Cultura
SE CUMPLIERON DOS SIGLOS DE SU TORTUOSO REGRESO A LA PATRIA

El sueño frustrado de San Martín

POR SANTIAGO ROSPIDE *

Se han cumplido 200 años de la llegada de San Martín a Buenos Aires, acaecida esta un 4 de diciembre de 1823, luego de la inconclusa campaña militar y política al Perú.

Fue una llegada tortuosa, sabemos de los inconvenientes y las tensiones que desde antaño venía teniendo el gran capitán con la administración de Buenos Aires, y que en ese momento se habían agravado, principalmente por la presencia de su gran enemigo Bernardino Rivadavia. Sabemos del consejo amical del gobernador de Santa Fe Estanislao López referido a que lo querían apresar –para enjuiciarlo– los personajes del más encumbrado liberalismo masón que tejía en las sombras la política rioplatense. En fin, sabemos muchas más cosas, pero la gente común, el pueblo llano no lo sabe, porque de San Martín se habla mucho, pero de esto poco y nada, por no decir se lo oculta.

¿Pero, qué soñó San Martín cuando vino a América en 1812, concretó todo lo que tenía en su mente, en su plan estratégico? ¿Por qué se exilió a Europa en febrero de 1824, por qué lo empujaron a irse y nunca más pudo pisar el suelo argentino? Habría que recordar el infructuoso regreso en 1829 y las palabras de condena y admonitorias que le dirigió a Lavalle y sus adláteres después del magnicidio provocado contra el gobernador de Buenos Aires, el coronel Manuel Dorrego.

DESCONOCIMIENTO

Para que recordemos bien, San Martín vino a la América, su patria, con un bagaje de sueños por cumplir, pero de todos estos sueños hubo uno que hoy a doscientos años de su llegada a Buenos Aires –ocurrida como dijimos un 4 de diciembre de 1823– vióse frustrado y sigue ahí esperando a que se cumpliese y es tarea de cada uno conocer cuál es el sueño. Por eso vino San Martín a la América, su patria.

¿Cuál era el motor que impulsaba ese sueño? ¿Quiénes estuvieron detrás de ese sueño? ¿Quiénes le impidieron concretarlo? ¿Quiénes lo apoyaron en su empresa? ¿Por qué los argentinos no conocemos más profundamente a San Martín? ¿Es que acaso era mejor presentar un San Martín que encajase en la visión liberal de la historia y por eso ha quedado distorsionada su figura?

Es importante saber –estimado lector– desde el principio que, a contrapelo de lo que nos quisieron enseñar oficialmente, la historia de San Martín nada tiene que ver con la historia ni de Inglaterra, ni de Francia, ni de los Estados Unidos, ni hubo nada en su vida que haya pretendido emular a estas naciones. La historia de San Martín –para que se entienda mejor– tiene relación directa con la historia de su familia, con su patria, con su sangre, es decir con la historia de España, de América y de la Argentina. Pero parece que –para Mitre, su gran biógrafo– la historia de nuestro héroe debía estar condicionada con lo que él admiraba. El biógrafo hubiera querido que la América hispana hubiese sido conquistada por Inglaterra, y lo dice sin ambages a lo largo de su enjundiosa obra histórica-literaria. San Martín fue silenciado por la historia oficial, fue silenciada su cosmovisión política y religiosa como se puede comprobar en la historia mitrista, que estaba en las antípodas de la cosmovisión sanmartiniana.

Y si nos ponemos en la posición de defender públicamente al gran capitán aparte del sueño frustrado que quedó inconcluso, el San Martín que menos se conoce es el San Martín católico, hispanista, monárquico y encendidamente contrarrevolucionario, porque no vende, porque da vergüenza a los timoratos, pacifistas y cobardes. Ya se lo había aconsejado el general Belgrano en carta del 6 de abril de 1814:

“La guerra, allí, no sólo la ha de hacer usted con las armas, sino con la opinión, afianzándose siempre éstas en las virtudes morales, cristianas y religiosas, porque los enemigos nos la han hecho llamándonos herejes […] no deje de implorar a Nuestra Señora de las Mercedes, nombrándola siempre nuestra Generala, y no olvide los escapularios a la tropa, deje que se rían, los efectos le resarcirán a usted de la risa de los mentecatos […] Acuérdese usted que es un general cristiano, apostólico y romano, cele usted de que en nada, ni aún en las conversaciones más triviales se falte el respeto de cuanto diga nuestra santa religión”. Sin comentarios.

LOS ENEMIGOS

Es imperioso entonces en este momento por el que atraviesa nuestra patria que las generaciones que nos siguen conozcan un poco más quién es San Martín y para qué vino a América, aunque parezca una obviedad, la mayoría de los argentinos no lo saben.

Este es un buen momento –el de los doscientos años de su exilio– para desenmascarar a los verdaderos enemigos del gran capitán, reordenar su historia y poner las cosas en su lugar. ¿Para qué? Para desagraviar su figura y porque la historia oficial ha ocultado la verdad de los hechos.

Doscientos años hemos dicho se han cumplido de su llegada a Buenos Aires y este hecho histórico, que es de una gran trascendencia para nuestra patria, pasa desapercibido para la mayoría de los historiadores y el pueblo argentino sigue ignorando la verdad en torno a la figura del gran capitán.

Aunque nos duela y nos lastime, la voz del generalísimo sigue golpeando nuestros corazones patrios y llamándonos a la reflexión, como aquellas palabras que en carta a su amigo Bernardo O’Higgins –un 1° de marzo de 1832– le escribiera lo que sigue, palabras que aún mantienen plena vigencia:

“Cuando uno piensa que tanta sangre y sacrificios no han sido empleados más que para perpetuar el desorden y la anarquía, se llena el alma del más cruel desconsuelo”.

* Coronel (R). Profesor de historia. Especialista en Historia Militar contemporánea. Miembro de número del Instituto Argentino de Historia Militar.