En el espacio Efecto Mariposa, el embajador Jorge Argüello entrevistó a su par de Brasil en la Argentina, Julio Glinternick Bitelli, con quien analizó los pliegues de la política internacional, las estrategias de bloque y la reconfiguración del tablero global.
-Debo comenzar por un número: 27 años y 3 meses. Esa es la condena que recibió el expresidente Jair Bolsonaro por intento de golpe de Estado en el año 2023. Le pido una reflexión.
-Creo que lo más importante, sin ninguna duda, es la demostración de la solidez de las instituciones democráticas en Brasil. El pleno derecho que tuvieron todos los acusados a la defensa y la independencia de los poderes. Eso ha quedado muy claro. El Poder Legislativo, el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo son independientes y trabajan juntos. La capacidad que demostró el Supremo Tribunal de soportar todo tipo de presiones y hacer su trabajo, según las leyes brasileñas y de una manera muy seria, bajo el principio de que todos son iguales ante la ley, eso es lo más importante. Y después, algo que a lo mejor no hubiese sido necesario pero que se demostró también, es la capacidad de las instituciones brasileñas de resistir a presiones externas que no tienen ninguna cabida. Son dos pilares muy importantes que dejan en claro la fortaleza de la democracia brasileña hoy.
-El presidente Lula le envió una carta al presidente Donald Trump a través del New York Times. Lo que plantea es que la democracia y la soberanía brasileña no se negocian. Es una respuesta a la carta de Trump donde amenazaba con lo que luego hizo: imponer un 50% de aranceles a las importaciones brasileñas. Estados Unidos utiliza los aranceles como herramienta de poder. ¿Cuál es la situación que se plantea en Brasil y la región en relación a esto?
-Creo que el caso de Brasil es el más dramático de la utilización de los aranceles. A la carta original en realidad Itamaraty -la Cancillería brasileña- la devolvió porque no es así como se establece la comunicación entre jefes de Estado. De todas formas ahí el gran argumento que utiliza el presidente de Estados Unidos es el falso superávit que tendría Brasil con respecto a Estados Unidos en términos comerciales. Es una cuestión objetiva e incuestionable. En los últimos diez años Estados Unidos fue el que tuvo un superávit importante con respecto a Brasil. Y lo que quedó claro es la utilización política de los aranceles. ¿Por qué? Porque desde hace mucho tiempo las autoridades brasileñas dicen: si Estados Unidos quiere discutir temas comerciales, nosotros estamos preparados para hacerlo cuando y dónde quieran. Pero lo que no se puede es negociar es la independencia de los poderes en Brasil y la interferencia de un país extranjero en la justicia brasileña.
PARALELISMO
-La gente de la Casa Blanca me explicó que era tan fuerte el paralelismo entre el intento de toma del Congreso y golpe de Estado en los Estados Unidos del 6 de enero de 2021, con el 8 de enero de 2023 en Planalto -sede del gobierno brasileño-, que fue todo un gesto político de la administración Biden recibir al presidente Lula. Esa visión ha cambiado dramáticamente.
-Creo que a partir de la misma premisa, la similitud entre los dos episodios, lo que era algo meritorio para la administración anterior, es algo que ahora molesta. Si uno mira la prensa internacional y los comentarios con lo que ocurre en Brasil, es casi inevitable la comparación con lo que pasó en Estados Unidos. El corolario es que Brasil hizo lo que tenía que hacer.
-Los especialistas en relaciones internacionales están planteando que el mundo ya no reconoce los G7, G8, G20, y el G193, es decir la Asamblea General. Dicen que vivimos un mundo G0, donde habrá distintas centralidades. Menciona a los Brics. ¿Cuál es el balance de la última cumbre del bloque?
-El G193, la Asamblea, hoy está paralizado. No creo en el G0 pero sí creo que hay trabajar con los plurilateralismos. Espacios donde se pueda hacer algo constructivo en este mundo tan caótico y conflictivo en el que vivimos. En ese sentido, los Brics abren ese espacio. Es un espacio de diálogo, privilegiado de intercambio de ideas para hablar de la gobernanza globlal y otros temas que son de interés de todos. En Río de Janeiro las preocupaciones brasileñas eran justamente la gobernanza global y el comercio internacional. Cómo evitar ciertas trampas que hoy nos están tomando a otros. Se habló de comercio en monedas locales. El tema del medioambiente. Que para algunos países haya dejado de ser prioritario no quiere decir que debe dejar de existir o de ser prioritario para el mundo en general. Se habló de Inteligencia Artificial, que tampoco es algo que se pueda dejar sin algún tipo de regulación. Al menos dar una discusión sofisticada sobre algo que está cambiando todo y que tiene un aspecto oscuro muy complicado. Son espacios dentro de los cuales todavía se puede trabajar con agendas que incluyan temas de interés común. Brics no es un grupo de países que piensen igual, para nada. Pero es un espacio para tratar esos temas que son fundamentales.
-La negociación entre el Mercosur y la Unión Europea ya lleva 25 años. ¿Cuál es el impacto que Brasil imagina de concretarse este año el acuerdo?
-Es un largo proceso. El acuerdo es bueno. Creo que tiene una dimensión estratégica extraordinaria. En un mundo donde se pierden las certezas que había antes, cada vez más la gente mira a Asia como el futuro en términos económicos y comerciales. La verdad es que Europa y América Latina están quedando rezagadas en esta reconfiguración del tablero mundial. A partir de afinidades culturales conocidas por todos entre estas dos regiones, plasmar eso en un tratado que tiene implicaciones comerciales importantes de transferencia de tecnología y acceso a mercados es relevante. La dimensión estratégica es lo que más ha crecido en los últimos años. La negociación está terminada, el texto está, y ahora hay toda una negociación dentro de la Unión Europea que tuvo un paso importante con el envío al Consejo Europeo. Somos optimistas de que antes de que termine el año se pueda firmar el acuerdo. En Brasil estamos convencidos de que los resultados serán positivos.
-¿Puede ser un resorte estratégico para el Mercosur en orden de su potenciación y relanzamiento?
-Sin ninguna duda. Los países del Mercosur han sabido trabajar juntos en la elaboración de las conclusiones con la Unión Europea. Hay una lista de países interesados en negociar con el Mercosur. Hoy hay visiones distintas en ciertos temas de la agenda del Mercosur, que no son los temas comerciales. Lo que llamamos la agenda social. Sin embargo, hemos demostrado una capacidad importante de trabajar juntos en los temas donde hay interés común. Ahora van a empezar las conversaciones con Canadá, Japón, Indonesia y Vietnam. En la región, El Salvador, Panamá y República Dominicana.
LA ASAMBLEA
-La Asamblea General era la caja de resonancia de la política internacional. Luego ingresó en este proceso de franca decadencia. ¿Ve la posibilidad cierta de que un latinoamericano alcance el cargo de secretario General de la ONU?
-No hay una regla escrita. Por tradición, en principio tiene sentido de que sea alguien de Latinoamérica y el Caribe. Lo que veo difícil es que la región llegue a un nombre consensuado. Y con eso perdemos un poco la capacidad de determinar esa elección.
-Mencionó a América Latina, una región hoy olvidada y de alguna manera irrelevante. ¿Es responsabilidad nuestra? ¿Por qué se da esta irrelevancia creciente en el escenario internacional?
-Es una pregunta que requiere mucho tiempo de reflexión. La verdad es que hemos querido y tal vez quedamos un poquito atrapados en quererlo demasiado. En un discurso muy lindo pero que no se concretó. Hoy por hoy tenemos que trabajar con un nivel de ambición más adecuado a la realidad. Hay temas de interés común que son obvios en la región como la infraestructura, la conectividad, el combate al crimen transnacional. Hay que buscar esa agenda de intereses comunes. El momento requiere algo más sencillo y dejar un poco atrás las grandes ideas de integración. Podemos mirar con optimismo lo que ocurre con el Mercosur, la capacidad de gobiernos que tienen visiones distintas de trabajar juntos de manera coordinada cuando hay intereses comunes.
-Creo que a la hora de pensar la integración es conveniente pensar en Sudamérica y no tanto en el Caribe. ¿Tiene una opinión sobre esto?
-Cuando surgió la idea de Unasur, que fue la primera vez que se habló de Sudamérica como una unidad geográfica, detrás del concepto en Brasil estaba eso. Había un proceso de integración centroamericano, otro proceso de integración norteamericano, otro en el sudeste asiático, pero no había uno de carácter sudamericano. En términos históricos, geográficos y comerciales tiene sentido que trabajemos como Sudamérica. No son conceptos excluyentes porque hay puntos de interés común con el Caribe, Centroamérica y México.