Cuando iba a comenzar la guerra de Malvinas un experto en fragatas misilísticas les expresó a los pilotos argentinos que estas eran prácticamente inexpugnables. "Ataquen en masa, 10 o 12 aviones, la mayoría van a ser derribados, quizá el último pueda hundir una fragata", fue el desalentador diagnóstico.
Los “Halcones” hicieron caso omiso de esta agorería y decidieron atacar a lo Güemes; apareciendo de improviso, golpeando y desapareciendo. Pero había que probar si ese método funcionaba. Le tocó a la escuadrilla Torno.
El 1° de Mayo de 1982 en la Base Aérea Malvinas, después de haber sido bombardeados por los Vulcan y Harrier, nos estaban cañoneando los buques de la flota británica. La estábamos pasando muy mal cuando, de repente, pasaron sobre nuestras cabezas los tres aviones Mirage V Dagger de la Escuadrilla Torno.
Como caballería que llega al rescate, arremetieron contra las fragatas y vimos claramente que por lo menos una de ellas se alejaba humeante.
Años después supe que el primer bombazo de ese ataque se lo había asestado a la flota invasora el piloto Gustavo Aguirre Faget. En 2007 lo entreviste para el programa que yo tenía en Radio Palermo.
-Qué te pasaba en ese momento por la cabeza, qué emociones tenías, o no había ninguna, porque uno se convierte en máquina?
-Yo creo que algo de eso hay, estaba muy concentrado. Tuvimos muchos minutos de silencio a la espera de la salida, y ya en la navegación no nos hablábamos entre nosotros. En el vuelo rasante tenés que estar muy atento a no tragarte las piedras, porque veníamos a muy baja altura. En el momento del ataque a los buques el tiroteo fue muy, muy intenso. Fue nuestro bautismo de fuego; ese 1° de Mayo era la primera vez que atacábamos buques misilísticos. Pocos días después ya nos convertimos en expertos. Pero ese 1° de Mayo, pese a toda la teoría que decía que eso era imposible, hicimos el ataque a muy baja altura. Pocas millas antes del blanco, yo me separé un poco de la escuadrilla, levanté la nariz y bajé con G negativa, como decimos en los aviones de combate.
-Explicame un poco qué es G negativa
-Cuando vos tiras la palanca para atrás y ascendes, tenes una G positiva, o sea tu cuerpo es como que se pone más pesado y te pegás al asiento. Eso lo hice lo más brusco que pude y gané, ponele, unos mil metros en altura. Luego, con G negativa, llevé la palanca hacia adelante, -son comandos hidráulicos- y quedás como colgado del asiento. La maniobra había que hacerla lo más brusca para evitar ser derribado. Tenía un poco de ansiedad, seguía rasante, el buque que me tocaba atacar, de los tres que estaban, era el de más hacia el este, más hacia el mar. Me faltaban varios segundos para poner mi mira en la parte superior de la fragata, y así poder empezar el disparo. Cuando bajé la nariz del avión y veo el buque con un ángulo de unos 20 grados, me tiraron con todo, era un foco, un cono de disparos desde la popa del buque, muy, muy intenso. Tenía que mantener la mira del cañón de 30 milímetros sobre ese cono. Me seguí acercando. En ese momento volábamos a cerca de novecientos o mil kilómetros por hora y teníamos que reducir un poquito. El Mirage podía volar aún a mayor velocidad, pero después me quedaría sin combustible para regresar.
-Tenías alguna emoción o estabas operando como si tu vida no corriera peligro?
-La verdad, es la primera vez que me preguntan algo así. Yo creo que recurrís a todo tu adiestramiento y las emociones se te acumulan para el después. En esos segundos era responder al adiestramiento que teníamos. Hay tantas cosas que mirar, estar atento a la formación de la escuadrilla, ir muy bajo y siguiendo el perfil, mirar la cola de tus compañeros de escuadrilla, que no haya un Harrier detrás nuestro…
-Claro, porque no tenían radar...
-No. Teníamos un excelente avión, que después fue modernizando su instrumental, pero entonces en ese hermoso cazabombardero supersónico no había nada de lo que fuera guerra electrónica, ni radares. Era totalmente visual el control, así que nos exigía mucho físicamente.
-¿Vos fuiste el primero en colocarle la bomba a un buque inglés?
-Entiendo que sí. Era la primera escuadrilla que pasó sobre estos buques misilísticos y las mías fueron las primeras bombas que ligó la flota inglesa. Vos fuiste testigo, y recordás que también había gente de Ejército y de Marina que estaban ahí en la costa y pudieron ver el ataque.
LOS BUQUES ATACADOS
No está totamente claro cuales fueron los buques atacados ese día por la escuadrilla Torno, ni que daños sufrieron. Según una de las versiones habrían sido las fragatas Alacrity y Arrow y un destructor tipo CL42.
-¿Vos tenés idea de qué navíos se trataba?
-No exactamente. Algún día los británicos reconocerán que buques eran y qué efectos sufrieron. Algo notable pasó, porque demoraron 20 días para hacer el desembarco, reprogramaron todo lo que tenían pensado, dejaron de bombardear a la gente nuestra de día. El cambio fue significativo. Pero no dicen mucho. Vos conoces bien la situación de la Fuerza Aérea en Malvinas. Este ataque del 1° de Mayo y el ataque de los A4C y Super Etendard al portaaviones, son las dos misiones en que los ingleses más escatiman la información.
Son escondedores en todas las acciones de la guerra, minimizan sus bajas, hay testimonios de que son mayores que las que ellos reconocen. Lo cierto es que después de ese ataque las fragatas ya no se animaron a aparecer más de día, cañoneaban de noche, no nos dejaban dormir.
GESTA DE LOS ANDES
Desde que fui consciente de la enorme paliza que los Halcones le propinaron a la flota británica -paliza reconocida en su diario por su mismo jefe, el almirante Woorward- siempre sostuve que en un futuro la Gesta de Malvinas iba a ser reconocida a la par de la Gesta de los Andes.
-Sos consciente de que ustedes son los equivalentes de los granaderos de San Martin?
-Te aseguro que no es falsa humildad, pero cuando hablan de ese héroe, “qué bárbaro lo que hizo”, realmente no lo siento. Siento que éramos un grupo que quería hacer las cosas bien. Yo pasé por la educación pública y estoy muy agradecido a esos maestros que nos enseñaron a querer al país, a hacer lo que a uno le toca, a respetar los valores, valores que trato de transmitir a mi familia.
- Después de pegarle a los buques había que hacer el escape. Y eso era complicado, porque estaban los Harrier en el aire. Ustedes se van y los Harrier empiezan a perseguirlos...
- Si. Tal cual como vos decís. Hasta Malvinas eran unos 40 minutos de navegación para llegar al punto en que, teóricamente, tenían que estar las fragatas. Al ir rasante tenes escasa visión, el horizonte es de pocos kilómetros. Cuando estamos a 10 mil, 15 mil metros de altura por supuesto ves mucho más, pero rasante se te acorta bastante. Llegamos al punto y no estaban las fragatas. El jefe de la escuadrilla, Dimeglio, lo único que nos dijo en toda la navegación fue “tres minutos más”. Volamos esos tres minutos más y nos quedaba el mínimo de combustible para el regreso. Llegamos, atacamos y nos separamos. Después de todos los disparos que recibí, y de haber tirado con los cañones y luego arrojado las bombas sobre el buque, salí hacia el este, hacia mar adentro. Pegado al mar, me quería alejar lo más rápido posible de esa zona, porque me habían tirado mucho. Sabía que no podía volver a pasar por Puerto Argentino porque - vos sos testigo de ello - ellos tenían muy buena capacidad misilística y de artillería. Para no arriesgar la vida, habíamos quedado en que esa zona era prohibida.
-Eso alargaba el trayecto.
-Lo alargaba. Tuve que ascender y perder un poco de velocidad. Cambie velocidad por altura y llegué a sobrepasar Puerto Argentino para poner proa a San Julián. Cuando estaba al norte de la isla Soledad, los Harrier comenzaron a acercarse. Pero fue una maravilla el trabajo del radar de Puerto Argentino. El radar Westinghouse de la Fuerza Aérea, bajo el mando del mayor Silva, funcionó como si hubiera estado en guerra un siglo sin parar: con una velocidad, precisión y calidad de información increibles. ¡Y era su debut en una guerra! No solo nos atendían a nosotros. Simultáneamente guiaban a una patrulla que iba a hacer rescate, y a otra escuadrilla que se dirigía al ataque. Cada tantos segundos nos pasaban la información: “los bandidos a 16 millas”. Pasaban unos segundos y decían: “al Torno, bandidos a 12 millas”. Y el radar, que en esa circusntancia es quien manda, asimismo guió una sección, es decir dos aviones, en apoyo nuestro.
-La del "Poncho" Donadille y “Daga” Senn…
-Si, que habían despegado detrás para proteger nuestra salida. Los guió en ascenso y los metió en la retaguardia de los ingleses que nos perseguían.
-O sea que se formó un trencito…
-Un tren. Dimeglio iba a muy baja altura, Román estaba a muy buena altura y yo quedé en el medio a unos 20, o 25 mil pies. Y los Harrier estaban en mi altura. Era un tren con diferentes alturas y todos volando hacia el sol. Hacé la prueba de mirar el sol a última hora, - porque eran cinco y pico de la tarde, que son los últimos minutos del sol en esa latitud y en esa época del año. ¡No veía nada! Apenas si distinguía mis instrumentos. Pero el radar nos dio esa alegría; puso a la escuadrilla Fortín, que eran esos dos M5 Dagger de Donadille y Senn, a seguir de los ingleses, cuando ya estaban cerca de 5 millas detrás mío. Viéndose amenazados, a la altura del Estrecho San Carlos, casi sobre la isla Gran Malvina, los ingleses abandonaron la persecución.
EL “PONCHO” DONADILLE
Esos aviadores británicos jamás podían haberse imaginado que el argentino que los estaba persiguiendo se encontraba desarmado.
- Lo curioso, Gustavo, es que el Poncho Donadille estaba sin armamento, no le habían funcionado los misiles Shafrir. Es decir que el Poncho los corrió con el poncho…
-Jeje, si. Porque además, poco antes de llegar, conectó todas las llaves y cuando probó los cañones había un desperfecto electrónico. Pero gracias a Dios continuó la misión, porque se dijo a si mismo: “los ingleses no saben que no puedo tirar”. A ellos les pareció una amenaza muy seria, abandonaron la persecución y pudimos regresar. A última hora, sin bombas, sin munición y con muy poco combustible. Ahí si, te puedo contestar, que tenés un montón de sentimientos y agradecimientos, sobre todo a nuestra Virgen. A ella le recé como nunca antes. No teníamos muchas posibilidades de equivocarnos, porque teníamos que ir en línea recta. No teníamos reabastecimiento en vuelo, así que el combustible era exacto como para llegar y aterrizar. Recién podes relajarte cuando apagaste todos los sistemas, bajaste por la escalerita del avión y pisaste el suelo.
VISION HISTORICA
Yo estaba entrevistando al Halcón Agirre Faget un 1° de Mayo, era el aniversario número 35 del Bautismo de Fuego de la Fuerza Aérea, pero en los medios no había ni un renglón al respecto.
-¿No te frustra que en nuestro país no se le de la relevancia que debería tener? Como que no hay vision histórica de la importancia de la Gesta de Malvinas.
-Me parece muy injusto por mucha gente -vos conociste a muchos de ellos- por lo que han entregado. Por la actitud que tuvieron sabiendo que la lucha era desigual, el enemigo enorme y las probabilidades de no volver, muchas. Y sin embargo la actitud era la de cumplir y luchar dignamente. Y no solamente nosotros, sino esos mecánicos que trabajaban de noche, porque no tenían otra. En San Julián, en carpas, con frío, con viento. Y me imagino a los camaradas de Ejército y de la Marina, en condiciones duras. Los jóvenes tienen que saber que no peleamos por una convenciencia personal, ni familiar, ni social. Arriesgabamos el pellejo porque nos tocaba hacerlo y porque somos argentinos.
ADMIRADO GUSTAVO...
Más temprano que tarde los jóvenes lo sabrán, querido y admirado Gustavo. Que Dios te tenga a su diestra.