Ciencia y Salud

Controlar la mente (I)

El camino verdadero pasa por una cuerda, 
que no está extendida en alto sino sobre el suelo. 
Parece preparada más para hacer tropezar que para que se siga su rumbo. 
Franz Kafka

En los últimos artículos hemos hablado de "Perder la cordura", con algunas referencias a lo que ello busca e implica en sociedades en mutación. Al momento de escribir esta nota, los días de la semana transcurridos nos aportan más elementos para analizar ese mismo fenómeno y verlo quizás con cierta distancia. La contingencia nacional, pero también mundial es tan rica en situaciones que muestran una situación que implica un cambio social y cultural, que las redes y medios no alcanzan a entrar siquiera en el asombro de una, que ya existe otra que parece buscar superarla. Sin embargo, parece que subyace en todas ellas ese patrón de deconstrucción, palabra de moda usada cada vez más en los últimos tiempos, de la realidad y del marco cultural tal cual lo conocíamos. Así, un día en horario central televisivo, dos personajes de los medios, un periodista y un actor, protagonizan una disputa que cobra gran notoriedad, frente a la cual todos toman posición y pasa a ser el tema central. Paradójicamente la queja del actor era que los medios estuvieran constantemente distrayendo la atención de temas más importantes. Horas después, el Ministerio de Salud, con temas urgentes y graves sin resolver, se ocupa de uno ya saldado por lingüistas pero que sigue siendo una insignia de las gestiones públicas: notifica que se manejarán con lenguaje "no sexista e inclusivo". Quizás bastaría para identificar las consecuencias de estas extrañas prioridades, ver lo que ha ocasionado en la justicia donde también se imponen iniciativas de este tipo, cuando más allá del lenguaje, el objetivo de los organismos que administran la justicia, al igual que la salud, debiera ser el que les da nombre y, por ende, sentido: la salud, la justicia. Al mismo tiempo, por la celebración del día del himno nacional argentino, la fecha es usada con la misma intención de la iniciativa en salud y se cita a un dúo que realiza una performance de "Canto lírico disidente", con la participación del colectivo LGBTIQ+. En otro orden, o desorden quizás para nuestras mentes, se publican, pero no son difundidos por los medios, los informes solicitados por la justicia de Estados Unidos sobre la vacuna que comercializa la empresa Pfizer en el mundo, se nos anuncia que seguramente estará por comenzar la cuarta ola de CoVid, y el director de la OMS y Bill Gates vaticinan que vendrá una pandemia peor que el CoVid. También nos enteramos de que el director de una empresa consigue se libere la utilización, bajo el procedimiento de emergencia que implica pasar por encima de tiempos de prueba, para la utilización en menores de cinco años del su producto. Así como un colega suyo, de otro laboratorio, dirá que efectivamente la cuarta dosis será absolutamente necesaria. Por supuesto, el debate sobre los barbijos no cesa. 

En nuestro medio a todo ello, y sobre la base de una crisis económica que sugiere que los abismos no tienen fondo, se establecen las candidaturas a presidente para las siguientes elecciones en las cuales varios personajes se auto postulan, algunos con un convencimiento que asombra por su discurso disociado de la realidad. El problema ante el caos: ¿Cuál es la realidad?
En la psicología actual, la cognitiva particularmente, se establece que la percepción y las representaciones mentales centran y estructuran la vida psíquica, y así las acciones consecuentes. Ya desde la antigüedad, en los filósofos greco-romanos o en el budismo, la idea de que "somos lo que pensamos", en definitiva, es la base conceptual. Nuestros pensamientos establecen esquemas cognitivos con los cuales, como herramientas, abordamos el mundo en el cual actuamos y reaccionamos frente a lo externo. 
Es evidente que quien pueda establecer un control sobre lo que se piensa, lo que se establece como normal, como lógico, es quien tendrá el poder. La base es el control del pensamiento, de las ideas, y por ello estamos en plena "deconstrucción", nuevos ordenes, nuevas narrativas. Allí es donde aparecen más y más quienes buscan sustituir y superar a quienes poseían ese control casi total como pudieron ser las religiones o el establecimiento de valores morales, es decir lo que es "normal", lo bueno, lo malo, lo correcto y lo incorrecto.
Ese estado de confusión del cual hablábamos, la cacofonía de información, el "data overload", lleva a la búsqueda desesperada de seguridades que es evidente se deshacen en todas las áreas, político, culturales, económicas, hasta aquellas ligadas a la propia identidad. Frente a ese estado de vulnerabilidad de orfandad, aparecen innumerables propuestos padres adoptantes de esa orfandad.
La orfandad, sin embargo, no es un estado que necesariamente nos deba hacer caer en la desesperanza y en la búsqueda de un líder que nos adopte o que aun cuando maquillen la estructura patriarcal demonizándola, el concepto sigue las mismas reglas absolutistas. Nuestro adoptante, tutor, o en definitiva quien decida por nosotros será eventualmente inclusivo y no sexista, pero tendrá, por lo que vemos, las mismas características que Cronos, reactualizando el dilema de Cronos y sus hijos, en particular Zeus.
Una película española posterior al franquismo terminaba con un memorable monólogo en el cual el personaje central, el locutor de radio José Miguel García, decía:
"...somos adultos, a lo mejor un poquito contrahechos, pero adultos.
Ya no tenemos papá.
¿Qué cosa, eh? Somos huérfanos gracias a Dios y estamos maravillosamente desamparados ante el mundo. Pues hay que enfrentarse al mundo".

Quizás el desamparo de encontrarse con los propios pensamientos, nos permitan comenzar el camino de recuperar la cordura. Quizás ese pensamiento no será maravilloso, perfecto y ordenado como nos proponen, pero será propio y especialmente será libre.