Opinión
La belleza de los libros

Carpe diem: puntos de vista

 

En el siglo I (a.C.) el poeta romano Horacio escribió Carpe diem, quam minimum credula postero, lo que significa, en modo lato, algo así como “Aprovecha el día, y no confíes demasiado en el futuro”.

Lo cierto es que el carpe diem se convirtió en un tópico literario que desarrollaron, entre tantos poetas de diversas épocas y culturas, nuestros amigos españoles Garcilaso de la Vega (1501-1536, soneto “En tanto que de rosa y azucena”,) y Luis de Góngora (1561-1627, soneto “Mientras por competir con tu cabello”).

Ambos se dirigen, cada cual a su manera, a una muchacha describiendo sus hermosos atributos físicos actuales: rostro, ojos, cabello, cuello, frente, labios…

Una vez que Garcilaso ha enumerado, con sabia serenidad, los bellos atributos de la mujer, consigna la exhortación a aprovecharlos antes que el paso del tiempo haga estragos en su beldad:

”coged de vuestra alegre primavera

el dulce fruto, antes que el tiempo airado…”

Al mismo procedimiento recurre Góngora, aunque con vena más hiperbólica y tremendista, pues su antes que va más allá de la decadencia física y se extiende hasta la total aniquilación, con el contundente nada que da fin a su soneto:

“en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada”.

Haciendo deliberada abstracción del aciago pronóstico con que Garcilaso y Góngora concluyen sus poemas, podemos decir que, al menos, hay cierta “buena onda” en la actitud de aconsejar a la joven que aproveche el momento presente, antes que…

MIRADA SEVERA Y VATICINIOS TRISTES

En cuatro de sus primeros tangos Enrique Cadícamo (1900-1999) desarrolla una especie de, digamos, anticarpediemismo.

Pues, a diferencia de los dos clásicos españoles, se halla lejos de elogiar el carpe diem adoptado como estilo de vida por cuatro despreocupadas señoritas. Veamos…

Che papusa, oí (1927). Una chica terrible:

“Milonguerita linda, papusa y breva,

con ojos picarescos de pippermint,

de parla afranchutada, pinta maleva

y boca pecadora color carmín,

engrupen tus alhajas en la milonga

con regio faroleo brillanteril

y al bailar esos tangos de meta y ponga

volvés otario al vivo y al rana gil”.

Pero debería pensar en el futuro y no dejarse seducir por el presente, puesto que

“Si entre el lujo del ambiente

hoy te arrastra la corriente,

mañana te quiero ver…”

Esta Callejera (1929) es apostrofada:

“Esos trajes que empilchás

no concuerdan con tu cuna,

pobre mina pelandruna

hecha de seda y percal”.

Y, no conforme con ello, se le pinta un futuro atroz:

“Despilfarrás tentación,

pero también, callejera,

cuando estés vieja y fulera

tendrás muerto el corazón.

Seguí nomás, deslizá

tus abriles por la vida,

fascinada y engrupida

por las luces del Pigall,

que, cuando empiece a tallar

el invierno de tu vida,

notarás arrepentida

que has vivido un carnaval”.

Muñeca brava (1929). Reproches sobre el alegre presente:

“Tenés un camba que te hace gustos

y veinte abriles que son diqueros,

y muy repleto tu monedero

pa’ patinarlo de norte a sud…

Te baten todos ‘Muñeca Brava’

porque a los giles mareás sin grupo.

Y pronóstico sobre el infausto futuro:

“Meta champán, que la vida se te escapa,

Muñeca Brava, flor de pecado…

Cuando llegués

al final de tu carrera,

tus primaveras

verás languidecer”.

Pompas de jabón (1925). El maravilloso hoy:

“Pebeta de mi barrio, papa, papusa,

que andás paseando en auto con un bacán,

que te has cortado el pelo como se usa,

y que te lo has teñido color champán.

Que en los peringundines de frac y fuelle

bailás luciendo cortes de cotillón”.

El funesto porvenir:

“Pensá, pobre pebeta, papa, papusa,

que tu belleza un día se esfumará,

y que, como todas las flores que se marchitan,

tus locas ilusiones se morirán.

El mishé que te mima con sus morlacos

el día menos pensado se aburrirá

y entonces, como tantas flores de fango,

irás por esas calles a mendigar…”

TODO ES SEGUN EL COLOR

Garcilaso y Góngora, en lugar de recriminarles sobre el disfrute de la juventud, exhortan a las muchachas a hacer precisamente lo que están haciendo, ante que…

Por el contrario, Cadícamo opina que, puesto que el futuro será nefasto, las jubilosas damas tendrían el deber de no dejarse seducir por los actuales placeres del carpe diem.