Política

De Aristóteles a los juicios de lesa humanidad

Una mentira, cuando es presentada como verdad, lleva la intención del engaño consigo. Es en cambio una afirmación falsa, y no una mentira, si quien la pronuncia está convencido de que es verdad. Según el contexto en que las afirmaciones falsas que se dicen (mentiras o no) y la gravedad de las mismas las consecuencias son diversas. Así, por ejemplo, desde lo moral y desde lo legal, es algo muy distinto engañar a un niño sobre la existencia de los Reyes Magos que presentar un falso testimonio que termina enviando a prisión a un inocente.
Que el olmo da peras es una falsedad fácilmente refutable, que no pone en riesgo a las ciencias biológicas ni tiene efectos que afecten la libertad de las personas. Sostener que “la tierra es inmóvil y es el centro del universo” es otra cosa. Durante dos mil años esta afirmación ejerció de premisa mayor de la ciencia física aristotélica. Pues dicha afirmación ejerció durante dos mil años como premisa mayor de la física aristotélica. Esto es que todas las explicaciones de los fenómenos naturales, de alguna manera, se deducen de tal afirmación.
Recién en el siglo XVI, Nicolás Copérnico, el astrónomo polaco, arrasa con la física aristotélica al demostrar la falsedad del geocentrismo y certitud del heliocentrismo. El sol como centro del sistema ejerce ahora como premisa mayor de la física.
A semejante cambio se lo denominó “la revolución copernicana”. La admisión de ésta como verdadera, salvo la reprimenda del Papa Urbano VIII a Galileo, no cambió la suerte de nadie.
A favor de Aristóteles justo es decir que la ciencia física existe gracias a él y, como bien dice Galileo, Aristóteles habría aceptado la teoría heliocéntrica de haber tenido la oportunidad de conocerla a través de Copérnico. Ello porque el filósofo griego postuló como ley el que de premisas falsas no se debe inferir, válidamente, una afirmación verdadera. Así, por ejemplo, el caso del silogismo: Todos los salteños son tucumanos (premisa mayor) y Juan es salteño (premisa menor); luego, Juan es tucumano (conclusión).

LOGICA ARISTOTELICA
Esta ley de la lógica aristotélica no ha perdido su vigencia y se aplica a todas las ciencias; las del Derecho, incluidas.
Ahora bien, las consecuencias de aceptar una premisa mayor falsa como verdadera en un proceso penal van más allá de lo que sería una sana discusión académica. Ello porque la deriva de la premisa falsa puede resultar en devastación de la libertad, del buen nombre y de la hacienda del procesado. En tal caso la no verdad trae asociada a la injusticia.
Pues bien, y yendo al grano, opino: que la premisa mayor que sostiene el andamiaje de los juicios por crímenes de lesa humanidad por la represión a los terroristas marxistas de los años ’70 que se sustancian en la Argentina, es ostensiblemente, falsa.
Dicha premisa mayor, alegada en las sentencias, palabras más, palabras menos, dice “que el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 instrumentó un plan sistemático de exterminio de la población civil o, parte de ella (genocidio), cuya finalidad era generar terror en todo el cuerpo social para eliminar cualquier resistencia a sus políticas económicas y disciplinar a los ciudadanos”.
Esta premisa es falsa por lo siguiente: 1) el “plan sistemático de exterminio…” fue implementado por el gobierno constitucional peronista. Fue el presidente Juan Domingo Perón el que, públicamente, después del ataque del ERP al cuartel de Azul, llamo a “exterminar uno a uno a estos sicópatas”; fue la presidente María Martínez de Perón y sus ministros peronistas los que ordenaron a las Fuerzas Armadas, vía decreto, “aniquilar” a la subversión en todo el territorio argentino; y fue el gobierno peronista el que creó la banda paraestatal Triple A (Falcon verdes, incluidos); fue el gobierno peronista, a través de la Triple A, el responsable del asesinato y desaparición del gobernador de Salta Miguel Ragone como, así también, del asesinato vicegobernador de Córdoba Atilio López y de otros muchos. De manera que es falso que la represión, llamada “genocidio”, comenzó con el gobierno militar.
2) Es falso y burdo afirmar que la represión tuvo que ver con la condición de civiles de los reprimidos. Ni la Triple A, ni los muchachos de la ESMA, ni la policía andaban por las calles cazando civiles. A los que si perseguían y mataban era a los terroristas que les habían declarado la guerra y jurado exterminarlos. Santucho, el jefe del ERP y Firmenich, jefe de Montoneros, enviaban a sus soldados a asesinar policías y militares allí donde se de la oportunidad. De allí que, los represores del Estado mataban también en defensa propia
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ALGO INADMISIBLE
Que un juez equipare a un civil, que se comporta como tal, con otro que toma cuarteles, pone bombas, secuestra, mata y extorsiona, es inadmisible. Atención, los jueces condenan y los fiscales acusan por haber reprimido a los “civiles”. No es la forma en que se reprimió lo fundamental. Luego, no queda más que concluir que los magistrados consideran que la represión a los terroristas que querían hacerse del poder vía el asesinato constituye el grave delito de crimen de lesa humanidad.
Luego, los terroristas son las víctimas y los que los combatieron, los victimarios. Tan es así, que declaran en los juicios contra aquellos que los vencieron y no pudieron matar en su momento. La premisa mayor falsa que instala la mentira del “genocidio” no sólo hace nulos a todos los juicios por crímenes de lesa humanidad sino, también, revela la persecución política infame de un colectivo de ciudadanos por parte del Estado (según el Estatuto de Roma, un caso de crimen de lesa humanidad).