El mundo
SIETE DIAS SOBRE EL GLOBO

El descrédito de Rusia impactó en la cumbre de la Celac en Bs. As.

``Acordáte, che Mariano, ya no soy el que era ayer''. Del tango `Che, Mariano', por Carlos Gardel.

La VII Cumbre de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe) realizada la semana pasada en Buenos Aires fue una acabada muestra de cómo va cambiando el panorama político mundial a partir de la criminal invasión rusa a Ucrania.

  Hasta hace un año, la Unión Soviética, primero (hasta su implosión en 1991) y la Federación Rusa, después, mantuvieron una notable influencia sobre casi toda América Latina y el Caribe desde 1959, cuando Fidel Castro se declaró comunista, poco después de haber tomado el poder en Cuba y de haberse desembarazado de sus principales lugartenientes militares, como Huber Matos (torturado luego durante veinte años para que se confesara culpable.) y Camilo Cienfuegos - el más carismático de todos los revolucionarios cubanos- cuya avioneta fue abatida por un misterioso caza inglés artillado, del cual nunca más se supo nada como, tampoco, de los numerosos testigos presenciales de ese homicidio.

  Esta fortísima alianza entre Cuba y la Unión Soviética se inscribió con letras de oro en la llamada Guerra Fría entre los países de Occidente (o atlantistas) y los países del Este eurasiático, divididos políticamente del Oeste por la llamada Cortina de Hierro. Una Tercera Guerra Mundial con características muy distintas a las dos primeras, y donde el planeta se dividió en dos sistemas políticos, económicos e institucionales totalmente antagónicos. Con el telón de fondo de la Guerra Atómica y su aterradora amenaza nuclear mutua. 

  Capitalismo vs. comunismo, o liberalismo vs. marxismo-leninismo, o democracia vs. socialismo, fueron las etiquetas prodigadas a los seguidores de ambas ideologías. 

  Durante la década del 90', la Federación Rusa sufrió verdaderas calamidades económicas, accentuadas por el derrumbe del precio de los hidrocarburos (petróleo y gas) de los cuales dependían las tres cuartas partes de las importaciones rusas. Esta circunstancia se tradujo, en gran parte de la población rusa, en sentimientos antioccidentales, o antiliberales.

  A partir del primero de enero del año 2000 asumió el Poder Ejecutivo en Rusia, Vladimir Vladimirovich Putin. Se trata del país más extenso de la Tierra, con 17 millones de kilómetros cuadrados, 144 millones de habitantes, un Producto Bruto Interno igual al de italia, una exportaciones similares a las de Bélgica, y poseedor del segundo arsenal nuclear de la Tierra. A partir del 2000 Putin toma total distancia con el marxismo leninismo (tanta, que el Partido Comunista Ruso tiene actualmente solamente el 10 por ciento del total de los votos y de los escaños en la Duma).

  Su manejo de la economia rusa, basado en un capitalismo de amigotes (no cree para nada en el libre mercado crudo y duro) le permite contar con una corte de oligarcas rusos enormemente ricos, por un lado, pero muy dependientes de él, por el otro.  

LLEGA CHAVEZ

  A fines del siglo XX, un golpista venezolano llamado Chávez, protegido al principio por el presidente Caldera, llega a Cuba como exiliado político y vuelve a Venezuela como socio estratégico y geopolítico de los Castro, a la sazón en el poder. Para ese entonces, Venezuela tenía una de las cuatro empresas petroleras más importantes del mundo.

  Por su parte, de la mano de Putin, la economía rusa estaba creciendo con todo, y el poderío militar se convirtió en una obsesión para este libriano ambicioso (nacido el 7 de octubre de 1952) cuando a los cubanos Castro y a Maduro se les ocurrió inventar el Socialismo del Siglo XXI, un sistema político y económico aparentemente perfecto basado en la Suma del Poder Público. No en todos los países, claro está. Pero si en todos aquéllos donde pudieron. A Cuba y Venezuela luego se agregaron  Nicaragua y Bolivia. Su autoritarismo se puede medir perfectamente en su cantidad de presos políticos:  resos políticos:  Cuba, 1050; Venezuela, 400; Nicaragua, 330; y Bolivia, 220.

Se podría decir que, a estas alturas, ya no se podría hablar de sistemas de derecha o de izquierda, sino básicamente autoritarios, como lo es el de Putin en la Federación Rusa, donde no existe el marxismo leninismo. Si, en cambio, hay actualmente un partido gobernante ultraconservador, con una clase oligarca de inmensas fortunas y con enorme poder político, dueño de todos los resortes del país. Para todos sus imitadores en Latinoamérica y el Caribe, son exactamente lo mismo: ricos, poderosos y dueños de casi todo.

LA INVASION

La Celac nació en 2010 en el seno de los países creadores del Socialismo del Siglo XXI, como un ataque avieso contra la Organización de los Estados Americanos -OEA-. Por eso se dejó ex profeso, afuera del organismo, a los Estados Unidos y al Canadá, nada menos.

Pero la invasión a Ucrania trastocó todo. Los Estados Unidos son, en este momento, el motor de la OTAN la Organización del Tratado del Atlántico Norte que tiene absolutamente a mal traer a la Federación Rusa mediante el importante armamento y el apoyo informático brindado a los heroicos soldados ucranianos.

Por eso motivo, se invitó a Buenos Aires, nada menos que a una delegación solicitada a Joe Biden, la cual accedió con mucho gusto a informar sobre las ventajas de la libertad de mercado y del pleno funcionamiento de los tres poderes de cada nación, baluarte de su organización democrática.

Maduro se rajó antes de ir, con bandoneón y todo. Ortega hizo mutis por el Foro, seguramente muy ocupado con su siniestra persecución a la Iglesia Católica en las diócesis nicaragüenses. Diócesis que fueron siempre el semillero de las revoluciones sandinistas, altri tempi, cuando ese pueblo mártir luchaba por la democracia y la libertad.

Diaz Canel pareció una voz de ultratumba, recordando la maldad intrínseca de los norteamericanos de todos los tiempos, su mezquindad y su falta de nobleza, solamente comparable a la de la Organización de los Estados Americanos, una institución creada solamente para el mal, como dijo el heredero de Fidel Castro. Muy vetusto, muy antiguo todo.

En cuanto a Lula, lejos de tomar un rol protagónico, mostró su clase de estadista. Dejó traslucir su fastidio con Maduro, con Ortega, con Castillo, a quien acusó de peruano golpista, no visitó ni recibió a Cristina Fernández de Kirchner. Y al día siguiente se fue a comer un asado con Pepe Mujica. No sé por que  motivo me vino a la memoria la letra de un tango: ``Tu lujo, tus alhajas, me hubieran  hecho daño, que bien que te has portado, vistiendo como ayer''.

Como prueba incontrastable de los costos de la invasión rusa a Ucrania, el gran orador de la Celac, en su VII Cumbre, en Buenos Aires, fue el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, un ejemplo de civismo, de clase, de claro estadista. Se llevó todos los premios al condenar los países de la región que violan los derechos humanos. Pasó al resto como alambres caídos, especialmente a Díaz Canel, con un gesto torvo, recitando odios como si estuviera en una Misa pagana, y a Boric, queriéndole imponer al Perú recetas inservibles en Chile. Muy lamentables estos dos últimos. Nada que ver con Lacalle Pou.