La idea es conocer uno de los lugares vegetarianos que están despertando mayor curiosidad en el ambiente gastronómico. Se trata de ‘Grapin’ en San Telmo.
Fue creado por Lenny Lennon, neozelandés, criado en Reino Unido y desde hace muchos años afincado en la Argentina. A sus exitosos emprendimientos ‘Banco Rojo’ y ‘Puerta Roja’ (otros dos enclaves de la zona), sumó ‘Grapin’ a fines del año pasado.
Lennon eligió un sitio muy particular: se trata de una casona de 1907 que fue completamente restaurada por el arquitecto Marcelo Magadan, un experto en poner en valor inmuebles históricos. En esencia, se preservó la estructura del edificio y añadieron detalles de elegancia y sofisticación. No hay nada ostentoso ni ‘loco’ en la decoración del espacio. Más bien podría decirse que es un lugar tirando a serio en su fisonomía. Hay calidez sí, que es lo importante. Pero nada distrae demasiado de la experiencia gastronómica.
Recibe Emmanuel Frascheri, el gerente, quien da un pantallazo del espacio y de cómo fueron sorteando los desafíos hasta el presente, ya más asentados en el barrio. La propuesta es completamente vegetariana, aclara, pero también con propuestas veganas. Eso es bastante novedoso en San Telmo donde pululan las parrillas o lugares más relacionados con el turismo. “Sí, así es. Pero encontramos nuestro público”, dice Frascheri. Y efectivamente, lo que se ve en las mesas es gente local y algunos turistas, generalmente familias o amigos que disfrutan mucho de la tranquilidad del espacio. La música ambiental este domingo varía los ritmos -desde folclore, pasando por tango hasta música más internacional- y quizá sea excesivamente amplia en su espectro, buscando abarcar la variedad de clientes.
La idea es conocer el menú fijo de la jornada -el lugar habilitó los domingos al mediodía hace pocas semanas-. Y lo primero que se puede decir al respecto es que sencillamente se trata de un verdadero festín.
De entrada, se destaca el minestrone de vegetales. Suave, delicado y con mucha personalidad. De principal, sigue el risotto de zanahorias y hongos, muy consistente e ideal para esta época invernal. También se ofrece la opción más tradicional pero también riquísima de canelones con ricota y espinaca.
El final dulce se luce con los panqueques de nutella y helado de pistacho o el carrot cake, un verdadero lujo. El menú incluye copa de vino y agua con o sin gas. El precio total es de $40.000.
El resto de los días, ‘Grapin’ incluye otras delicias como terrina de papa (vegetales de estación, yema curada, a $13.000); tallarines con stracciatella ($22.000) o milanesa de gírgolas ($27.000).
Los amantes de los cócteles, en tanto, pueden elegir entre clásicos y creaciones originales como el Rodocrosita, con gin rose dry, cordial de rosa mosqueta y cedrón y espumante, riquísimo.
La completa carta de vinos es otra de las claves del espacio. Un muy informado sommelier recorre las mesas recomendando maridajes que realzan los sabores de los platos.
La gran barra central, diseñada con boiserie inspirada en el siglo XVIII, es donde se pueden disfrutar cócteles de autor, con algunos platitos para picotear, si la idea es quedarse sólo un rato.
‘Grapín’
Bolívar 938
Martes a sábados desde las 18. Domingos: cocina de 12 a 16/ barra hasta las 17hs
@grapin.resto