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Un supuesto ataque cardíaco se llevó al periodista de La Prensa especializado en tradiciones porteñas

Falleció a los 49 años Sergio Limiroski, uno de los mejores entrevistadores del país

La Prensa ha perdido a uno de sus mejores periodistas, a uno de los indispensables, pero por sobre todas las cosas a una gran persona. Un supuesto ataque cardíaco se llevó hoy a la madrugada al querido Sergio Limiroski, quien aún no había cumplido cincuenta años de edad. Nos costará mucho reponernos del dolor y de la estupefacción.

El lector lo conoce bien; de hecho sus escritos están entre los más leídos de nuestra página web. El Tano (así lo habíamos motejado, nunca se supo bien por qué) era de uno mejores entrevistadores del periodismo argentino. En sus más de dos décadas en el diario, hizo no menos de 400 entrevistas que atrapaban a los lectores, los conmovía con historias de vida y sacrificio y los trasportaba a un maravilloso pasado que se resistía a irse. Era el responsable de la página central en la edición dominical.

Hasta el jueves nomás, conversábamos con Sergio sobre eventuales reportajes para hacer. Este año, se dedicó a elaborar una magnífica saga sobre los problemas de la educación argentina (era una de sus grandes preocupaciones) y se especializó en los lugares históricos de Buenos Aires como porteño de ley que era.

Limiroski, en efecto, era nuestro gran cazador de tradiciones; planeábamos incluso hacer un libro con sus magníficos artículos sobre viejos comercios e industrias de la Ciudad. Ojalá podamos hacerlo; sería el mejor homenaje para un periodista de fuste, todoterreno, con un sentido de la responsabilidad y respeto por la eficacia, absoluto. 

Padre de Candela de 16 años y de Nicolás de 10 se convirtió en el pilar fundamental de una familia que debió afrontar unida la grave enfermedad de Pía. Juntos salieron adelante y se refugiaron en el amor familar.

Sergio estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires. Deja una esposa y dos hijos menores de edad. Deja a decenas de amigos en esta redacción. Todos lo queríamos. Su bonhomía conmovía. Nadie recuerda una discusión con El Tano. Nunca podremos reemplazar al profesional y al amigo.