Por esto de que la necesidad tiene cara de hereje, a veces los gobiernos traicionan su esencia idealista y se vuelven lógicamente pragmáticos. La escasez de dólares en la Argentina, un síntoma repetido en la economía, ha hecho que La Libertad Avanza guarde más de un estandarte.
Es cierto que el Gobierno y el Banco Central han tomado medidas claras en pos de favorecer la fluidez sin trabas en la economía, y que se produjo una mejora sustancial en naturalizar el mercado cambiario -aunque el cepo no se levantó en su totalidad-, pero una cosa es ser libertario y otra, muy distinta, comer vidrio.
De allí que, ante el panorama urgente de sumar dólares a toda costa, se haya promulgado una resolución mediante la cual los bancos y las entidades administradoras de tarjetas deberán informar al ARCA con más detalle los movimientos de compras en el exterior, ya sea con débito o crédito.
La intención del fisco es seguir con mayor precisión los patrones de consumo de los argentinos en el exterior y, de alguna manera, encender una luz de alerta para todos aquellos que, a caballo del dólar barato, cruzan la frontera para gastar las divisas en otros destinos.
Desde el verano, cuando se produjo el aluvión de turistas argentinos a Brasil, el Gobierno viene monitoreando la situación. El escenario era entonces preocupante. A mitad de año y con las vacaciones de invierno a la vuelta de la esquina, la situación no cambió. Basta mirar por televisión la cantidad de hinchas que viajaron a Estados Unidos para presenciar el Mundial de Clubes.
La medida de ARCA, además de advertir que el ojo del fisco no descansa, se inscribe en la política de ajuste del gasto público. "Se han encontrado casos de personas con planes sociales o monotributistas de categorías bajas que registraban gastos elevados en el exterior. Con esta información, ARCA podrá cruzar datos y perfilar mejor a cada contribuyente", explicó la economista Elizabet Piacentini.
La tensión se incrementó esta semana cuando el Indec dio a conocer las cifras del Turismo Internacional correspondiente a mayo. El turismo emisor creció 48,7%, mientras que el receptivo bajó el 10,1%. “Se registró un saldo negativo de 741,7 miles de visitantes internacionales por todas las vías de acceso al país”, enfatiza el informe.
Abundan las lecturas en torno al daño que la salida de dólares le produce al país en materia de acumulación de reservas. El profesor Juan Carlos De Pablo, habitué de las tertulias domingueras en la Quinta de Olivos, suele disentir con los agoreros y recalca que el movimiento no afecta al BCRA porque se usan dólares que el turista ya tiene ahorrados, ya sea depositados en el sistema financiero o bien debajo del colchón.
MAGRAS RESERVAS
Los préstamos que recibe el Gobierno, provenientes de diversas entidades multilaterales de crédito, no terminan de despejar la preocupación en torno a los escasos fondos con que cuenta el Banco Central. Hace ya un tiempo que los economistas pronuncian en privado y replican en sus informes una frase que se repite como un mantra: “Hay que acumular reservas”.
Aquí, una vez más, la biblioteca está dividida. Buena parte de los expertos afines al gobierno de Javier Milei aseguran que con este esquema de flotación, donde el Banco Central anunció que comprará divisas sólo cuando bajen a $1.000, no hay que preocuparse por la acumulación de reservas ya que ese rol pasa a cumplirlo el Tesoro, que necesita los dólares para cancelar deuda.
“Con un tipo de cambio más flexible, el Banco Central presente en la plaza y la eliminación del blend, se van a poder acumular las reservas un poco más rápido”, considera una economista que hace un balance positivo de la gestión Milei, un año y medio después de haber tomado las riendas de un país quebrado.
En la semana desembarcó en Buenos Aires una nueva misión del Fondo Monetario Internacional, cuya misión es ni más ni menos que controlar el cumplimiento de lo rubricado en el acuerdo. Desde lo fiscal no habría mayores problemas porque el Gobierno sobrecumple con las expectativas del organismo. El problema son las reservas.
Un documento de la Fundación Mediterránea recalcó que las reservas netas del Banco Central continúan en rojo por una cifra de -u$s 7.300 millones, pese al ingreso de fondos provenientes del REPO. Para cumplir la próxima meta ese saldo negativo debería recortarse hasta -u$s 2.600 millones, lo que implica una mejora sustancial de u$s 4.700 millones. Para fin de año el objetivo es alcanzar los u$s 1.900 millones de reservas netas.
El logro parece poco probable. En primer lugar porque por razones estacionales la economía ingresa en el período de tiempo en el cual el campo, al menos en teoría, ya liquidó el grueso de la cosecha. Además, las cuentas del comercio exterior nos hablan de una furiosa dinámica importadora y un magro rendimiento exportador.
De hecho, según datos del Indec, durante mayo el superávit comercial fue de u$s 608 millones, producto de una caída del 7,4% en las ventas al exterior y un fuerte impulso del 29,4% en las importaciones. La balanza, aún positiva, sufrió una retracción interanual de u$s 2.047 millones.
EL ESCENARIO
Durante la semana se dio a conocer también el dato de la actividad económica, una cifra que ofrece pliegues y lecturas diversas. En la comparación interanual la economía creció 5,8% en el primer trimestre del 2025 contra un 2024 marcado por los ajustes y la recesión. En la relación contra el trimestre anterior, sin embargo, la dinámica se ralentiza. Avanzó 0,8% frente al 2% del período octubre-noviembre-diciembre; y 3,9% de julio-agosto-septiembre.
La encuesta sectorial realizada por la Unión Industrial Argentina (UIA) marca que “predominan todavía los números negativos. El 33,0% de las empresas indicó una retracción en su producción respecto al promedio del primer trimestre del año, mientras que el 26,1% registró una suba”.
Y agrega: “En ventas, el 41,3% informó bajas y sólo el 24,9% registró alzas y, respecto al empleo, en abril creció tanto la cantidad de empresas que incorporaron personal (14,8%) como la de aquellas que realizaron recortes (20,1%)”.
En exportaciones, el 31,1% de las empresas registró caídas y sólo el 15,2% experimentó subas. Un 11,4% dejó de exportar, principalmente por problemas de competitividad y costos (57,8%) o factores cambiarios (31,3%).
Competitividad es otra de las palabras clave que pronuncian los economistas. Es allí adonde, aseguran, debe darse la próxima batalla. Según el Anuario de Competitividad Mundial, publicado por el International Institute for Management Development (IMD) de la ciudad de Lausanna, Suiza, Argentina se ubica en el puesto 62 luego de haber ascendido cuatro posiciones.
Este año el top 5 está conformado por Suiza en el primer puesto, seguido por Singapur, Hong Kong, Dinamarca y Emiratos Árabes Unidos. El trabajo evalúa más de 300 indicadores agrupados en cuatro pilares de competitividad: desempeño económico; eficiencia gubernamental; eficiencia empresarial e infraestructura.
En América Latina todos los países de la región se encuentran en la mitad inferior del ranking, con Venezuela ocupando el último puesto (69) y siendo Chile (42) la economía de la región que mejor posicionada se encuentra. Argentina escaló al lugar 62 “debido principalmente a las mejoras en el ámbito empresarial”, subraya el informe difundido por la Universidad Católica Argentina (UCA).
El tipo de cambio que estimula las importaciones, la falta de competitividad, la carga impositiva y el desplome del consumo interno ya se tradujeron en un alza de las cifras del desempleo en la Argentina, que ahora es del 7,9% (1,1 millones). La tasa de informalidad (no reciben aportes jubilatorios) es del 42%. Era obvio que esto iba a ocurrir con el perfil que toma la matriz económica.
Las grandes urbes se destacan por el impacto del desempleo. Por ejemplo, en el Conurbano bonaerense alcanza el 9,1%; Gran Resisencia, 8,9%; Gran Córdoba, 9,2%; Gran La Plata, 8,7%; Gran Rosario, 7,1%; y Ushuaia-Río Grande, 7%.
Más allá de todos los cambios por venir, de lo que mande la hoja de ruta del Gobierno, del enorme potencial de los hidrocarburos y la minería, queda claro que demandará tiempo y esfuerzo diversificar la estructura productiva nacional. Por ahora, como siempre, lo que manda es el campo, los servicios y la industria tradicional.
Un documento de Fundar revela que entre la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma aportan el 52,5% al PBI argentino. El resto de las provincias no superan el dígito. Le siguen Córdoba (8%) y Santa Fe (7,8%), ambas de producción sojera. La quinta es Neuquén con Vaca Muerta (3,9%).
La semana se cerró con una lección amarga: no siempre paga ser el mejor alumno de los organismos internacionales. Pese al esfuerzo por normalizar la política cambiaria y salir del cepo -con un dólar barato que pasa factura-, el MSCI (Morgan Stanley Capital International) decidió que la plaza argentina seguirá ocupando el último escalón del ranking, denominado Standalone.
La entidad, que ni siquiera ubicó a la Argentina en la lista de mercados con potencial para ser reclasificados como Frontera o Emergente, enfatizó que aún persisten limitaciones clave para los inversores extranjeros. Sin dólares ni pesos, con la inversión por goteo, resurgen las dudas sobre la sustentabilidad del proyecto libertario.