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El que las hace, las paga

“El que las hace, las paga” es una consigna favorita del oficialismo mileísta. Este domingo, en una elección impecablemente prolija, con un nivel de concurrencia al comicio superior al esperado, los bonaerenses le presentaron la factura, con cifras que superaron cualquier expectativa. ¿Qué es lo que hizo Javier Milei para que el monto a pagar sea tan oneroso como para poner en tela de juicio la sustentabilidad política de su gobierno? ¿Cómo se desagrega esa factura?

Podría hacer un análisis pormenorizado, pero no es éste el lugar ni el momento. En homenaje a la brevedad, digamos que Javier Milei estafó a su electorado con un programa que no cumplió, y que en lugar de ese programa el país padeció una secuencia de decisiones orientadas a favorecer a tales o cuales grupos de interés. Es posible identificar casi con nombre y apellido a cada uno de los beneficiados por sus medidas de gobierno. Por eso carece de un gabinete de ministros solvente y las carteras están ocupadas por aventureros u oportunistas.

Estafó a su electorado proporcionando cifras falsas y análisis engañosos para sustentar su pretensión de haber contenido la inflación y el déficit fiscal, mientras continúa emitiendo dinero descontroladamente y endeudando al país hasta lo imposible. Todo el recorte del gasto público lo consiguió reduciendo o eliminando servicios esenciales para la población, y rebajando jubilaciones y pensiones. Los viejos despilfarros fueron reemplazados por otros nuevos, a veces con nuevos beneficiarios.

Estafó a su electorado destruyendo la producción y el empleo nacionales, pisando los sueldos de quienes conservan un trabajo registrado, y condenando a la mayoría de la población a la estrechez y el padecimiento. La mayor parte de los afectados por estas políticas residen en la provincia de Buenos Aires.

Y por encima de todo, Milei faltó el respeto a su electorado, insultó y reprimió a quienes se animaron a protestar contra los efectos de esas políticas. Un integrante de su elenco de intelectuales describió a los bonaerenses que se habían manifestado contra el Presidente en su cierre de campaña como “veinticinco monos sin dientes”. El domingo esos bonaerenses demostraron ser más de veinticinco, y tener dientes.

El mensaje con el que Milei reconoció su derrota electoral no fue otra cosa que una reiteración de esa misma estafa: comenzó diciendo que había escuchado el mensaje de las urnas, y que iba a introducir en su gestión las correcciones necesarias, y de inmediato insistió en que no se iba a apartar un ápice del camino seguido hasta ahora. Tuvo hasta el fallido de mencionar al ministro de Salud, involucrado en dos grandes escándalos de corrupción que azotan a su gobierno, y abrazarse con su hermana, señalada como beneficiaria de esos mismos escándalos.

Milei no pareció haber medido la dimensión de la derrota sufrida -sin precedentes en una elección legislativa- ni la manera como esa derrota puede ser leída por los mercados locales y del exterior. Para los mercados la frase “el que las hace las paga” no tiene como sujeto un gobierno, sino un país completo. Es decir nosotros. Una vez más la factura la vamos a tener que pagar nosotros. En realidad, ya la estamos pagando.

CUATRO CAUSAS DE LA DERROTA

* Primer ítem: Milei no cumplió su promesa de descargar sobre la casta el peso de sus políticas de ajuste, que fue soportado en cambio por los sectores más vulnerables de la población.

* Segundo ítem: Milei nunca tuvo un programa de gobierno, o por lo menos un programa de gobierno que pudiese exponer públicamente. A menos que la destrucción de la producción y el trabajo nacionales constituya efectivamente su programa de gobierno.

* Tercer ítem, relacionado con el anterior: Milei nunca tuvo un elenco de colaboradores ministeriales a la altura de las complejidades propias de una Nación como la Argentina. Las carteras están ocupadas por aventureros u oportunistas, que están allí para no hacer nada o para hacer algo a favor de sus amigos.

* Cuarto ítem: Milei faltó a su promesa. En campaña dijo que iba a sanear la economía del Estado recortando gastos innecesarios, expulsando al personal que cobra y no trabaja, y obturando cualquier posibilidad de corrupción. Enarboló una motosierra como símbolo de su voluntad, y dijo que su acción estaría dirigida contra la casta, palabra que engloba a funcionarios desleales y empresarios prebendarios. En realidad, ocurrió todo lo contrario: el peso de los ajustes necesarios cayó sobre los sectores más vulnerables, mientras la casta veía multiplicarse sus oportunidades de negocios, legales y no tanto.