Espectáculos

El regreso de dos grandes remadores

De nuevo en el país después de algunos años, Mariano Chiesa y Constanza Espejo estrenan la obra teatral ‘El huevo’ en el Regina y analizan su recorrido profesional en los Estados Unidos.

Mariano Chiesa y Constanza Espejo están de regreso en la Argentina y la novedad se celebra. El actor de éxitos teatrales como ‘Los monstruos’ y ‘Casi normales’, y la actriz de ‘ATAV’ y ‘Tu parte del trato’ llevan siete y cinco años viviendo en los Estados Unidos, respectivamente.

Esta rentrée, que los tiene tan ansiosos como entusiasmados, está justificada por el estreno de la pieza teatral ‘El huevo’, que ambos protagonizan y que estará presentándose en el Regina los viernes de julio a las 21.30.

Sin antecedentes profesionales en común, el primer proyecto artístico que los unió en Miami, donde ambos residen, fue ‘Las marcas del mar’ (‘Seamarks’), estreno mundial en español de la obra del actor y autor estadounidense Gardner Mckay. Pensaron en venir a Buenos Aires con esa propuesta y pusieron manos a la obra, pero una demora en la aprobación de los derechos fuera de los Estados Unidos los hizo torcer el rumbo sobre la marcha. “’Las marcas del mar’ es una obra hermosa pero densa, extensa, de más de dos horas. Cuando nos vimos forzados a cambiar, pensamos que este es un momento en el que la gente la quiere pasar bien, reírse un poco. Y ahí apareció ‘El huevo’”, cuenta Chiesa ante La Prensa en un alto de los ensayos.

Constanza protagonizó esa obra de la dramaturga uruguaya Nuria Anglés a lo largo de tres años junto al actor brasileño (y director de la puesta) Nahue Souto, tanto en Miami como en Los Angeles. “Empezamos pensando en hacer sólo cuatro funciones y ocurrió el milagro”, confiesa la intérprete, algo sorprendida.

-¿Cuál fue el secreto?

(M. Chiesa) -Es una obra de humor que al principio desconcierta al espectador, hasta que la situación evoluciona y en un punto comienzan las carcajadas, que creo que son más por nervios que por el relato en sí mismo. Es una pieza muy actual, que habla de las expectativas que se plantean sobre del rol del hombre y la mujer a nivel social. Y todo surge a partir de una obra de arte, que es algo completamente relativo. La identificación de la gente con los personajes es tremenda.

(C. Espejo) -La obra transcurre en una galería de arte y acá, como en Miami, donde la hicimos en museos y centros de exposiciones, vamos a contar con obras de artistas plásticos que nos van a acompañar. Haremos una suerte de vernissage donde también habrá música. La experiencia será completa.

-¿Tiene puntos de contacto con ‘Art’, la exitosa obra de Yasmina Reza?

(CE) -Hay algunos, pero la discusión en ‘El huevo’ no es sobre el hecho artístico sino sobre la mirada diferente de dos personas ante una misma imagen, cómo nos provoca cosas diferentes a unos y otros.

 

PRIMERO NO

Con el paso de los años, Chiesa no ha perdido un ápice de su gracia, franqueza y locuacidad. Juega a revelar más de la cuenta sobre el argumento y su compañera sufre (entre risas). Hace tiempo, él fue la primera opción cuando Constanza empezó a pensar en un actor que la acompañara a llevar a escena ‘El huevo’ pero, abrumado por una situación personal que todavía le pesa, rechazó el convite. En 2023, en Los Angeles, la pieza ganó el Brisk Festival en una versión reducida: superó a 52 competidoras en ese certamen internacional de obras cortas y eso le dio nuevo impulso.

Más adelante, los actores volvieron a cruzarse en un casting y quedaron en proyectar, ahora sí, algo juntos. Fue ahí cuando apareció ‘Las marcas del mar’ y se lanzaron a navegar esas aguas. “Era la primera vez que me subía a un escenario después de cinco años -recuerda él-. Me había ido de la Argentina cuando terminé ‘Sunset Boulevard’ en el Maipo, con Valeria Lynch. Y hacer ‘Las marcas...’ con gente que tiene otro idiosincrasia, otras maneras de trabajar...¡Uf! Fue un desafío enorme”.

‘Las marcas del mar’ fue su primer proyecto artístico en común. Ahora estrenan 'El huevo' en Buenos Aires.

Lo que más le sorprendió a Chiesa fue descubrir que “Miami es una ciudad muy hermosa pero que no tiene tiempo. Entonces, proyectos que en Buenos Aires se extienden por seis meses o más entre ensayos y representaciones, allá se agotan en cuatro funciones. Hacer sólo una o dos funciones de una obra es normal allá. Eso hace que el trabajo sea muy duro debido a que los costos son altos y resulta difícil sostener una producción en el tiempo”. Justamente, esa condición hace que Constanza valore mucho más el mérito de haber mantenido ‘El huevo’ en cartel durante varios años.

-Compartieron primero una obra poética y de época, y ahora una comedia contemporánea. ¿Cómo funcionan en ese cambio de registro?

(MC) -Nos costó tanto hacer ‘Las marcas del mar’, por la cantidad de texto de cada uno y por lo profundo de la trama, que montar ‘El huevo’ fue mucho más placentero. Yo soy un amante de la improvisación y Coni no tanto, entonces nos miramos cuando le empiezo a cambiar algo y se le transforma la cara (risas). Pero ella es de esos artistas valiosos que tienen el texto perfectamente agarrado porque ha hecho esta obra en versión de diez minutos, de media hora, y de una hora y cuarto, como ahora.

 

VOLVER A EMPEZAR

En los años que pasó alejado del teatro y la televisión, Chiesa se concentró en su profesión de locutor, que tantas satisfacciones le ha dado. “Mantuve la energía viva, pero no es lo mismo”, admite con sinceridad extrema. La vuelta al escenario después del parate lo obligó a asumir también que “las cosas que habitualmente suceden en tu entorno cuando estrenás una obra, esta vez no pasarían. Me encontré solo y viendo a mi hija de siete años en la platea acompañada de su nanny”, cuenta y se emociona. “Fue una revolución enorme dentro mío”.

Aun así, se hizo fuerte en la debilidad: “tal vez lo mejor que le puede pasar a un artista cuando cree que empieza a tener todo es que venga un tornado y lo deje sin nada. Eso para mí fue comenzar de cero”. A aquel tsunami emocional se sumaron las dificultades con su estatus migratorio (había comenzado a aplicar para obtener la residencia permanente), que le impedían salir de los Estados Unidos por un espacio de tiempo indeterminado. Debió rechazar propuestas laborales en México e Inglaterra. Es por eso que la comunión profesional con Constanza Espejo y el reencuentro con el espacio escénico le resultaron tan movilizadores. “Que la gente empezara a reconocerme por la calle o me esperara a la salida de la función fue muy sanador”, concede.

 

PRODUCTORA

El caso de Constanza no difiere demasiado del de su amigo y colega. Se fue del país en 2020 por razones familiares pero con la expectativa de poder actuar también allá. Tenía cerrada una participación en la telenovela ‘La suerte de Loli’ (adaptación de una miniserie argentina), que se grababa en Telemundo, pero “los papeles no salieron a tiempo y quedé atrapada. ¡Tres años! Cuando empecé a ver que la situación se complicaba y que iba a tener que matar mi actriz, me dispuse a pensar alternativas. Me planteé cómo lo hago y cómo hago que sea rentable”. “Y así fue como se convirtió en una gran productora, de esas que se ponen un proyecto al hombro y lo sacan adelante como sea”, resume Chiesa.

Esta es la primera vez en un lustro que la actriz tucumana se reencuentra con el país y con su gente en el mismo barrio porteño donde vivió, del que el Teatro Regina es ilustre vecino.

Coinciden ambos en consagrar a Buenos Aires como “la meca latinoamericana del teatro”, una dimensión que terminaron de comprender cuando la distancia les regaló una nueva perspectiva. La capacidad de reinventarse, ese plus que todo argentino lleva consigo, talló a su favor, pero Chiesa en este punto planta un mojón: “es cierto que tenemos el don de poder adaptarnos, pero no se puede negar que estando lejos de tu familia, de tus amigos, de todos tus contactos, resulta muy duro. Tal vez sea culpa de los primeros argentinos que viajaron a Miami esa idea equivocada de que se gana dinero fácilmente, de que todo son funciones agotadas. Tener un sold out en un estreno, en una sala de ochenta localidades, no es parámetro. No es fácil que te vaya bien allá, que quede claro. Es complicado que compren tu arte, que te den un lugar. Uno mismo se tiene que inventar sus propios espacios”.