Espectáculos
Del éxito en México a abrirse camino en la ficción argentina
Joaquín Ferreira llegó a la actuación por casualidad y las series lo hicieron popular. Tras brillar en la producción azteca ‘Club de cuervos’, el actor regresa al país con un papel central en ‘Hija del fuego. La venganza de la bastarda’, la serie que protagoniza Eugenia ‘China’ Suárez.
En México, a Joaquín Ferreira la gente lo para por la calle, le piden selfies, lo abraza y su nombre aparece en el elenco de varias series y telenovelas. Su primer trabajo allí fue en ‘Club de cuervos’, con su personaje El Potro, un papel pequeño que iba a aparecer sólo en algunos capítulos, pero que gracias a su carisma terminó quedándose en varios más, a punto de tener su propio spin off. Aquí, en su país, camina por la calle y aún el público no lo reconoce, aunque de a poco su rostro empieza a aparecer cada vez más seguido en las ficciones nacionales.
Ferreira le dio vida a ’Poli’ Armentano en ‘Coppola, el representante’ (Disney+) y ahora llega con un papel central en ‘Hija del fuego, la venganza de la bastarda’ (Disney+), la serie protagonizada por Eugenia ‘China’ Suárez en la que interpreta a Juan Romero, el primer novio de Clara (Suárez).
BUSQUEDA LOCAL
-Juan Romero es el primer personaje que hace con tanto protagonismo en una serie argentina, ¿cómo vive eso?¿Tiene ganas de que lo empiecen a conocer un poco más acá?
-Viví diez años en México, laburé un montón allá, como también trabajo en España. Protagonicé series, sé cómo es el trabajo, entonces lo hago con naturalidad y responsabilidad porque ya lo hice. Ahora, ¿me encantaría que me pase acá? ¡Obvio! Porque hace años que quiero que suceda y es un camino que estoy haciendo muy de a poco, que está muy apuntado a mi laburo y no a hacer una vida mediática que no me interesa, entonces hace que sea más largo. Sí, tengo ganas de que se vea la serie, de que me vean a mí en un papel un poco más protagónico, pero en el fondo de mi corazón sé que va a pasar en un futuro no muy lejano. Entonces siento que es una cuestión de tiempo. Espero que no suene como un agrandando. Hace tres años que tomé la decisión de querer laburar en la Argentina y me vine para acá; no es fácil, hay muchos actores y muy buenos, y hay poco laburo, pero confío en el proceso.
-¿Cómo lo fue trabajando a Juan?
-Estuvo bueno porque generalmente me toca hacer personajes más malvados, por decirlo de alguna manera, y en un principio, como estaba planteado el guion, él era un tipo muy bueno, sin oscuridades. Me encantó la apertura que tuvieron tanto los directores como los guionistas, de darle un pasado un poco más roto, ponerle algunas capas donde él pasó por épocas de drogadicción, momentos oscuros con la muerte de su hermano. Construir toda la historia le dio más colores a Juan, más profundidad, y la llegada de Clara le cambia la vida y le da un poco más de vuelo al personaje.
CARRERA INTERNACIONAL
Joaquín tenía 25 años cuando se fue a vivir a México. “No era actor ni se me pasaba por la cabeza. Era una persona muy tímida”, explica. Había estudiado arquitectura, diseño gráfico y pintura, pero no encontraba algo con lo que terminara de apasionarse. “Sabía que mi papá no tenía demasiado dinero ni una empresa, por lo que iba a tener que trabajar toda mi vida al menos ocho horas por día. Tenía que encontrar algo que me gustase. Fue una búsqueda que hice desde muy chico, pero en un momento me cansé y dije ‘me voy’”.
Así, decidió mudarse a Playa del Carmen pensando que “de última” haría masajes en la playa. Ese momento nunca llegó. Un día estaba caminando por la arena cuando una mujer le preguntó si era actor. “Le dije que no, pero que me animaba a hacer lo que sea”, recuerda quince años después.
“Eso acá, en la Argentina, no me hubiera animado a hacerlo nunca. Hice un casting, quedé para hacer una publicidad en República Dominicana, donde casualmente cuatro años después también hice mi primera película. Cuando terminé los directores me dijeron ‘che, está bueno lo que hacés’, a mí me salió fácil y me divirtió un montón. Así que volví a Playa del Carmen, me compré una moto y me fui hasta el DF, donde empecé a estudiar en TV Azteca. Allá me hicieron un contrato en el que ellos eran dueños de mi imagen durante cinco años y, a cambio, me instruían actoralmente”, explica.
Al año, Joaquín sentía que estaba para actuar pero el acento le costaba, así que convenció al decano para que lo “liberaran” sin pagar ninguna cláusula y así fue como llegó a ‘Club de cuervos’, la primera serie de habla hispana de Netflix, en la que fue el primer argentino en trabajar en una ficción para esa plataforma.
-Además de una vocación, ¿qué más descubrió en ese viaje?
-Es largo y no sé si fue sólo en ese viaje, sino en todo este tiempo. Aprendí a creerme que soy un artista. Antes me daba mucho miedo y vergüenza decir que era un artista, no me la creía pero bueno, es así. Vendo mis cuadros, expongo, vivo de lo que soy como actor. Me da mucho miedo parecer agrandado porque odio a la gente que es así, me costó mucho quererme y aceptar lo que soy, y la verdad es que soy actor y vivo de eso y soy artista y vivo de que pinto mis cuadros. Aceptar eso está bueno.
-¿Le gustaría hacer teatro?
-Hice en México y me pasa algo muy loco con el teatro: creo que es lo más lindo del mundo y al mismo tiempo pienso que en este momento de mi vida quiero seguir laburando en cine y en series porque todavía no llegué al lugar que quiero. Entonces sé que si me pongo a hacer teatro no voy a poder irme a hacer una película cuando quiera. Me digo a mí mismo que me estoy guardando lo mejor para el postre (risas).
-¿Cuál es ese lugar al que quiere llegar?
-Lo que más me gusta hacer es cine argentino. Quisiera alguna producción grande, pero no por el dinero sino por la llegada, porque lamentablemente hay muchas películas que se hacen y no se ven. Sí quiero que sea un cine social, que hable de la Argentina. Eso me encantaría, lo mismo que trabajar con actores argentinos a los que admiro.
-¿A qué actores tiene como referentes?
-A Rodrigo de la Serna. No soy de admirar a mucha gente, pero cuando lo escucho hablar me parece un tipo muy piola. También me encantaría trabajar con Darín. Tuve la suerte de hacerlo con Diego Cremonesi, que es un tipo que es fanático de la actuación y me ayudó a entender la interpretación desde otro lado.
-¿Sigue trabajando como artista plástico?
-Sí, nunca expuse acá, no sé si en algún momento sucederá, ojalá. Pero en México tengo ya un perfil armado como artista plástico. Hice cuatro exposiciones; de hecho, la primera la hice con mi papá que es artista plástico también (Gervasio Ferreira) y fue cumplir un sueño. El arte me salva de no tener nada que hacer.