Opinión
Buena Data en La Prensa

El engaño del transgenerismo

 

Escribíamos hace más de un año en esta misma columna: “La identidad personal es sagrada. Cada uno es quien es, en la vida terrena, desde el inicio cuando era un pequeño embrión unicelular hasta el fin de sus días. La identidad no fluctúa, se enriquece, se adorna a lo largo de la vida, pero en esencia permanece independiente del agrado o desagrado que provoque. La congruencia entre lo que uno es y lo que uno siente que es, da confianza y armonía”. Sin embargo, hay quienes no se sienten cómodos con el sexo con el que han nacido, se sienten incongruentes y angustiados. No se sienten bien con lo que les ha tocado…”.

La ley de identidad de género promulgada en 2012 es una de las más progresistas y temerarias del mundo. Con una gran liviandad se legisló sobre un tema que traería grandes dolores a numerosas personas.

La ideología del activismo trans parecía incuestionable, sin embargo, de a poco algunas voces en distintas partes del mundo se están haciendo oír. Inclusive, adultos jóvenes, que tomaron la decisión de modificar sus caracteres sexuales creyendo que allí iban a lograr superar conflictos psicológicos, comienzan a contar sus historias de vulnerabilidad, abuso y falta de libertad en el consentimiento. Mujeres que fueron víctimas de agendas ideológicas y ensayos experimentales que dieron y siguen dando réditos económicos a laboratorios y profesionales inescrupulosos o desinformados.

SE PUEDE HABLAR

En el salón Montevideo de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires se realizó un conversatorio organizado por Manada Argentina (madres de niñas, niños y adolescentes con disforia de género) y la Legislatura de la Ciudad, titulado ‘Hormonización en menores: testimonios de riesgos y consecuencias. Espacio de reflexión con expositores de Argentina, Colombia y Chile. Mirada profesional y experiencias personales’.

Se contó con la presencia de la Sra. Vicejefa del Gobierno de la Ciudad, Dra. Clara Muzzio; la legisladora de la Ciudad Lucía Montenegro; la presidente de Manada, Miriam Domínguez; la periodista Claudia Peiró y la médica psiquiatra Dra. María José Mancino. Para dar testimonio de vida sobre este drama expusieron Nael Condell, de Chile; Karen Quiñones, de Colombia, y María, de la Argentina.

NAEL

“Socialmente soy visto como hombre, pero físicamente sigo siendo mujer”. Un padre absolutamente idealizado. Un abuso. Contó que siendo adolescente se produjo el fallecimiento de su padre, al que admiraba. “A los dieciocho años yo digo ‘quiero ver un hombre frente al espejo’”, y sin pedirle permiso a nadie empezó a hormonizarse. A los veintisiete años se hizo una mastectomía bilateral y luego le extirparon el útero. “Yo generé un trastorno por abandono, además de la rotura de la psiquis que tuve con el tema del abuso”. Siempre le dijeron que era igual a su papá. “El trastorno por abandono y la etiqueta tan fuerte que me pusieron desde pequeña creo que es lo que hizo que quisiera buscar la imagen de mi papá en el espejo. Por eso busqué masculinizarme”. La familia se opuso, “pero ninguno de ellos imaginó nunca cuáles son las reales repercusiones de esto, y yo tampoco”.

KAREN

Karen se presentó: “Tengo 36 años y soy una mujer detransicionada. Para los que de pronto no se familiarizan con la detransición o el término en sí, soy una mujer que estuve en un proceso de reemplazo hormonal, o sea, estuve inyectándome hormonas masculinas durante siete años de mi vida”. Una ruptura familiar fue el desencadenante. “En una cita de quince minutos me han diagnosticado con una disforia de género. ¿Por qué? Empiezan a hacerme ciertas preguntas de mi niñez, mis comportamientos…Es natural que uno cuando está chiquito quiera tomar actitudes de sus padres porque es con las personas con las que más está. Entonces, pues, evidentemente había momentos donde yo quería afeitarme como mi papá o andar sin camisa como mi papá porque mantenía mucho tiempo con él y era mi figura. En una cita de quince minutos fui diagnosticada y patologizada para poder empezar todo este tratamiento hormonal”.

“Había muchas veces en que yo llegaba a mi casa y aun viéndome como me veía y aun recibiendo la aprobación de todos los que decían que estaba bien, yo me seguía sintiendo con un dolor grande. Era un llanto que no podía entender, se suponía que estaba al nivel de la plenitud, y no era lo que pasaba”. Acompañado de eso iba el tema de las fiestas, “salir, consumo de sustancias, una cantidad de situaciones que se metían ahí dentro...y todo se empezó a intensificar. Con el uso de las hormonas empiezo a tener unos desbalances en mi cuerpo. Que para decirles la verdad nunca me fueron comunicados”.

MARÍA

Hoy tiene cuarenta años. Con nombre ficticio y en video con su cara oculta contó que a los veinte procedió por vía judicial a realizar un cambio completo de identidad legal, social, hormonal y quirúrgico. Su disforia comenzó a los ocho años. Un diagnóstico serio hoy la encuadraría en la neurodivergencia. Su carácter retraído y poco sociable hizo que se pensara en disforia de género, que la llevó a la hormonización cruzada y a que sus órganos femeninos sanos fueran extirpados.

La Dra. Mancino expresó que los profesionales de la salud deben “atender a un paciente no desde la ideología, no desde el transgenerismo, no desde la imposición de una agenda, sino desde la realidad, la verdad, la cientificidad, lo que se prueba, lo que está comprobado y lo que verdaderamente es. La realidad no es un relato, es un hecho”.

Historias de dolor, de engaños, de ilusiones nunca compensadas, presas de una ideología y de la experimentación pseudocientífica.
Personas a las que el lobby lgtbiq hoy quiere esconder.

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