Política
EL RINCON DEL HISTORIADOR

El Club del Progreso y la Estatua de San Martín en Washington (II)

En la edición del domingo 4 de mayo pasado, nos referimos al destacado papel que le cupo a Carlos Aldao para llevar adelante este proyecto, al que se unieron Estanislao S. Zeballos presidente del Club del Progreso y los socios Adolfo Pueyrredón, el general Pablo Riccheri y el coronel Franklin Rawson.

El viernes pasado, Estados Unidos celebró el 249º aniversario de su independencia. Por ese motivo y en recuerdo que el monumento del Libertador fue una forma de retribuir la estatua de Jorge Washington que los residentes americanos en nuestro país nos obsequiaran en el centenario de la Revolución de Mayo de 1810 es que completamos el relato.

La ceremonia que se realizó el miércoles 28 de octubre de 1925, comenzó con una invocación por el rector de la Universidad Católica de América, monseñor Thomas J. Shahan.

Luego el embajador Honorio Pueyrredon en las palabras de entrega del monumento rescató en breve síntesis la vida del general San Martín y agregó que el director Juan Martín de Pueyrredon envió un mensaje al presidente Monroe del que fue portador Manuel José García, en el que le manifestaba la coincidencia entre ambos estados, con “los intereses de una sana política” y “de acuerdo con los principios de la justicia, nada es más fácil que el mantenimiento de la armonía y buena correspondencia entre poderes vinculados con estrechas relaciones. Tal parece ser el caso de los Estados Unidos y esta nación respecto una de la otra; situación halagüeña que da la prueba de nuestro éxito y forma nuestra mejor apología”.

En ese momento la situación del país del norte no era la mejor con España y reconocer nuestra independencia podía agravarla mucho más. Sin embargo, dos legisladores, Henry Clay y Thomas Robertson, fueron los líderes que apoyaron nuestro petitorio, según lo destacó Pueyrredon, reconociendo además que “a los Estados Unidos le corresponde la gloria de haber lanzado el grito inicial cuyo eco iba a repercutir en Europa y América, ofreciendo a la vez uno de los mejores modelos escritos de instituciones republicanas”.

Acto seguido una banda de música ejecutó nuestro himno nacional, para colocar posteriormente el embajador Pueyrredon y el director de la Unión Panamericana L. S. Rowe en el interior de una piedra de ónix los documentos de entrega y aceptación en la base del monumento.

ENCARNACION DE LA VERDAD

Inmediatamente el presidente Calvin Coodlige hizo uso de la palabra para recibir el bronce y comenzó diciendo: “Los grandes hombres pertenecen a la verdad, son la encarnación de la verdad. Aun cuando sean expresión de circunstancias puramente locales, su influencia en definitiva es universal. Esto es lo que justifica la erección, dentro de nuestro propio país, de monumentos dedicados a las grandes figuras que han sido factores en adelantar el bienestar de los pueblos de otros países. Es el reconocimiento por nuestra parte de una norma universal de conducta y de la fraternidad de los hombres”.

Sus palabras en buena parte fueron una respuesta al embajador Pueyrredon, al comparar a los fundadores del norte Washington, Jefferson, Adams, Hamilton y Franklin con los sudamericanos Hidalgo, Sucre, Bolívar, Artigas, O´Higgins y Morazán, a la vez que recorrer la vida de San Martín para resaltar “cuán íntima ha sido la asociación espiritual de los miembros de la familia americana de Repúblicas”.

Acallados los aplausos el obispo de Washington, monseñor James E. Freenan, procedió a bendecir el monumento, para después la banda de ejército americano ejecutar el himno nacional de los Estados Unidos.

Luego depositaron ofrendas florales el secretario de Estado y presidente del Consejo Directivo de la Unión Panamericana Frank B. Kellog; los embajadores de Chile y Perú, Beltrán Tahieu y Hernán Velarde respectivamente; el encargado de negocios de Venezuela, Dr. Francisco Gerardo Yanez.

Hicieron lo mismo funcionarios de la Sociedad Panamericana, la Sociedad de las Hijas de la Revolución Americana, la Sociedad Hijos de la Revolución Americana y la de los Hijos de la Revolución de Washington, el ejército de la República de la región del Potomac, la Legión Leal, los Veteranos Unidos de la Guerra con España, la Legión Americana de la Guerra Mundial, los Veteranos de Guerras Extranjeras y la Federación General de Clubes de Mujeres.

La ceremonia finalizó con una gran parada militar. El presidente Alvear ese mismo día le hizo llegar a su par de los Estados Unidos un cablegrama “profundamente impresionado por los conceptos del discurso que había pronunciado al inaugurar el monumento consagrado a nuestro Libertador”.

Coodlige contestó el 2 de noviembre agradeciendo “la estatua tan generosamente obsequiada por el pueblo amigo de la República Argentina y aún mayor debido a las expresiones encomiásticas a los sentimientos que me cupo el privilegio de expresar en esa ocasión”.

El Club del Progreso, en fina atención, obsequió con sendas medallas de oro conmemorativas a los presidentes Alvear y Coodlige.

LA FRASE

En el monumento se lee esta frase:

“José de San Martín. Fundador de la Independencia Argentina. Dirigió el ejército libertador a través de los Andes y dio libertad a Chile y Perú. Su nombre, como el de Washington, representa el ideal americano de Democracia, Justicia y Libertad”.

Hace pocos días, la conmemoración del 50º aniversario de la inauguración del monumento a San Martín en Bruselas, dio motivo a una evocación por parte de esa representación diplomática colocando unas imágenes en la verja de la residencia; bueno sería replicar esto con la de los Estados Unidos en una fecha tan significativa.

El Club del Progreso será sin duda la sede de una recordación, de un acto que se le debe a la actividad y patriotismo de aquellos dirigentes; y que las actuales autoridades valoran en su justa grandeza.