Se ha escuchado decir en numerosas ocasiones que la expectativa reduce la felicidad, sin embargo, el desarrollo personal se nutre de establecer nuevas metas y abrazar desafíos,
¿Cómo desafiarnos a crecer sin frustrarnos ante las dificultades?
Caminos de encuentros y desencuentros
Muchas frases motivacionales sostienen la idea de “pensar en grande” y “soñar lo inalcanzable”. Pero también es cierto que muchos de estos mensajes bienintencionados colocan una vara alta, muchas veces lejana que, cuando choca con la realidad genera frustración.
Algunos autores definen a la frustración como la distancia entre las expectativas y lo realmente alcanzado. Siguiendo esta línea, podría sostenerse que a mayores expectativas y mayor distancia entre éstas y los logros obtenidos, mayor frustración.
Este análisis no busca minimizar la importancia de la motivación o de las aspiraciones. Por el contrario, invita a una profunda reflexión sobre si una expectativa elevada podría ser inversamente proporcional a nuestra percepción de felicidad. La clave radica en encontrar un equilibrio, redefiniendo nuestras expectativas para que sirvan como un motor de avance sin convertirse en una fuente constante de desilusión.
Si se espera poco, hay mucho más a encontrar por delante
Es cierto que figuras reconocidas han alcanzado el éxito en su campo por no contentarse y aspirar a metas más lejanas; pero, ¿el éxito en sus carreras profesionales les garantiza también la felicidad?
Aquí es donde el terreno se empasta: primero, porque no existe un consenso unánime sobre la definición de éxito, felicidad o fracaso. Segundo, porque esos caminos no son tan lineales y orgánicos.
Resultaría idílico pensar en una vida sin frustración, fracaso o tristeza. De hecho, atravesar estos estados a menudo nos permite valorar y apreciar en mayor medida los momentos de alegría y los sentimientos de satisfacción.
Por lo tanto, ¿es válido generar una dicotomía entra expectativas y bienestar o será mejor pensar en un vínculo que bien trabajado puede generar una transformación superadora?
La transformación superadora
Después de dar vueltas a la idea, podría pensarse una solución de compromiso, siempre tomando la prudencia de advertir que la felicidad en sí misma es un concepto volátil, subjetivo y difícil de medir.
Una posible alternativa seria pensar en etapas o fases:
En la fase inicial o de desarrollo, aceptar que pueden surgir falencias y evitar expectativas desmedidas puede facilitar el avance y la exploración de lo incierto, "mayor felicidad con menores expectativas".
En fases posteriores, con un mayor entrenamiento y recursos para sortear desafíos, se esperaría una vara más alta, contar con mayores recursos para resolver e incluso ser resiliente a los desvíos e impulsar un crecimiento significativo.
La clave se resume en una palabra: equilibrio, estado que se logra a partir de la experiencia, el trabajo y la actitud; ingredientes de una receta que todos pueden alcanzar pero que, sin duda, requiere paciencia, entrenamiento y constancia.
Silvana Vattimo
Lic. en Psicología (M.N. 48.082)
Directora en SCI COMUNIDAD