Política
SIETE DIAS DE POLITICA

Cristina Kirchner consiguió monopolizar el espacio opositor

Una presidiaria que se autopercibe presa política; un peronismo huérfano de liderazgo alternativo; un Gobierno que logró lo que pretendía, polarizar, y un mapa electoral sin avenida del medio.

En su primera semana bajo jurisdicción del Servicio Penitenciario Federal, Cristina Kirchner puso en marcha una estrategia que modificó el tablero político y le permitió ubicarse a la cabeza de la heterogénea oposición a Javier Milei. No mejoró su presente adverso, pero asumió el rol que ningún otro peronista, radical o dirigente de izquierda pudo ocupar aún. Los más rápidos como Sergio Massa o los trotskistas, se encolumnaron tras ella sin pensarlo dos veces. Los que tienen otros proyectos personales, como Axel Kicillof, resultaron los principales damnificados.

¿Cómo lo consiguió? En sólo 48 horas y en batallas en las que eligió el terreno y la oportunidad. La primera fue contra la justicia federal, notoriamente concesiva respecto de las condiciones de su confinamiento.

La “batalla por el balcón” fue su respuesta a quienes le habían otorgado la prisión domiciliaria. La trataron como presa VIP, pero los ridiculizó ironizando sobre la imposibilidad de regar las plantas de su balcón. Degradó así a quienes la habían declarado culpable de megacorrupción y tienen la tarea pendiente de decomisarle el dinero malhabido.

Los puso, además, a prueba con cada demanda presentada por su abogado. Los midió continuamente. Eso explica su furia contra Patricia Bullrich que le desmontó el banderazo programado por sus seguidores en la calle San José.

La ministra de Seguridad le avisó que, si piensa hacer campaña desde su casa, le va a poner límites. Es el peor “agravio” que le podía haber hecho a alguien habituada a manejar un poder cuasi monárquico.

Pero la mejor jugada de la expresidenta fue el acto en la Plaza de Mayo. De concurrencia poco satisfactoria por decir lo menos, la organización estuvo a cargo de La Cámpora que mostró su aislamiento dentro del peronismo. Faltaron la CGT, gobernadores y legisladores nacionales (ver “Una foto con ausentes”).

Sin embargo, la marcha tuvo un golpe maestro: la intervención de Cristina Kirchner mediante un mensaje que pareció provenir desde el más allá peronista y que fue seguido con unción por sus fieles reunidos frente la Pirámide de Mayo.

Era un bajalínea común y corriente que no contenía novedad alguna, pero que expuso los dos ejes de la campaña que desarrollará desde la prisión domiciliaria: el plan económico “se cae” y el kirchnerismo “va a volver”. En la Casa Rosada -que se había mantenido prescindente sobre la tobillera y la prisión domiciliaria- no paraban de festejar. Ni Santiago Caputo se lo habría escrito mejor. El vaticinio de caos económico y político fue el mayor aporte que podía haber hecho a la polarización.

En realidad, el hecho de que la justicia aceptara notificar del castigo penal de Cristina Kirchner y que no saliera esposada del tribunal fue producto de un entendimiento entre tres partes. Una, la de los jueces, que evitaron que la manifestación se trasladara a Comodoro Py para insultarlos; otra, la de la expresidenta, que evitó un eventual desborde violento del que habría sido considerada principal responsable y, la tercera, la de Milei, tal vez el más beneficiado de haber tenido al kirchnerismo a 50 metros de su despacho hostigándolo.

Respecto del discurso de la “caída” del plan de Luis Caputo se produjo una paradoja evidente. Mientras los fieles oían el mensaje de CFK, lo que caían realmente eran el dólar y la inflación. Poco antes se había conocido la inflación mayorista de mayo (en realidad, deflación) y la baja del dólar oficial y de los dólares libres en sus distintas variantes. Pero el kirchnerismo y su líder parecen estar bajo un domo como el que protege a Tel Aviv de los misiles iraníes. La realidad apenas les hace mella.

Los perdedores del brusco “reseteo” del panorama electoral fueron, en tanto, los sectores peronistas que enfrentan a Cristina Kirchner. Axel Kicillof ratificó a su tropa que seguirá enfrentando a Máximo Kirchner y que armará las listas de candidatos en acuerdo con los intendentes del conurbano enfrentados a La Cámpora.

Lo que aún se ignora son las condiciones que planteará CFK y, por último, pero no menos importante, si el gobernador se animará a presentar listas propias, en caso de que desde la calle San José surjan exigencias inadmisibles. ¿Dividirá al peronismo con su jefa política presa? Capítulo aparte merece Mauricio Macri. La ruptura de Milei con el expresidente parece irreversible. El jefe del Estado lo acusó de manipular la Justicia, mientras posa de “repúblico” frente a los medios. En la intimidad le imputa algo más grave: retacearle el apoyo en el Congreso para debilitarlo.

Después de la jugada de Cristina Kirchner ya no queda mucho espacio para terceras posiciones y el proceso en curso profundizará esa tendencia. Las campañas electorales no son lugar para los débiles.