Que un argentino ame o aborrezca a Inglaterra no debería llamar la atención. Lo singular es encontrar a un argentino que, amando a su patria, distinga entre el reconocimiento y la crítica a Inglaterra. Se trata de un argentino inteligente. Se llama Julio Irazusta.
Estas palabras vienen a cuento a propósito de dos notas que el entrerriano escribió sobre san John Henry Newman, declarado doctor de la Iglesia el pasado 1° de noviembre de 2025 por el papa León XIV. Fueron recopiladas en el volumen Políticos y literatos del mundo anglosajón (Dictio, Buenos Aires, 1978) y se titulan “Juan Enrique Newman (I) – Psicología del Movimiento de Oxford”, aparecido en La Nación (1933) y “Juan Enrique Newman (II) –Historia de una conversión”, en Ichtys (1927).
En una ajustada mirada sintética, Irazusta ofrece un sobrio perfil del santo inglés. En el primero de los trabajos, el historiador argentino recrea el clima doctrinal en el cual se fue forjando la conversión de Newman. En el segundo de ellos, se detiene más en su itinerario existencial hacia el Catolicismo.
Irazusta afirma que cabe hablar “de la psicología de un movimiento de ideas, del medio en que surgió, del carácter de sus promotores, de la táctica por ellos adoptada para la obtención de determinados fines”. Y agrega: “En los movimientos de esa clase, al revés de lo que pasa en el terreno de la lógica, las ideas son generalmente un medio, no un fin”. Sin embargo, “como toda regla sufre excepciones, el Movimiento de Oxford empezó sin que sus promotores tuviesen conciencia plena y clara de lo que se proponían. Más les animaba el deseo de afirmar una verdad que el de hacer prosélitos para ella. El estudio de su psicología es doblemente interesante”.

REACCION
Irazusta señala que el Movimiento de Oxford fue “una reacción contra la irreligiosidad de que adolecía la Iglesia de Inglaterra a principios del siglo XIX”. El exceso, observa, “debía provocar la reacción”.
El año emblemático del comienzo del Movimiento es 1827. Newman, progresivamente, fue conociendo a sus principales protagonistas: John Keble, Hurrell Froude y Edward Bouverie Pusey.
“Desde 1827, fecha en que apareció el Año Cristiano [de Keble], hasta 1833, en que su autor pronunció su discurso sobre la Apostasía Nacional y en que los tractarianos publicaron el primero de sus Folletos para la época, los tres amigos [Keble, Froude y Newman] tuvieron tiempo de coordinar sus ideas y ponerlas a punto para el momento de la acción a que sentíanse impulsados por la fuerza de las circunstancias”.
Irazusta considera el caso de Newman “como una de las experiencias mentales más interesantes en la historia del pensamiento”. Observa que puede llamar la atención “tener una idea de la parte que se refiere a la historia de las opiniones religiosas de Newman, historia que naturalmente se termina por su conversión al catolicismo, puesto que catolicismo y opinión son términos inconciliables”.
Importante esta última afirmación de Irazusta, sobre todo en tiempos de “magisterio” descafeinado que invita a la reflexión, no reprueba errores y suscita debates teológicos como un bien necesario.
Irazusta, siguiendo la Apologia por vita sua, resalta la influencia que tuvo Froude en Newman. Logró que el último “volviese los ojos a Roma con admiración. No tardó en persuadirle el rechazo de la Reforma, que en días por venir se hiciera devoto de la Virgen y que gradualmente se elevara a la comprensión de la presencia real de Cristo en la Eucaristía”.
ROMANISMO
Un tema principal en la historia de la conversión de Newman es “el romanismo”. Es interesante destacar aquí la motivación histórica de nuestro protagonista. “El deseo de formar una doctrina teológica propia para oponer al liberalismo lo llevó a profundizar el estudio de los teólogos del siglo XVII, encontrándose enseguida con que era imposible hacer nada parecido a lo que se proponía sin entrar a saco en la enseñanza de Roma”.
Lo cierto es que, con el correr de los meses, luego de estudiar la historia de los eutiquianos, terminó en el donatismo. Una frase de san Agustín de Hipona dejó huella en Newman: Securus iudicat orbis terrarum, es decir, todo el mundo juzga con seguridad. Así fue que escribió el famoso Tract (Folleto) N° 90 “que provocó innumerables conversiones al catolicismo”. “Sus simpatías por Roma, cada día más vivas, eran estorbadas por el temor a las resoluciones precipitadas, y la responsabilidad asumida cerca de los padres de jóvenes que había contribuido a llevar hacia el catolicismo”. En medio de numerosas dificultades, finalmente el 8 de octubre de 1845 es recibido en el seno de la Iglesia Católica.
Para concluir, Irazusta cita un texto de la Apologia pro vita sua ilustrativo de la nueva vida de Newman: “Desde que me hice católico… mi mente no ha estado ociosa ni he dejado de pensar sobre temas teológicos, pero no he tenido cambios que señalar ni ansiedad moral de ninguna especie. He estado en perfecta paz y contentamiento”.
Las notas de don Julio Irazusta sobre san John Henry Newman son una invitación para leer directamente las obras del más reciente entre los doctores de la Iglesia. Si vale una recomendación, puede comenzarse con La Iglesia de los Padres (Buenos Aires, Ágape, 2019, https://www.laprensa.com.ar/Una-amable-introduccion-a-los-primeros-siglos-cristianos-531556.note.aspx). No hay retorno.