Pasadas las elecciones y las burbujas del festejo, que los vencedores no se ahoguen en su gloria, ni los vencidos de desplomen en su desastre. Hay mucho trabajo que hacer. Hay algo más que política en un país: economía, que es la que somete a la política, venciéndola y arrinconándola en la parte más baja del fracaso o en la parte más alta del éxito.
No va al revés: no hay política exitosa con economía floja. Entonces no hay gobiernos exitosos con economías flojas. ¿Y ahora qué? dicen los expertos, y todos parecen tener la verdad en sus palabras. Hay que hacer esto, hay que hacer aquello. Pero si uno zarandea y filtra muchos mensajes, están vacíos.
Esas palabras son de difícil traducción a la realidad argentina. Querrán quedar bien con Estados Unidos o con China o con su ego. O cobrar por decir estupideces inalcanzables en el contexto argentino.
Casi nadie dijo que el país aún tiene la mitad de gente pobre, necesidades básicas insatisfechas, desnutrición infantil, deuda con los jubilados, falta de infraestructura básica (cloacas, agua de red, electricidad, rutas, vías y trenes, hospitales), tiene mucho dinero escondido que no tributa ni produce, fuga de divisas al por mayor en diversos tipos de gastos (viajes, tarjetas, importaciones, transferencias), y una industria nacional olvidada que no toma empleados.
LA GRIETA
El éxito aparente consolida la famosa grieta en la que Argentina vive con el 50% de la población y la otra mitad es invisible. El fracaso también consolida la grieta mediante el resentimiento y la negación. Agua y aceite.
Microeconomía es la economía enfocada desde el punto de vista de los sujetos individuales, negocios individuales, situaciones individuales, números individuales, impuestos individuales. Como máximo, sectoriales.
La gente vota con la visión que tiene de su propia microeconomía: cómo le va a su bolsillo, si puede comprar dólares baratos, si puede viajar, si puede ir de shopping, y si puede pasar tiempo comprando importado online. Vota para poder seguir hablando de viajes en sus mesas y reuniones.
Otros votaron para tener un subsidio, o siguieron pensando en el pasado, se quejaron, criticaron y pensaran lo contrario a los anteriores. Es como un Boca-River, como un Central-Newell’s.
Hay fanatismo. Esto es fácil de ver en los comentarios a las notas periodísticas, una pelea entre perros y gatos, por cierto nada constructiva.
Otros se abstuvieron, y no pocos. Muchas dudas sobre el presente, y más dudas aun sobre el pasado. Muchas veces la microeconomía representa una situación feliz: yo compro dólares, yo viajo, yo compro importado, yo, yo, yo.
Entonces ese sujeto económico, individual, vota feliz, y vota para seguir comprando su dolarito barato, su viajecito al exterior y sus zapatillas importadas. Es decir, es un voto egoísta. El mismo egoísmo mostraba aquel que votó por un subsidio, o en la época Kuka por prebendas, acomodos y dinero sin trabajar.
Hoy también los hay, no nos rasguemos las vestiduras. Sólo basta empezar por el Congreso Nacional, con sueldos y beneficios similares a los legisladores europeos, y en varios casos mayores.
Ejemplos microeconómicos: Juan compra unos dolaritos, y está feliz. Rosita hace su viajecito soñado a España, y está feliz. Arturo compra ropa, herramientas y bondiola importadas (todo bueno, bonito y barato) y está feliz. Todos votan en consecuencia.
LA MACRO
La parte de la economía llamada macroeconomía es la que agrega o suma todas las cosas individuales transformándolas en colectivas. Es decir, nivel todo el país, nivel todas las importaciones nacionales, todo el gasto en turismo emisivo a nivel nacional, todos los dólares comprados-vendidos a nivel nacional.
Verán en seguida porqué el comportamiento microeconómico aparentemente bueno es muy perjudicial para el resultado macroeconómico, como sucede hoy en Argentina. Y verán porqué el gobierno que enfatiza en los resultados microeconómicos para ganar votos muchas veces se está dando un tiro en el pie pues la gente querrá eso, y eso mismo mata a su macroeconomía, concretamente a las reservas del Banco Central/ Tesoro Nacional o a la industria nacional.
Acá vienen las cifras agregadas y ejemplos: unos pocos dolaritos comprados por Juan para su colchón, se transforman en miles de millones de dólares comprados por 20 millones de Juanes desde que se levantó el cepo, y así el Banco Central se quedó casi sin reservas.
Veinte millones de Rositas se van a España, Miami o Cancún, y esa montaña de dólares hace zozobrar al Tesoro Nacional nuevamente. Esa felicidad de Rosa se traduce también en que los hoteles, hospedajes y restaurantes en Argentina están vacíos, cerrando sus puertas, y despidiendo a su personal.
Veinte millones de Arturos compran ropa, herramientas y bondiola (en general, artículos) importados, y los muchísimos millones de dólares de importaciones dejan al país muerto, a la industria nacional tambaleante y sin empleados, y a las pymes ni hablar. Arturo no lo sabe porque no es economista, pero su preferencia o su libertad están dejando al país sin industria, sin trabajo y sin dólares propios.
Entonces tuvo que venir el Tío Scotty (versión actual del conocido Tío Sam) al rescate, y aún no sabemos a qué precio y con cuales condiciones. En los tres días previos a las elecciones el Tío Scotty vendió al público a través del BCRA cerca de u$s.1.500 millones. ¿Alguien sabe dónde están ahora? Creo que en el colchón, según la tradición argentina. Un sinsentido para el país.
¿Saben cuántas obras públicas se podrían hacer con ese dinero hoy escondido? ¿Saben que se podría haber pagado la deuda a los jubilados con ese dinero? ¿A alguien se le ocurrió eso en el gobierno? ¿Se imagina el lector si en vez de ser u$s.1.500 sean u$s.20.000 como dice el acuerdo de swap?
Si hoy hay problemas para pagar la deuda, imaginemos sumarle ese dinero: un desastre. Ya había en el BCRA pesos impresos equivalentes a u$s.1.500 millones listos para ser “swapeados”. ¿Imprimirá el BCRA mas pesos equivalentes a u$s.18.500 millones? Creí haber escuchado que no se imprimirían pesos impunemente.
El rescate del Tío Scotty para pagarle a los Juanes los dolaritos del colchón, a las Rositas los viajecitos y a los Arturos las cosas importadas no gusta nada en Estados Unidos, donde hay americanos que no cobran sus sueldos porque el gobierno está semicerrado por falta de presupuesto.
Contradice el América First y nadie sabe cuánto tiempo durará. Esta fiesta del dólar en Argentina es la causa de que el Banco Central haya quedado casi sin reservas
propias, y ya es tiempo de limitarla con herramientas monetarias (i.e.: limites, impuestos) sin recurrir a la temida devaluación.
Todos los economistas y organismos recomiendan incrementar reservas, en eso no hay discrepancias. Con la “ayuda” originada por amiguismo o empatía Argentina debe tener mucho cuidado, porque no es sostenible en el tiempo ni es basado en razones económicas, sino simple simpatía personal.
Pensemos en el ejemplo del cortísimo periodo que Elon Musk estuvo en el gobierno del presidente Trump a cargo de reducir los enormes gastos estatales americanos. Esa luna de miel duró muy poco. Elon ya no está. Como moraleja, el riesgo que tiene Argentina de quedar “colgada del pincel” es alto. O como dicen en el interior gaucho: “¡Chau tu plata!”
Así vota la gente, en general en muchos países en vías de desarrollo. En Argentina ha sido claro en el pasado (épocas de Menem y Macri) cuando el voto fue principalmente guiado por la posibilidad de comprar dólares baratos y de viajar principalmente en el segundo gobierno de
Menem, como si en esos dos rubros se acabara todo el plan nacional.
Como ven, en macroeconomía la cosa es diferente y allí se ven los riesgos y consecuencias del voto individual, microeconómico o egoísta. El voto por ver el árbol, sin ver el bosque.
No se vota para desarrollar al país, pensando en el mediano y largo plazo, ni en construir infraestructura, ni cómo se planea la inversión nacional, o cómo se reducirá el gasto en dólares, ni en el costo de los prestamos tomados en dólares (Estados Unidos, FMI, China, etc.), ni cómo pagarle a los jubilados, ni por otros conceptos que parecen estar en la estratosfera, pero que sin embargo son los realmente importantes para Argentina.
Quizá pocos votantes hayan pensado que sería bueno que Argentina tenga un plan para vivir con lo propio, sin pedir prestado ni depender de otros, fortalecer a la industria nacional aun dentro del liberalismo de tal forma de generar trabajo, desincentivar el turismo al exterior, impedir la fuga de divisas que no es libertad sino abuso, y mirar un poco más hacia el interior y hacia la otra media Argentina.
Todo eso sin caer en socialismo empobrecedor ni en liberalismo extremo, el cual no existe en el mundo. La respuesta es difícil, pero alguna vez tendrá que suceder eso. Que sea pronto será en bien de todos, y quizá la grieta se reduzca. ¿Estaré soñando?