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Crítica: "Dormir al sol", el filme de Chomski basado en la novela de Adolfo Bioy Casares

Del realismo fantástico local

El director construye una obra austera, mínima, la ubica con aciertos en un barrio laberíntico como el de Parque Chas, e imprime a través de la fotografía algo del misterio, el toque casi demodé de la novela.

Ficha técnica:
"Dormir al sol". Argentina, 2010. Dirección y guión: Alejandro Chomski, basada en la novela de Adolfo Bioy Casares. Fotografía: Sol Lopatin. Actores: Luis Machín, Esther Goris y Florencia Peña. Presenta: Piraña Films. Duración: 83 minutos. Calificación: Para todo público.

La película está basada en una novela corta de Adolfo Bioy Casares, importante escritor argentino, que con su mujer, Silvina Ocampo y su amigo Jorge Luis Borges, dieron un vuelco particular a la literatura de nuestro país al incursionar dentro del realismo fantástico.

"Dormir al sol" escrita en 1973, cuenta lo que le pasó a Lucio Bordenave, cesanteado recientemente y metido a relojero, que, muy enamorado de su mujer, sufre una serie de cambios que le harán, tangencialmente, ingresar al mundo de la locura y luego al de la fantasía, donde la figura del perro adquiere una notable importancia.

COMO UN SUEÑO

Bordenave, su mujer Diana, el misterioso doctor Standel y el doctor Samaniego son los personajes en la novela que en la película actúan a horcajadas de la realidad y la ficción.

A veces como habitantes de un sueño, otras como vecinos de Parque Chas (Villa Urquiza, en la novela), en los "60 en el libro, en los "50, en la película, mantienen esa característica no totalmente real otorgada por el autor.

Hace poco tiempo tuvimos en Buenos Aires un filme con connotaciones similares, era una película protagonizada por Paul Giamatti "Itinerario de almas", que también versaba sobre el sutil tráfico de almas y la posibilidad de emigrar un tiempo de los cuerpos para curarse en otros. La película aborda esa temática y también puntos clásicos, habituales en Bioy, el amor, el destino como juego, la pérdida de la identidad y el cambio.

UNA OBRA AUSTERA

El filme de Chomsky vuelve a mirar hacia la literatura. La mayoría de los jóvenes realizadores no se inclinan por esta opción.

El director construye una obra austera, mínima, la ubica con aciertos en un barrio laberíntico como el de Parque Chas, e imprime a través de la fotografía algo del misterio, el toque casi demodé de la novela.

Bien elegidos los personajes, Machín como Bordenave, Esther Goris como Diana, Belloso como el doctor Samaniego y Enrique Piñeyro como Standle, todos guardan el "physique du role" requerido, aunque la dirección de actores no sea firme. Una pena la poca utilización de la clave argumental, el perro; el comienzo prometía un misterio que se desvanece con el desarrollo posterior.

Calificación: Buena