Opinión
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Drogas o cosmética del sin-sentido

La clínica de hoy nos confronta con el dolor, el trauma, el sufrimiento, el caos que no lleva a ningún orden y la huida frustra, al fin, a través de un placer que las drogas no logran calmar. Llegan vencidos con daños orgánicos en diversos sistemas desde el sistema nervioso, metabólicos, cardio respiratorios, etc.
La acogida afectiva es muy necesaria ya que necesitan un orden frente al caos, una estructura de vínculos ante el desorden y la perdida de lazos afectivos. Solos de soledad absoluta. No ponen ninguna resistencia ya que se entregan amorosamente a un regazo (como si fuera un niño) y refugio que los ayude a vivir. Es una mezcla de amparo, goce y consuelo (darle un suelo firme).

LA HISTORIA DE ERNESTO
Ernesto de 30 años me enseña con sinceridad lo que es vivir en Villa Fiorito en donde las drogas y los “pungas y transas” pululan. Es un mundo peligroso en donde la muerte ronda, pero en donde la tentación por consumir le es ya imposible de parar.
Un hermano murió de un tiro (una bala perdida) junto con su novia. El padre joven aún se deprimió y entro en un vertiginoso Alzheimer hasta morirse el también. Juan me dice gracias por recibirme. Los abandoné porque no podía refrenar el deseo de consumir, pero siempre sentí que este era el lugar para salir adelante. Mi hermano tiene trabajo y pareja, tiene un proyecto. Conocí la cárcel, la terapia intensiva y estuve intubado varias veces por sobredosis. Lamenta esa vida y agradece, agradece el orden vital que le ofrecemos. Les digo lo “tienen que hacer solos, porque de vos depende elegir el camino de la libertad frente a la esclavitud en la cual estás, pero no lo podes hacer solo; necesitas de un grupo, una ayuda profesional, la ayuda de los compañeros positivos hasta que al final surja la autoayuda”. O sea, asumir la enfermedad. Los felicito porque ellos “tocaron el timbre” buscando ayuda esto significa que la autoayuda empieza a funcionar.

EL “AUTISMO TOXICO” Y LAS FIESTAS ELECTRONICAS
Son las fiestas electrónicas para muchos e encuentro con lo alucinatorio. Las pastillas vuelan en medio de un baile solitario en donde cientos tienen su propio “viaje”. La botella de agua vale oro. El tusi, el éxtasis, la ketamina, y diversas drogas de síntesis son consumidas generando desde excitación psicomotriz hasta delirios y alucinaciones; la salud mental está en riesgo y muchos se colocan anteojos de sol ocultando su identidad y protegiéndose de la sensibilidad de la luz. Si viene el “bajón” otra pastillita más. Nadie con nadie, el ruido y el apetito por ese viaje solitario lo impide todo. No molestar al otro en su viaje, cuidar el espacio de cada uno.
Ese cuadrante “imaginario” debe ser inviolable. No hay lenguaje ya que el ruido impide hablar y las luces estroboscópicas lo sumergen en un mundo artificial pero imaginario. Ignoramos o no queremos saber cómo padres de la venta de drogas sintéticas en las discos electrónicas mientras la vida de sus hijos corre riesgo en esos lugares.
Hoy existen más de mil drogas sintéticas; ya no vienen de Holanda o Bélgica o Ibiza, sino que se producen en laboratorios caseros de nuestro país. Según datos de la Sedronar del 2024 el 20,8 por ciento de los estudiantes universitarios reconoció haber consumido cocaína, éxtasis, o alucinógenos una vez en la vida.
Un documento de la Cámara de Diputados firmado por la Dra. Campagnoli y refrendado por muchos profesionales busca que se declare de emergencia la Salud Mental y la creación de centros de atención residencial debido a catástrofes humanitarias que suceden semana a semana. En ese documento se menciona que 1 de cada 3 ciudadanos padece ansiedad generalizada y depresión, el 50 por ciento de los que tienen trastornos mentales no recibe tratamiento.
En el año 2.000 había 26 clínicas especializadas en trastornos severos de tipo psiquiátrico y de doble diagnostico con uso de drogas en la Ciudad de Buenos Aires; hoy solo quedan 7 cuando la población con problemas mentales y adictivos ha aumentado notablemente. Organismos privados mencionan que alrededor de 1.300.000 personas consumen drogas a lo cual se suma el auge de la ludopatía con un gran marketing que la sostiene.
El combo actual adictivo incluye el reparto “puerta a puerta” de las drogas, la ludopatía y el consumo de drogas unido con la venta de sexo incluido.

HOMBRE DIOS VS. DARLE UN SENTIDO A LA VIDA
Hoy en la clínica frente a la compulsión repetitiva a consumir en donde están comprometidos centros del placer cerebrales en la tarea clínica debemos entrar al “guion vital” de esa persona que supone levantar y llorar traumas, dolores, heridas emocionales no cicatrizadas desde muy pequeño con abandonos, rechazos familiares, intentos de abuso, etc; las drogas intentan paliar fallidamente estos dolores. Llegar a que el paciente confíe estos dolores lleva tiempo, pero cuando el vínculo de confianza se da el paciente empieza a dar vuelta una página de su vida para inaugurar lo que llamo en los tratamientos un proyecto vital que lo enamore y que sea tan fuerte que logre dominar la compulsión adictiva. Hay que entrar en una pato-biografía o sea en lo que llame el guion vital y en otros artículos el guion familiar.
El duelo y los dolores que estos conllevan encuentran en la droga al “Hombre-Dios” que por instantes lo sumerge en la “nave del olvido” con la sensación de omnipotencia, pero la tristeza y la melancolía vuelven. De seguir esta compulsión repetitiva al consumo triunfa la vía suicida y se va ejecutando una eutanasia.
La “cosmética del sin-sentido” ya no sirve más y el precipicio de la muerte junto con multitud de internaciones, terapias intensivas, problemas cardiológicos, metabólicos, van haciendo de él lo que un paciente me confesaba con dolor: “un ente” sin destino ni proyecto. La superación de esta sensación de infinitud que nos proporciona el consumo por instantes implica aceptar la finitud y el encuentro con otro (terapeuta-grupo de compañeros) y vivir la casa de tratamientos (comunidad terapéutica como su casa sustituta). Va surgiendo desde la superación de la abstinencia con la angustia que esto conlleva un doble camino: un proyecto de vida y un estilo de vida.
El proyecto de vida es variado y depende de cada paciente: recuperar un hijo, una pareja, reconciliarse con la vida y perdonarse, un estudio, una carrera; en fin, encontrar una misión y una vocación.
El estilo de vida implica una tarea difícil pero necesaria: cambio de contactos, eliminar “dealers” de la agenda, reencontrarse con antiguas amistades abandonadas, actividad física (el cerebro necesita oxígeno y no vive con tóxicos), dormir de noche y vivir de día (tarea harto difícil para muchos). La finitud que somos es el choque con la realidad mientras que la infinitud que creemos ser nos sumerge en ese “Hombre-Dios” que es solo la ilusión de los desheredados. El paciente comienza a darse cuenta que la “cosmética del sin sentido” no le sirvió en la vida. Así va inaugurando otro sendero vital en compañía.