Insobornable, el calendario muestra un tiempo pautado. Doce meses encadenados, 52 semanas, 365 días. La mirada subjetiva, en cambio, lo vuelve más corto o más largo; calmo o agitado; esplendoroso o patético; brillante u opaco. El año 2025 tuvo para la Argentina algo de todo esto, y un poco más también.
Con el telón casi bajo llega el momento del balance. Porque casi nunca los finales coinciden con las expectativas de los comienzos y, sobre todo, porque este es un país insondable, era imposible trazar el derrotero que seguiría la economía allá por el mes de enero.
Había una sola certeza: las elecciones legislativas de octubre, a nivel nacional, condicionarían la marcha del programa. Se sabía, además, que el resultado obraría como parteaguas. El Gobierno se jugaba su futuro en esa contienda.
No hizo falta apelar a un oráculo para saber que el eje político sería determinante. Conocemos la frágil estructura psicológica de los agentes económicos. Por eso tampoco sorprendió cuando en septiembre Axel Kicillof le puso su rúbrica a las elecciones bonaerenses y buena parte de los analistas creyeron ver el fantasma del kirchnerismo desfilando en un regreso triunfal.
Durante ese lapso el riesgo Kuka fue la medida del tiempo. Algunos le pusieron una temprana lápida a la aventura libertaria y volvieron a temer los dobleces del populismo, su economía planificada, su desdén por el orden fiscal, su costado desprolijo, arrojado, siniestro.
Pero a fines de octubre las Fuerzas del Cielo lograron una victoria contundente en las urnas y el alma le volvió al cuerpo a los inversores y a los hombres de negocios. El respaldo categórico dibujó una nueva composición en el Congreso Nacional, por donde ahora podrían pasar con éxito proyectos tales como las reformas laboral, impositiva y previsional.
INCOMODOS
Como suele ocurrir, no fue un año fácil para los argentinos. El mapa social y sus experiencias con el modelo liberal son heterogéneos. Hubo medidas de política económica, como el proceso de desinflación, que impulsaron una leve mejora pero el escenario incierto no hizo más que sembrar tensión y angustia.
El último informe difundido por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, el pasado 4 de diciembre, subraya con rojo la palabra estrés. Eso sufrieron las franjas sociales media y baja en 12 meses de zozobra. El documento académico destaca:
* El agotamiento del régimen político-económico de la posconvertibilidad -basado en expansión del consumo, creciente déficit fiscal y un régimen inflacionario persistente- desembocó en una trampa macroeconómica y política que erosionó progresivamente la capacidad estatal, productiva y distributiva. Este deterioro abrió paso a un nuevo escenario político-económico libertario, orientado a la inversión privada, la apertura comercial, el equilibrio fiscal y el sesgo exportador.
* En su fase inicial, este nuevo modelo se despliega mediante ajuste fiscal, desregulación, liberalización de mercados, recorte de subsidios y apertura externa, medidas que generan fuertes impactos sobre sectores productivos y laborales dependientes de la protección del mercado interno. El resultado es una transición inestable, con shocks redistributivos, caída del consumo y tensiones sobre el entramado industrial-sustitutivo.
* La economía avanza hacia un reordenamiento profundo, pero en un terreno socialmente frágil.
* Aun así, el nuevo régimen libertario exhibe logros macroeconómicos relevantes que ordenan el frente fiscal y monetario: reducción sustantiva de la inflación mensual, tras la corrección inicial del shock de precios relativos; equilibrio fiscal primario por primera vez en más de una década; recomposición de reservas, menor incertidumbre cambiaria y mayor previsibilidad macro; mejora en la inserción internacional, con señales favorables en cadenas de energía, minería y agroindustria.
* La estructura social actual refleja un largo proceso de fragmentación. Los indicadores de bienestar subjetivo, estrés social y percepciones económicas muestran una sociedad, si bien en salida de una crisis profunda, aún marcada por la incertidumbre: persisten niveles elevados de tensión emocional, estrés económico y pesimismo respecto de la situación del país, aunque atenuados por cierta expectativa de mejora personal futura.
ALTAS Y BAJAS
La Actividad Económica exhibió un estancamiento pronunciado en el primer semestre, situación que varió paulatinamente. Según datos del Indec, en octubre el estimador mensual de actividad económica (EMAE) registró una suba de 3,2% en la comparación interanual y una disminución de 0,4% respecto a septiembre.
Doce de los sectores de actividad registraron subas en octubre, entre los que se destacan Pesca (91,4% ia) e Intermediación financiera (22,8% ia), en este último caso impulsado principalmente por la mayor actividad de los agentes y sociedades de bolsa. La industria manufacturera sigue en rojo (-2,7%), lo que marca el perfil del modelo.
La creación de empleo en el sector privado sigue sin levantar vuelo. La desocupación alcanzó el 6,6% y los puestos de trabajo que se ofrecen están vinculados mayormente al cuentapropismo o el Monostributo, con un fuerte sesgo de precariedad.
De allí que no resulte extraño el incremento de la morosidad y el endeudamiento de las familias. Un informe elaborado por el Banco Provincia destaca que la irregularidad en los pagos de octubre escaló al 7,8%, desde el 2,5% de igual mes del 2024.
Por otra parte, el endeudamiento de los jóvenes entre 18 y 21 creció un 116%, con una mora del 41%. La mitad de los tomadores de crédito toman cifras en torno a $145.000 (menos de medio salario mínimo), y sólo 13% supera $1 millón. De estos números se desprende que se trata de préstamos de subsistencia, para llegar a fin de mes, y no dinero destinado a la expansión.
A lo largo del 2025 el Gobierno logró sostener el superávit de la balanza comercial, sobre todo producto del fuerte incremento de las exportaciones agrícolas -principalmente soja- y el respaldo que le brinda la suba de las ventas en el rubro hidrocarburos.
Los números, sin embargo, exhiben el sostenido crecimiento de las importaciones, que enciende las alarmas en el sector productivo local. El Gobierno parece haber alterado el orden que tanto declama: primero las reformas estructurales y luego la apertura económica. Pronto se verán los resultados.
Buena parte de la novela económica del 2025 se tejió en torno al dólar, como no podía ser de otra manera. La acusación de tener un tipo de cambio atrasado que favorecía las importaciones y la salida de divisas por vía del turismo encarnó las peores pesadillas poco antes de las elecciones. Tanto que el mismísimo Tesoro de los Estados Unidos tuvo que salir al rescate, como el Séptimo Regimiento de Caballería. Otra hubiera sido la historia si el Gobierno llegaba a las elecciones con la plaza cambiaria en llamas.
En el camino se le dio un retoque al esquema de bandas cambiarias, que ahora se actualizarán por inflación. El objetivo es que el nuevo mecanismo facilite la acumulación de reservas en las arcas del Banco Central, algo que desde hace tiempo reclama el Fondo Monetario Internacional.
El año dejó en el plano de la política económica las muestras de un severo desajuste entre la táctica del ajuste del gasto público que ensaya la Nación y la inclinación hacia la expansión que todavía implementan algunas provincias, donde Buenos Aires es claramente el mascarón de proa.
El triunfo electoral de octubre y la reconfiguración del Congreso Nacional es el punto saliente del 2025 por lo que traerá aparejado en términos económicos. La victoria no hizo más que pavimentar el camino para las reformas estructurales de la que tanto hablan los economistas liberales, y que consideran clave para el despegue de la Argentina.
La sociedad, cautelosa, parece jugar alguna ficha más sobre el paño de la confianza. Tanto es así que, según la consultora D’Alessio Irol, el 46% evalúa positivamente la gestión Milei y estima que podría producirse una recuperación del consumo.
Si después de este resumen a manera de balance, de tanta tensión, marchas y contramarchas, siente una profunda fatiga que le nace desde las mismísimas entrañas, no se alarme. Es normal. Sólo relájese, aléjese del teléfono celular y descanse. En breve se viene 2026.