Opinión
Doctrina Social de la Iglesia

Carlos Alberto Sacheri y el sindicalismo


La “cuestión sindical” es una de aquéllas que se brinda para los malos entendidos. Frente a las malas prácticas –que también existen en otros sectores vinculados a la vida socio-económica– es necesario recordar cuál es la auténtica doctrina sobre el sindicalismo. De otra manera, podría concluirse que hay que romper la bicicleta porque hay conductores que la usan mal. ¿Sería razonable algo parecido?

Con Carlos Alberto Sacheri en “El orden natural”, lo primero que debe decirse es que, entre los derechos esenciales de la persona humana, “se encuentra el de reunirse y asociarse con fines útiles”.

Agrega que una de las formas “de asociación económica más típica es la de las organizaciones sindicales, surgidas como consecuencia de la cuestión social. Corresponde, pues, establecer cuál es la naturaleza y fundamento de los sindicatos, cuáles son los principios básicos que han de ser contemplados en su estructuración y actividad”.

VIDA MAS PLENA

Sacheri define al sindicato como “una asociación o movimiento de los trabajadores que tiene por finalidad propia la defensa de los intereses socio-económicos de sus miembros”.

Sin perder de vista el perfil económico, el campo de acción de un sindicato incluye “todas aquellas actividades que hacen a la vida más plena de sus miembros, plenitud de vida que incluye principalmente las actividades sociales, culturales, morales y religiosas de la persona”.

A su vez, Sacheri recuerda que los sindicatos “son instituciones de derecho privado, de acuerdo a su naturaleza propia” lo que no quita que tengan “una proyección de gran trascendencia como fuerzas ordenadoras de las relaciones sociales y, en particular, laborales”.

Sacheri apunta una idea frecuentemente olvidada: “la doctrina católica sigue recomendando insistentemente la existencia de organizaciones sindicales de inspiración cristiana”.

Inteligentemente, nuestro autor observa que, además de “una misión de defensa y reivindicación a la vez que de fiscalización sobre el cumplimiento que en cada una de las empresas se da a la legislación social y a los convenios colectivos”, debe tenerse en cuenta que, dentro de un orden profesional de la economía, “esta institución sigue existiendo con su misma finalidad básica, incorporada en el seno de la respectiva profesión, junto a las agrupaciones de técnicos y de patronos. Es precisamente a este nivel que el sector asalariado está llamado a participar en una auténtica cogestión de la economía nacional, y no al nivel de cada empresa aislada”.

LOS PROBLEMAS

No obstante todo lo dicho, y con sentido realista, Sacheri también señala cuáles son los problemas del sindicalismo: la politización, la falsa representatividad, dos modalidades de mentalidad: la reivindicadora y la capitalista y la falsa solidaridad. Una obviedad: de lo que se trata es de resolver los problemas mencionados, no de destruir el sindicalismo.

Como puede apreciarse, Carlos Alberto Sacheri es de aquéllos que, con la Doctrina Social de la Iglesia, reconoce y promueve el sindicalismo. Aquí cabe recordar una verdad que se ha perdido de vista resultado de los vaivenes históricos de la economía separada de la política y, por lo tanto, de la moral. El liberalismo, paulatinamente, fue erosionando la organización corporativa que se había configurado a lo largo de los siglos medievales en el contexto de un orden social de acuerdo al derecho natural y cristiano. El liberalismo diluyó a los llamados cuerpos intermedios ubicados, orgánicamente, entre los individuos insertos en su familia y el Estado.

Un momento culminante en este proceso de desrealización de la vida social fue el fenómeno de la Revolución Francesa. Ella decapitó a los reyes y entronizó a la burguesía. ¿Qué freno poner al desenfreno del capitalismo inoculado por el liberalismo, habiendo desaparecido el corporativismo? Anclado en el derecho natural, surgió el sindicalismo moderno como respuesta parcial pero real a la falta de justicia social.

A MODO DE CONCLUSION

Puede concluirse, a partir de todo lo dicho, que la sanación, en la raíz, del desorden social económico, es la organización profesional de la economía en la cual, tanto los patrones como los trabajadores, aunados respectivamente en sus grupos naturales de asociación, bregan por el mismo bien común.

No otra cosa significa la empresa como comunidad de trabajo y como comunidad de vida. Y en la cual convergen tanto las cámaras empresariales como los sindicatos.