Espectáculos
LA SINFONICA NACIONAL PRESENTO A BORIS GILTBURG Y ESTRENO A SHOSTAKOVICH

Dos revelaciones en una misma noche

Ficha técnica: Orquesta Sinfónica Nacional. Concierto. Director: Pedro Ignacio Calderón. Programa: Concierto para piano y orquesta No. 2 en Do menor, Op. 18, de Rachmaninov. Solista: Boris Giltburg. Sinfonía No. 12 en Re menor, Op. 112, "El año 1917", de Shostakovich. Ciclo de Grandes Conciertos. Salón de Actos de la Facultad de Derecho (Figueroa Alcorta y Pueyrredón).

Como en su época fundacional -en las décadas del 50 y del 60 con la desaparecida Orquesta de Radio del Estado- el Salón de Actos de la Facultad de Derecho volvió a ser sede de un imponente concierto sinfónico que incluyó una primera audición local. En este caso, se trató de la Sinfonía No. 12 de Shostakovich, titulada "El ao 1917", tras cuyo estreno argentino resta sólo por dar a conocer la "Tercera". El maestro Calderón está así llevando a buen puerto uno de sus proyectos artísticos, cual es la realización integral de las sinfonías del sufrido y genial músico soviético. PROPAGANDA MUSICAL El concierto, sin embargo, comenzó con otra revelación: la del joven pianista israelí Boris Giltburg, ganador en 2002 del segundo premio del prestigioso Concurso Internacional de Piano de Santander. En el Concierto No. 2 de Rachmaninov, Giltburg se lució como un solista solvente, de sonido y gesto amplio, muy apropiado para el estilo del autor elegido, dejando oír su línea con naturalidad y sin desbordes, acompañado suntuosamente por la Sinfónica. Las sinfonías Nos. 11 y 12 de Shostakovich plantean un retorno a la música de propaganda política, pero esta vez sin la amarga mueca sarcástica y audacias técnicas que el autor reservaba para estas ocasiones en sus años mozos. Se trata de dos claudicaciones pasajeras, entre dos obras altamente significativas. la Décima Sinfonía y la No. 13, "Babi Yar", de las cuales Calderón y sus huestes brindaron en su momento memorables ejecuciones, estrenando además en nuestro país la última mencionada (en el caso de la Décima, generó, hecho infrecuente, un bis de la orquesta). SONIDO MORBIDO La Sinfónica Nacional y su titular se mueven en este repertorio con singular comprensión idiomática, apoyados en bronces de sonido mórbido y una concepción orquestal diestra en las grandes construcciones sinfónicas. La obra, empero, sin perjuicio de la importancia de su estreno, es una de las menos inspiradas de Shostakovich; es repetitiva, carece de ideas musicales interesantes y su espíritu propagandístico es demasiado evidente, sobreviviendo como exponente de una estética de ocasión. Esta vacua grandilocuencia se vio enfatizada por la ya célebre, por lo atronadora, acústica del Salón de Actos de la Facultad de Derecho. Las autoridades de la Sinfónica, en su empeño por ofrecer conciertos gratuitos (sin que esto haya demostrado atraer a un público distinto o más numeroso que en los conciertos de las buenas épocas en el Auditorio de Belgrano) deben buscar un lugar con acústica adecuada al menos para el ciclo principal de la que es la mejor orquesta del país. Sólo de esa manera cumplirán adecuadamente su finalidad social y cultural. Daniel Varacalli Costas