Suplemento Económico

Estamos pagando las groserías K

El kirchnerismo representó para la economía argentina la gestión más torpe que hayamos padecido. Ya podemos imaginar 2018 con dos variables: Lebac rindiendo tasa real muy positiva y un dólar con crónica tendencia a la depreciación frente al peso.

POR GERMAN FERMO * 

El kirchnerismo ha sido la gestión más grosera y torpe que padeció la economía argentina en toda su historia. Podríamos ver a las tasas convalidadas por el Banco Central en la parte larga de la curva de Lebacs como un premio extra que la autoridad monetaria le está concediendo al mercado a los efectos de descomprimir los vencimientos en el tramo corto de la curva.

Las tasas de referencia de Estados Unidos, Europa y Japón están debajo del 1,25% mientras que las de Argentina están por sobre el 26%. Es posible concebir entonces a la tasa de referencia como un indicador de la salud de una economía determinada. Aquellas con tasas de referencia elevadas padecen de una enfermedad, en nuestro caso, inflación alta y distorsiva, y requiere por lo tanto de una política monetaria dura por un largo tiempo para su sanación.

Nada es gratis en economía. Lamentablemente los groseros excesos kirchneristas deberán pagarlo todos los argentinos en variadas dimensiones y por muchísimos años. El kirchnerismo condenó a la sociedad argentina a décadas de corrección y sacrificio. Recordemos incluso que durante los años K tuvimos que tolerar a un BCRA que nos decía que la inflación no era un fenómeno monetario, aspecto que la teoría ya da por hecho desde hace unos trescientos años.

El kirchnerismo representó para la economía argentina la gestión más torpe que hayamos padecido y eso lo digo a la luz de las variadas torpezas que como argentinos hemos evidenciado en materia económica. Que la gestión kirchnerista sea un récord de impericia con semejante competencia, lo dice todo.

INFINITO

El carry de las Lebacs es infinito. Al rendir 27%, las Lebacs largas ofrecen un retorno bruto aproximado de 18%. En un lapso de ocho meses, parecería razonable esperar una inflación en torno a 9%, lo que produce un 9% bruto real. Es razonable también esperar que el dólar se mueva bastante de la mano con la inflación, por lo que esta posición estaría generando un retorno bruto aproximado en dólares de 9%, una enorme tasa.

Una posición en Lebacs largas ofrece una tasa nominal elevada y el temor de una depreciación sustancial del peso contra el dólar parecería desvanecerse para una nación que seguirá recibiendo fuerte entrada de dólares vía endeudamiento externo.

Las Lebacs rindiendo tasa real muy positiva y un dólar con crónica tendencia a la depreciación frente al peso parecerían ser dos de los pilares con los que podríamos comenzar a imaginarnos 2018. Nada es gratis en finanzas por lo que, en un contexto de aversión al riesgo global, las monedas de alto carry como el peso argentino se deprecian. En eventos de pánico, la reducción de riesgo implica la liquidación de la moneda local, el cierre del carry trade y, por ende, su súbita depreciación. Cuanto más abiertos estemos al mundo, mayor será dicha reacción.

Tasas nominales altas en general se asocian a entornos con serios problemas macroeconómicos no resueltos. El actual equipo del BCRA ha implementado una política monetaria seria y enfocada a lograr una significativa desinflación, aspecto que probamente se consiga en los próximos años imaginando a una Argentina encaminándose hacia un dígito de inflación, impecable labor a cargo de nuestro equipo monetario.

Dicha estrategia, sin embargo, conflictúa contra dos bloques de inconsistencia macroeconómica que probablemente alargarán el sendero desinflacionario encareciendo, por lo tanto, los costos referidos a la ejecución de la política monetaria.

Una forma de comprender la permanencia en el tiempo de tasas reales altas y, por lo tanto, sumamente costosas al sistema económico es recordando que los excesos kirchneristas de gasto fuera de control y megaemisión monetaria para financiarlo deben alguna vez ser corregidos, y a ese sendero se ha abocado el impecable equipo monetario del presidente Macri. Enorme gestión, pero a la vez, costosísima: el kirchnerismo fue sumamente inflacionista.

RESILIENCIA

La inflación acumulada para el 2017 asciende a 15,40%, por lo tanto es altamente probable que culminemos el año con una inflación por sobre el 20%, lejos de la meta del 17%. Con los recientes datos inflacionarios, es probable que observemos un sendero de tasas nominales altas y tasas reales positivas bastante más extenso de lo originalmente esperado por el mercado.

Desde ahora el BCRA se juega por asegurar la meta del 2018 implicando de esta forma probablemente un sendero bastante más extenso de política monetaria estricta prolongando la vida de las Lebacs que a esta altura de los acontecimientos parecerían ser eternas. Las rentabilidades de las Lebacs nos señalan lo extremadamente costoso que ha sido el kirchnerismo para la economía argentina. Excelente el BCRA que sigue firme en su objetivo, a pesar de sus elevados costos.

El populismo blando del presidente Macri: la política monetaria y fiscal de la Argentina de hoy interactúan en un estado de permanente conflicto. La herencia social del kirchnerismo hace imposible encarar una reforma fiscal urgente pero impracticable, circunstancia que nos hace correr con un déficit fiscal agregado inestable en el largo plazo.

Ser ortodoxo en lo fiscal y en lo monetario es hoy una imposibilidad que de haberse ejecutado le hubiera costado ya al oficialismo las PASO de agosto, el populismo de la ciudadanía argentina lleva setenta años de gestación y la ortodoxia no puede borrarlo en solo dos años de gestión. Pero a la vez, las permanencias en el tiempo de políticas populistas encarecen obviamente el costo asociado a la corrección, entre ellas, la inflación.

Estamos gastando muy por encima de lo que la mesura económica dictaría en estos momentos y dicho sendero requerirá una solución en los próximos años si es que queremos que este proceso de cambio converja en forma no explosiva. La buena noticia es que, a la luz de las elecciones de agosto y muy, sobre todo, con las que se vienen en octubre, el presidente Macri tendrá una formidable victoria que hace muy probable su reelección en 2019 y por lo tanto abre una sustancial ventana de permanencia de las políticas que actualmente se vienen ejecutando, entre ellas la antiinflacionaria.

HIPERINFLACION K

Subsistir bajo la severidad del cepo ocasionó una presión cambiaria que una vez liberada impactó significativamente en la inflación del 2016 culminando con un 40%. Desde ahí había que bajar expectativas inflacionarias, era obvio que sería muy costoso hacerlo y lo estamos viendo.

Adicionalmente, el kirchnerismo pasó años enteros distorsionando las medidas de inflación generando un proceso potencialmente explosivo de contención de precios. A inicios del 2016 observamos el sinceramiento de precios produciendo un obvio rebote inflacionario fruto exclusivo de la herencia K.
Por otra parte, la no corrección de tarifas articulada por el kirchnerismo obligó a medidas correctivas hacia la normalidad presionando la suba de precios que el BCRA debió también contener. Y finalmente, el kirchnerismo dejó activada una bomba monetaria emitiendo al filo de la hiperinflación, lo que el BCRA debió absorber con Lebacs para evitar la híper K.

El salto inicial del stock de Lebacs fue consecuencia única de la siniestra emisión monetaria kirchnerista. Un gasto público fuera de control financiado con emisión de pesos fue una de las características más relevantes del kirchnerismo en su última fase de despedida y, por lo tanto, el abultado stock de Lebacs que hoy debemos soportar es la contracara de dicho descontrol.

Haber gestado por setenta años un país inviable e incomprensible nos ha sido sumamente costoso, aspecto que podemos observar cotidianamente en una variedad de frentes desde lo social y lo económico. Por lo tanto, observar que la inflación núcleo sigue sumamente resiliente es el reflejo del delirio kirchnerista que se suma a un actual populismo blando que permanentemente pone en zona de conflicto a una política monetaria restrictiva desde las tasas y una estrategia fiscal sumamente expansiva apalancada en endeudamiento externo, gasto público y shock de consumo.