Cultura
ACUARELAS PORTEÑAS

Charlas de sobremesa

Por Alfredo Insaurralde

Como todos los viernes al mediodía los maduros caballeros van llegando pausadamente al restaurante y ocupan sus lugares siempre en la misma mesa ya reservada. A veces son seis, a veces son ocho. Hay abogados, contadores, periodistas, y hasta un mago que en su juventud fue boxeador. “Sólo me noquearon dos veces”, suele aclarar con cierto orgullo. Aunque en actividad menguante algunos siguen batallando, ahora desde el sillón principal de su estudio. Están lejos de ser potentados pero a ninguno les son ajenos la entrada al Louvre o las escalinatas de Piazza Spagna.

La vajilla hace varios minutos que está correctamente dispuesta gracias a la veterana aptitud de Jorge, siempre servicial y afectuoso. Las paneras se ofrecen gustosas con el agregado de unas sabrosas empanaditas como primeros escarceos a la espera de los platos fuertes. Se destapan las botellas de vino Malbec y comienza la charla. Que para eso han venido.

Cada palabra, cada frase tiene el respaldo de un vasto almanaque transitado con los altibajos que suele proporcionarle la vida a cualquier persona. Transcurren así reflexiones agudas o risueñas sobre la familia, la vida en pareja, los dolores de rodilla o cintura y también recuerdos de aquella fogosa juventud que ya se ha marchitado.

Pero donde la conversación se detiene más tiempo es cuando se abordan temas económicos y de política propios del más auténtico ADN argento. Como buenos liberales no hay allí evidencia alguna que pueda considerarse de aprobación al pasado kirchnerista. Tampoco hay apoyo rotundo a todas las medidas del mileísmo. “No veo crecimiento en la economía” se escucha por ahí. “Pero la inflación bajó al dos por ciento”, responden del otro lado. Entre aceptaciones y críticas transcurre la jornada en la que se entiende que el fanatismo en las ideas puede ser una amenaza para el pensamiento crítico. Al final, esos caballeros amigos se despiden hasta el próximo viernes con absoluta cordialidad y algún desacuerdo sin que la amistad haya sufrido mella alguna.

Ese encuentro mezcla de talento y rebeldía podría asimilarse a la reunión familiar dominguera donde circula la picada mientras llega el tradicional asado o el humeante plato de fideos. Alguna vez el apoyo o el rechazo a tal o cual político se terminó definiendo en esas charlas amistosas aunque él no se enterará nunca.