Opinión
Salud cotidiana

El TDHA no es una enfermedad, es un mecanismo de afrontamiento

 

Conversando con muchísimos profesionales que lo padecen, pero sin diagnosticar, me puse a investigar sobre un tema realmente preocupante postpandemia. Habiendo sido mentora de Acelerados, una plataforma que ayuda a chicos con El Trastorno por Déficit Hiperactivo de Atención (TDHA) y Trastorno del Espectro Autista (TEA) en sus procesos de aprendizaje y ahora parte del equipo, me obligué a estudiar sobre estos dos temas que afectan a muchas personas no diagnosticadas.

Uno de los problemas más frecuentes, según algunas publicaciones es obviamente la baja autoestima que genera la sensación de inadecuación de esta problemática compleja, que en palabras del Dr Gabor Maté, no es una enfermedad sino un mecanismo de afrontamiento. Y es así como, las personas que lo padecen pueden haber tenido dificultades de afrontar algunas situaciones en la infancia encerrándose en sí mismos, sin poder luchar o huir, por cómo se moldeó su sistema nervioso ante situaciones de estrés. Cuando crecer significó estar atentos a situaciones de tensión en casa, el cuerpo aprendió que pensar era mucho más seguro que sentir. No invalida los diagnósticos, ni tratamientos, sino que amplía la mirada.

¿Qué ocurre por dentro? La evidencia empírica es consistente: la exposición temprana a la adversidad y al estrés parental se asocia con mayor probabilidad y gravedad de síntomas de TDHA en la vida adulta. Bajo estrés crónico, los circuitos de alerta se vuelven muy sensibles y los de organización de la atención pierden margen. La dopamina, clave para la motivación y foco, se vuelve errática. Resultado, oscilamos entre hiperfoco por urgencia y desconexión cuando no hay presión. Pensar sin parar reduce la intensidad emocional, pero también nos corta el acceso a la interocepción, que es el mapa interno que necesitamos para regularnos y decidir. Esto explica porqué rendimos en incendios y nos enredamos en lo cotidiano. El sistema aprendió a funcionar con amenaza y no con calma. No es pereza, ni falta de voluntad, es aprendizaje neurobiológico.

SIN ETIQUETAS

Entonces, es importante no etiquetar a las personas, sino enseñarles estrategias de afrontamiento, brindando espacios sanos donde prevalezcan los vínculos estables, donde el contacto con la naturaleza sea una opción saludable.

¿Se puede cambiar? Si, no desde la exigencia, sino desde la seguridad repetida. El cerebro reaprende cuando hay coherencia entre cuerpo, emoción y vinculo. Pausas con respiración lenta, sentir peso y temperatura, movernos suave, dormir mejor, límites claros, relaciones predecibles. La medicación puede ser una aliada, la práctica somática y la autocompasión también. El objetivo no es dejar de pensar, sino recuperar el puente mente cuerpo para que la atención no sea solo defensa, sino presencia.

Entonces, ¿cómo es posible para una persona enfocarse en una sola cosa por vez o completar tareas sin estar distraídos? Esto es gracias a un sistema que nos permite priorizar algunas cosas sobre otras (por ejemplo, te permite enfocarte en este texto mientras ignoras ruidos del medioambiente en un café) alternar entre dos o más actividades (como mirar el Iphone y luego volver para prestar atención a la clase), y hasta manejar varios estímulos de una sola vez de una manera efectiva. Algunas de las habilidades mencionadas son propiedades del sistema de atención.

Muchas funciones, como la habilidad de aprender, recordar, organizar tareas, poner las palabras juntas para formar y articular una frase coherente, y leer requiere que nuestra atención sea gestionada correctamente. La atención, diferente a otras funciones de nuestra mente, puede interferir con lo que percibimos, lo que pensamos y lo que hacemos:

* Si no presto atención a un estímulo, no seré capaz de percibirlo.

* Si enfoco mi atención en un solo pensamiento, este prevalecerá en mi conciencia.

* Si quiero rememorar un paso de baile, necesito prestar atención a lo que quiero recordar.

Hay muchos ejemplos de situaciones en las que nuestra atención está envuelta. Considerando la importancia de esta función para nuestro funcionamiento diario, es lógico preguntarse si puede verse afectada y cuáles son las consecuencias de este déficit. La respuesta a la primera pregunta es sí, la atención puede verse afectada. Diversos trastornos o accidentes, como traumatismos craneoencefálicos o accidentes cerebrovasculares, pueden causar déficit de atención en personas sin dificultades de atención. Además, algunas personas pueden presentar un desarrollo diferente o anormal de su función atencional debido a un trastorno del neurodesarrollo, como el TDHA.

Creo que, ante las situaciones de la vida moderna, con la tecnología cada vez más presente en nuestras vidas, son muchos los ejemplos que podríamos enumerar de desatención: olvidarte la comida que se quema, mientras estas atendiendo a un familiar que te reclama o una llamada de emergencia en el trabajo; la dificultad de estar presente en una reunión de trabajo, mientras tus sobrinos te demandan atención o no impacto el pago que hiciste online de tu factura de la seguridad social, mientras tu laptop o el celular se queda sin batería, mientras estabas a punto de entregar un trabajo y se pierden todos tus cambios en word, o cuando te hackean el celular, no pudiendo acceder al whatsapp hasta cambiar el número, teniendo que, una vez cambiado volver a pedir que te acepten en todos los grupos en los que estabas con un nuevo número y cuando lo logras te lo dan de baja por compartir los 5 minutos del Espíritu Santo en un grupo de oración que estaba liderado por un cura que fue metido preso por una demanda de abuso, que meses atrás vino a bendecir tu casa. ¿Quién no podría volverse loco/a de ansiedad o al menos pasar por situaciones cercanas a un TDHA?

La película Un día de furia protagonizada por Michael Douglas me queda chica para describir los sentimientos por los que pasa una persona que se tiene que aprender a autorregular ante tamañas situaciones que la vida cotidiana agrega en contextos de alta competencia como puede ser el de las corporaciones multinacionales. Esto sin mencionar las situaciones de mobbing que pueden acontecer ante un profesional que se siente intimidado por tener algún tipo de visibilidad, habiendo detectado tus síntomas.