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El tradicional bar ‘El Beso’ es el escenario de clases de baile para personas que padecen la enfermedad

El tango, un aliado para frenar al Parkinson

Emplean la danza como una herramienta para optimizar la coordinación y el desempeño en las tareas diarias. Es un complemento ideal para cualquier fase del tratamiento.

En la ajetreada esquina de Avenida Corrientes y Riobamba, el ruido y la furia de la ciudad imponen su ritmo. Pero al cruzar el umbral del mítico bar ‘El Beso’, se ingresa a otro mundo en que el tiempo parece cambiar. Adentro, la música de un tango envuelve el salón y, para un grupo de personas que bailan al dos por cuatro, la enfermedad de Parkinson queda suspendida en la puerta.

"Tengo un problema en la pierna derecha. Vengo rengueando, pero cuando me pongo a bailar acá me olvido de la pierna y de todos los problemas”, dijo a La Prensa sonriente Charly, que en su juventud supo asistir a milongas donde su destreza de bailarín se apoderaba del escenario.

La confesión de Charly no es una exageración, sino que es la descripción literal de lo que ocurre cada martes en este santuario de la milonga porteña, donde un grupo de personas comparte el diagnóstico de Parkinson y una pasión redescubierta por el tango. Para Charly, quien descubrió el taller en el Hospital Ramos Mejía, la clase es "una hora y media de felicidad", un ritual que no se posterga por nada, ni siquiera por un turno médico. Carmen Romano, otra asistente, lo define con la misma intensidad al asegurar que "es un momento sagrado".

Lo que sucede en este rincón porteño es una transformación que desafía la lógica de una enfermedad neurodegenerativa que de forma progresiva se van perdiendo neuronas dopaminérgicas. Esta pérdida neuronal conlleva a la aparición de síntomas como lo son la lentitud de movimiento, la rigidez y el temblor.

Pero es en este punto de encuentro donde los cuerpos, a menudo lentos o rígidos por la patología, encuentran una fluidez inesperada al compás del dos por cuatro. El impacto más sorprendente de bailar es físico y Charly, que entra rengueando al salón, baila sin parar durante toda la clase. "Camino mejor bailando que cuando no bailo", aseguró el bailarín que a partir de su diagnóstico creó el canal en YouTube “Mundo Parkinson” para contar su experiencia.

A pocos metros, Carmen confirma los notorios beneficios en la vida de los que van allí al destacar que "Hay gente que viene acá que no puede caminar, pero sí puede bailar".

En otro rincón del salón Mirta, quien empezó hace un año y medio por invitación de su neuróloga en el Ramos Mejía, describió una experiencia similar. Lo que más sentía de su enfermedad era la "lentitud". "Yo notaba, cuando realmente empecé estas clases, que una cosa era mi ritmo de movilidad, mi motricidad sola, a mi motricidad con la música. Bastaba poner un tango y camino normalmente", afirmó Mirta que además está escribiendo un libro.

Diagnosticada en 2017, la vida de Belén cambió notoriamente cuando se dio cuenta que con música su cuerpo volvía en el tiempo. Cuando le costaba agarrar ritmo para caminar mientras paseaba al perro, cantaba internamente la Marcha de San Lorenzo. Como muchos pacientes, esta jubilada hiperactiva investigó de qué se trataba esta enfermedad y supo que el Parkinson tiene que ver con encontrar lo que “gusta, porque eso activa el sistema de recompensa y libera dopamina y solucionaste el problema", aseguró mientras también agregaba que esto también “sucede cuando pinto y no tiemblo. Es más, puedo hacer la línea más perfecta sin temblar".

TALLER INNOVADOR

La Dra. Nélida Garreto, responsable del área de trastorno del movimiento de la división neurología en el Hospital Ramos Mejía, validó científicamente esta "magia" durante un dialogo con La Prensa. Así, explicó que, a diferencia de la kinesiología tradicional donde los pacientes suelen desertar por "hastío", la danza tiene una "muy buena adherencia".

Según la neuróloga, el tango "tiene como particular que tiene el paso es caminado". Dado que en el Parkinson una dificultad central es "el comenzar a caminar y el detenerse", el tango "trabaja mucho eso, las detenciones y el inicio, el paso al costado, el paso hacia atrás".

Además, la especialista señaló que el tango obliga al cerebro a realizar múltiples tareas simultáneamente como son seguir al conductor, girar, no chocar con otras parejas y mantener el ritmo. "Esa es una de las dificultades que tiene la persona con enfermedad de Parkinson. Es decir, poder hacer varias tareas en forma simultánea y, entonces, esto como que los entrena", señaló Garreto que junto con el doctor Sergio Rodríguez y la doctora Tomoko Arakaki coordinan desde 2012 los Talleres de Tango para pacientes con enfermedad de Parkinson en el Hospital Ramos Mejía. Así, a través de mensajes que les llegan al mail movaramosmejía@gmail.com funciona esta propuesta en un espacio público.

“La persona que tiene enfermedad de Parkinson, a veces por la apatía, por la depresión, por la propia enfermedad, puede tener la sensación de aislamiento desde lo físico. Entonces, el abrazo del tango también es una forma de integración”, resaltó la neuróloga.

La inspiración original para crear este taller en el área de la salud, sin embargo, provino de una paciente. “Atendimos a una mujer de 80 años con graves problemas de equilibrio; apenas podía sostenerse en pie. Su hija insistía en que bailaba tango, lo cual nos parecía improbable dada su condición. Le pedimos un video para corroborarlo y la hija nos trajo una grabación de un centro cultural donde, sorpresivamente, vimos a la señora bailando tango activamente con un profesor", recordó Garrido que viajó en un día de intenso calor junto a su esposo y su hija 100 kilómetros al centro cultural donde esta paciente bailaba para ver este excepcional milagro.

Sobre esto, la especialista reflexionó que “Esa paciente fue nuestra gran inspiración. Lo que vimos es que, con la contención adecuada, como la que le daba su hija, el paciente lograba hacer aquello que creíamos fuera de su alcance".

UN ABRAZO QUE SANA

Si la música es el motor, la comunidad es el combustible en El Beso. El taller se ha convertido en un "grupo de pertenencia" fundamental para los asistentes.

"Acá no existe el Parkinson, sino que venís a pasar un rato lindo y no hablamos de la enfermedad", señaló Charly dando a entender que el salón es un espacio donde se olvida del diagnóstico.

Belén lo vive de forma similar al señalar que "es un lindo grupo". En la jornada en que La Prensa visitó el lugar, Belén confesó que, pese a que tuvo un accidente y sin contar aún con el alta médica, fue igual a la clase porque "Hoy vine a verlos porque los extrañaba mucho. El "grupo de pares" es crucial porque es gente que está en la misma y que te ayuda a continuar, te da fuerza".

En el grupo no hay que dar explicaciones porque "Estamos todos en la misma. Si un día estas más tembloroso, los demás entendemos. No nos parece raro", destacó la mujer que por años se dedicó a trabajar de traductora pública.

Para Belén, el impacto fue profundo debido a que "me devolvió un poco la autoestima, porque yo pensaba que con el Parkinson era como un bicho raro". Sin embargo, estar inserta en un grupo le demostró "que se puede seguir con la vida que se tenía antes del diagnóstico".

"Estamos unidos por una patología", explicó serena Mirta, pero el vínculo "va más allá del aprendizaje. Tiene mucho que ver con lo emocional, con lo emotivo, con lo sentimental. Es el afecto".

Esa comunidad sostiene a sus miembros que están conectados por WhatsApp y organizan salidas durante el año. Tal es el caso de Carmen que llama al evento semanal como su "cable de tierra. Ves que el otro tiene tu problemática parecida, igual o no, no importa. Entonces se plantea cómo colaboramos entre nosotros para apoyarnos".

DEL HOSPITAL A LA MILONGA

El taller de tango en el bar El Beso está a cargo de los profesores Manuco Firmani, Laura Segade y Verónica Alegre que son los arquitectos de este ambiente de terapia. El primero participaba en el taller de tango y Parkinson que realiza una vez por semana en el Hospital Ramos Mejía. Luego se sumaron las dos terapeutas y surgió dar un salto cualitativo de "desinstitucionalizar" la iniciativa.

"Queríamos traer el Parkinson a bailar a la milonga, no solo en un lugar de salud", explicó Laura. Así, pasaron por los salones Canning y Marabú, hasta recalar este año en El Beso donde a través del mail tangoparkinson@gmail.com se registró un gran interés, lo que provocó que abrieran dos niveles del taller.

Consultados sobre el fuerte impacto que logró esta iniciativa en los participantes, Laura Segade explicó que "se activa el deseo. Empiezan acá a encontrar un espacio donde todos nos convertimos en esto mismo, que somos bailarines de tango, donde hay una reidentificación nueva".

En tanto, Verónica Alegre aclaró a La Prensa que el enfoque que prevalece en los encuentros "es siempre buscar la posibilidad, darnos cuenta de que todos pueden". No se centran en la patología, sino "con lo que sí puedo del cuerpo".

Por otra parte, durante la pandemia se reconfiguró el inicio para muchas personas que hoy participan en el taller. Tanto Belén como Carmen comenzaron sus clases por Zoom. "Es sorprendente cómo se puede forjar un vínculo a través de una pantalla", reflexionó Belén sobre el inicio de sus encuentros que muchas veces, a falta de un compañero físico para bailar, se agarraba escobas, sillas y cualquier objeto que se tuviera a mano en las casas.

Esa misma sorpresa es la que viven los participantes cada semana. Es redescubrir lo que el cuerpo puede lograr cuando la mente se libera. Charly, que había dejado el tango 30 años atrás porque a su esposa no le gustaba, volvió por una cuestión de salud y señaló que el encuentro lo “hace feliz”.

"A quien le diagnostican Parkinson, le diría que no es el fin, que es el comienzo", señaló reflexiva Belén sobre lo que significa vivir con la enfermedad.

Se trata, dice, de transformar la pregunta “¿Para qué me tocó esto a mí?". Para ella, la respuesta está clara, en la pista de El Beso porque "Yo creo que aprendí muchísimas cosas, que no hay un límite de edad para experimentar cosas nuevas como el tango y conocer a gente nueva que me da un impulso enorme".