una imagen presencial de los hechos referidos, una enseñanza de las virtudes y valores que emanan de aquellos hombres. Menos aún una reflexión sobre los mismos. "La batalla de Tucumán", "El cabildo abierto", "El éxodo jujeño", por ejemplo, pasaron a ser nombres de hitos cuya significación global apenas se percibe y lo que cuenta es ubicarlos en el calendario escolar.

Hoy queremos rescatar algunas pocas virtudes de estos tres grandes hombres que les permitieron acometer grandes proezas y darnos La Patria. Rescatemos del olvido la presencia vívida de acontecimientos históricos que vincularon, en "un mismo fuego”, las proezas militares y civiles de tres héroes de nuestra historia: Belgrano, Güemes y San Martin. La memoria de lo sucedido pasa a ser, así un recuerdo memorable por su presencia. El éxodo jujeño, por ejemplo, debe ser explicado desde su concreción cotidiana, desde su armadura contra crecientes dificultades. Y entonces, de esa forma se comprenderá la enormidad de la empresa que describe el esfuerzo humano para movilizar toda una población, sus animales y enseres, a lo largo de casi 400 kilómetros, con muertes, privaciones y sufrimientos. Lo mismo ocurre con la preparación del cruce de la Cordillera por el ejército de San Martin, y acontecimientos de la magnitud de las batallas de Chacabuco, Maipú o la prolongada guerra de asedio de Martin Güemes y sus gauchos a las tropas realistas o con la batalla de Tucumán.

FORTALEZA Y MAGNANIMIDAD

Al ver estas proezas debemos destacar que en estos tres hombres brillaba la virtud de la fortaleza y la magnanimidad.

“La virtud de la fortaleza ayuda a superar las dificultades resistiéndolas y acometiendo las obras necesarias para el bien. Respecto al temor, la fortaleza nos hace audaces evitando tanto la temeridad como la timidez, pues, previa reflexión, nos mueve a afrontar los miedos injustificados, pero sin exponernos a los peligros innecesarios o superiores a nuestras fuerzas”.

“Simplemente recordamos a estos tres héroes, porque son el trípode de nuestra independencia”.

Sin embargo, no terminan aquí los beneficios de la fortaleza, pues a ella se adscriben otras virtudes, como sus partes integrantes. La primera de la que se ocupa Santo Tomás es la magnanimidad. “En la preparación del ánimo… se pone en juego una virtud, parte integral de la fortaleza, que se llama magnanimidad, la cual anima a aspirar a lo más alto. La magnanimidad se puede desvirtuar por defecto, dando origen a la pusilanimidad, por la que el hombre, viciosamente, se siente incapaz de realizar lo que está a su alcance y lo rechaza, aunque sea proporcionado a sus posibilidades” (Suma Teológica, II-II, q.133, a.1, c.)

Observemos que cuando la Iglesia canoniza a los santos, los pone como ejemplos, los pone como modelos de vida. “Si la vida del cristiano es una imitación de Cristo, los santos reflejan distintos aspectos de la infinita perfección de Cristo y nos muestran cómo seguir el camino de la imitación de Cristo. Pues bien, lo que pasa con los santos de la Iglesia, pasa con los héroes de la Patria. Los héroes no están solamente para que nosotros los recordemos formalmente y les rindamos homenaje, o dediquemos a su memoria discursos que tantas veces son palabras huecas, palabras vacías. Los héroes están puestos también como ejemplo y como modelo de la vida. Son los dos ejemplos que puede tener el hombre y el cristiano: el santo y el héroe. El héroe como resumen de todas las virtudes humanas, del coraje, del heroísmo, de la generosidad, del desinterés, del servicio del Bien Común. Y el santo como resumen de las virtudes divinas, de las virtudes sobrenaturales, de las virtudes teologales.” (Alberto Ezcurra).

CULTO AL HONOR

La fortaleza de carácter hizo brillar en estos tres arquetipos de la Patria: la altivez contra el servilismo, la grandeza contra la mezquindad, el enojo contra, la cobardía, la magnanimidad contra la pusilanimidad, buscando consolidar una unidad de corazón, inteligencia y voluntad. El culto al honor que inculcaron San Martin, Belgrano y Güemes en sus hombres, será el norte del líder militar argentino. La prudencia les indicó actuar en orden al fin. Se extendió al resto de las virtudes morales señalándoles el justo medio para no pecar ni por exceso ni por defecto. Es la aplicación del principio general a cada caso particular y contingente. La justicia inclinó a estos jefes, a dar a cada uno lo que le pertenece estrictamente. Ligada íntimamente a la ecuanimidad, la templanza tiende a que el líder no se aparte de la razón y de la disposición generosa al servicio por cuestiones de orden material o egoísta, la virtud del patriotismo sella en el corazón del Líder la genuina nobleza de lanzarse abnegadamente al servicio de su Patria, aun cuando por ello su vida quede trunca en el combate. Cuando el líder la posee, la contagia y difunde a su alrededor.

Coronando las virtudes de nuestros tres líderes criollos hallamos la presencia de los valores militares heredados de las más puras y auténticas tradiciones del guerrero cristiano. Valores y virtudes como la fe, que Dios nos infunde en el entendimiento por la que asentimos a las virtudes divinas apoyadas en el testimonio o autoridad del mismo Dios. El líder con fe en el Señor y esperanza obrando de acuerdo a las rectas intenciones, llevará a sus hombres a la lucha convencidos, abnegados, obedientes y motivados por saberse en la verdad.

Esta unidad de concepción de la vida, de La Patria y de la Fe unió a estos hombres con un mismo fuego y una misma pasión que hoy nos interpela y nos marca el rumbo a seguir. ¡No es un tiempo de veletas, es un tiempo de marcar rumbos!