Después de la derrota propinada por la oposición con la ratificación de la ley de emergencia en Discapacidad en la Cámara de Diputados, al Gobierno lo rescataron algunos aliados de última hora y pudo defender el veto a la ley de aumento jubilatorio.
Pintaba para un miércoles negro, con todos goles en contra, en una jornada agitada desde bien temprano por la filtración de audios del destituido titular de ANDIS Diego Spagnuolo, lo que dejaba al desnudo un entramado de corrupción y coimas pagadas por laboratorios a funcionarios de la Casa Rosada.
El affaire se filtró con estruendo en el recinto, sumándose al oprobioso escándalo del fentanilo contaminado que cada vez golpea con más ímpetu en la línea de flotación del Gobierno, que ya no puede ocultar su responsabilidad en la negligencia por falta de controles.
Desde el minuto cero en que empezó el partido en la Cámara de Diputados, el oficialismo jugó incómodo, sin poder salir del fondo, con la oposición comiéndole los tobillos en cada movimiento.
Oscar Tailhade marcó rápido la cancha y le hizo sentir el rigor a Silvana Giudici, a quien acusó de “caranchear con la muerte” y el dolor de los familiares de las víctimas del fentanilo.
El clima era hostil: con bravura, el ex ministro de Justicia y actual diputado kirchnerista Martín Soria ensayó un enardecido discurso contra la “narcopolítica” y reveló presuntos nexos de los candidatos libertarios José Luis Espert y Lorena Villaverde con un cartel de narcotráfico a través de un socio local que sería dueño de media Vaca Muerta.
Ese fue el preludio de las votaciones. El primer veto fue rechazado por una mayoría implacable de la oposición. Parecía que al Gobierno se le iban a venir encima las siete plagas de Egipto.
No fue así. Actuaron algunos conjuros sobre una serie de aliados inestables, que otras veces no habían acompañado, como los gobernadores radicales de Mendoza y el Chaco; macristas de Mauricio y roviristas de Misiones.
Con esas anexiones, el Gobierno elevó la cuenta que había conseguido en la media sanción del aumento jubilatorio del 4 de junio pasado, pasando los votos negativos a la ley de 67 a 83.
Conquistó más de un tercio de “héroes” y salvó la ropa. Con el resultado grabado en piedra en el tablero, el recinto quedó mudo.
Aunque quisiera, el oficialismo no podía darse el lujo de gestualizar celebraciones. Con las jubilaciones en su piso histórico, la negativa a un muy módico incremento en los haberes ya era suficiente provocación como para agregar más leña al fuego.
“Los 83 que votaron en contra, los que se abstuvieron. No ven que no pueden ni siquiera festejar. ¿Cómo van a festejar una motosierra con los adultos mayores?”, enrostró el izquierdista Juan Carlos Giordano.
Luego sobrevinieron otros discursos opositores, como el del veterano de Malvinas Aldo Leiva, que trasuntaron resentimiento por la oportunidad desperdiciada, habiendo quedado tan cerca de la meta (apenas seis votos).
A la oposición la invadió la amargura y el desánimo, y nada de lo que vino después les sacaría esa espina clavada. El Gobierno respiró aliviado, pero tampoco la situación daba para descorchar dado el contexto.
Si lo de ayer fuera una obra de teatro, al oficialismo le cabría el papel de “villano” por sostener los vetos a los jubilados y a los discapacitados.
La oposición volvió a tomar las riendas del partido cuando se trató el proyecto de redistribución de los ATN y, más aún, un rato más tarde, cuando se abordó la nueva resolución para conformar las autoridades de la comisión investigadora Libra. La aprobación de la iniciativa le permitirá tomar el control de la investigación contra Javier Milei y Karina Milei.
Tras aprobarse el proyecto de Julio Cobos sobre modificación del huso horario del país durante los meses de invierno, y otro de Oscar Agost Carreño y Ricardo López Murphy sobre suba de multas a la evasión tributaria, la sesión se pinchó.
No se pudo tratar ni el veto a la ley de emergencia por las inundaciones en Bahía Blanca, ni el veto a la moratoria previsional ni el proyecto vinculado al impuesto a los combustibles.
Para el Gobierno fue una sesión muy desgastante, de defender el arco ante las embestidas, y las caras contrariadas de sus legisladores transmitían esa sensación.
Pero en la oposición tampoco se fueron del todo satisfechos: la decepción por no haberle podido dar una respuesta a los jubilados, y que se les haya escapado por tan poco, será una carga de conciencia que perdurará.