Correo de lectores

Carta Abierta al Presidente

Señor Director:

Hace pocos días fue aprobada la nueva ley de movilidad jubilatoria con amplia mayoría de votos en el Senado de la Nación, la que establece un aumento a jubilados y la prórroga de la moratoria previsional con el consecuente mayor gasto fiscal, el que se podrá financiar, según lo resuelto, con la eliminación de algunas exenciones impositivas y la reasignación de determinadas partidas presupuestarias.

Usted y todo el bloque oficialista, lamentablemente enfrentados con la Vicepresidente de la Nación que defendió lo votado, anticipó que iba a vetar y a judicializar lo resuelto ya que resulta “incompatible con el equilibrio fiscal” defendido a rajatabla por su gobierno. Sin duda alguna, era necesario un plan de estabilización económica que combatiera la inflación y que ponga en orden las cuentas fiscalesluego del despilfarro populista y demagógico que padecimos durante casi dos décadas, nadie puede negarlo, pero todo plan de ajuste necesita también contemplar la forma en que se van a amortiguar los “costos sociales” que dicho plan trae aparejado.

Aunque esta premisa no cabe dentro de su lógica economicista y de su obsesión por el “déficit cero”.

Sin embargo, atender especialmente la demanda de los más necesitados y de los que más cargan con el costo de dicho ajuste económico, en este caso jubilados y pensionados, hace que Usted, como máxima autoridad política, sea el primer responsable y el que debe prudencialmente hacer viable el camino amortiguando los costos sociales sobrevinientes. Lo que representa, en todo momento, una decisión ética y política de suma importancia, por cuanto al no abundar recursos debe privilegiar

algunos objetivos y postergar otros.

Ahora bien, en materia de política económica no se puede privilegiar la estabilidad y el equilibrio fiscal a costa del pleno empleo y de la equidad social, pues estos dos objetivos son exigencias del Bien Común y por tanto prioritarios frente a otros objetivos como el crecimiento económico, la estabilidad de la moneda, el equilibrio fiscal o el equilibrio del sector externo.

Un gran maestro de la economía y de las finanzas públicas, el Dr. Cayetano Licciardo (ex-Ministro de Hacienda de la Nación, a quien tuve el honor de conocer y cuyas enseñanzas debiera tenerlas presente a la hora de resolver la presente crisis), en referencia a la política fiscal destacaba la dimensión ética del Presupuesto, por cuanto es el soberano quien decide a través de esta herramienta a quien le saca, porqué le saca y cuánto le saca y, a la vez, decide también a quien le da, porqué le da y cuánto le da de los recursos públicos disponibles. Tamaña responsabilidad, sin duda, conlleva una carga moral importante, en tanto supone el uso eficiente de los recursos públicos y la justa distribución de los mismos.

Por tales razones, magistralmente enseñaba el Dr. Cayetano Licciardo que el Presupuesto no es un simple cálculo matemático, es el acto político por excelencia que debe definirse en orden a satisfacer de la mejor manera posible la auténtica de manda social. Lejos de todo dogmatismo –decía- y de toda postura economicista, no se trata de “déficit cero” si no de ver cuánto de esa demanda social es satisfecha. En todo caso, ante un inevitable déficit fiscal, habrá que definir prudencialmente la forma de financiarlo de la manera más conveniente y al más bajo costo posible.

Señor Presidente, con todo respeto permítame decirle que la cosa pública no se puede manejar teniendo sólo como herramientas la teoría económica y una planilla de Excel, su acertado manejo requiere sensibilidad social y prudencia política, cualidades ausentes en su gestión de gobierno. Y como Usted manifiesta tener un gran conocimiento de la Economía, termino esta carta permitiéndome citar a otro gran maestro de dicha disciplina, respecto del cual también le sugiero la lectura de sus obras, escritos y conferencias. Afirmó el Dr. Francisco Valsecchi (ex-miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas) a propósito del juicio ético y moral que conlleva toda

política económica: “El juicio ético está en la raíz del juicio económico, y por ende informa toda la actividad económica. El juicio ético acerca de lo bueno y de lo malo implica una visión del mundo y de la vida, que dirige en cada momento al hombre en la elección de los fines y de los medios a la luz de la conciencia moral, y en consecuencia circunscribe, condiciona y a la vez orienta al juicio económico de conveniencia y eficiencia” (Qué es la economía, Ed. Macchi 1984).

Es su responsabilidad señor Presidente. Usted debe y puede amortiguar los costos sociales del ajuste iniciado por su gestión, priorizando la mayor y mejor satisfacción posible de las necesidades de aquéllos sectores más desfavorecidos, jubilados y pensionados incluidos, respecto de los cuales el mercado y sus leyes no pueden dar adecuada respuesta. El desafío es muy grande y su responsabilidad moral y política mucho mayor.

 

DANIEL PASSANITI

DNI 11.386.594