Arias y páginas de Tosti, Bellini, Massenet, Verdi, Cilea, Puccini, De Curtis, Cardillo, Rota, Ramírez, Giménez, Sorozábal y Lara. Con: Jonathan Tetelman, tenor y Angel Rodríguez, piano. El domingo 17 en el Teatro Colón.
El debut en nuestro medio de Jonathan Tetelman había generado una gran expectativa. Porque el tenor estadounidense (37), figura en ascenso, venía de cantar ‘Cavalleria’ en la Staatsoper de Viena, después de haber pasado por el Met, el Liceo, el Festival de Aix en Provence, así como también la Deutsche Oper de Berlín, el Maggio Musicale Fiorentino, la Semper Oper de Dresden y el Covent Garden, entre otras muchas salas. El Colón se vio por ello colmado este domingo, y lo cierto es que el recital del alumno de la Manhattan School of Music, que dio sus primeros pasos como barítono, permitió conocer a un artista de alto relieve y voz muy bella, fresca y flexible.
PAGINAS DISIMILES
En la primera jornada del denominado Ciclo Aura (MH Live/Elisa Wagner), que seguirá el 14 de septiembre (Aigul Akhmetshina) y el 20 de octubre (Elina Garança), el programa del evento que nos ocupa, demasiado heterogéneo, se desarrolló a través de dos partes bien diversas. La primera, dedicada a la ópera italiana y francesa, además de alguna canzonetta. La restante incluyó en cambio canciones románticas, fragmentos de zarzuela, piezas de la tradición popular napolitana.
Cabe señalar desde ya que nuestro visitante exhibió emisión de notable facilidad, pulcra, tersa, de notas siempre limpias, y tesitura pareja en toda la extensión. Esto, además de registro caudaloso, netamente timbrado, sin fisuras, de peso y color lírico spinto, que se difunde con amplitud (o sea, que corre bien). A lo que cabe añadir su gran comodidad para el manejo dúctil del metal y las gradaciones, lo que le permite disminuir la intensidad con remarcable calidad (‘Pourquoi me réveiller’). Y como si todo esto fuera poco, asciende al pasaje alto y al agudo con admirable naturalidad y sin esfuerzo, lo que fue generando impactos sucesivos y crecientes en una concurrencia decididamente enfervorizada.
Digamos, por otro lado, que a esta altura de su trayectoria Tetelman es un diamante en bruto que necesita ir puliendo progresivamente su fraseo, matices, inflexiones. Debe reexaminar también la colocación en el sector superior para sostener el sonido con mayor apoyo, pues un ligero entubamiento proyectado hacia los resonadores lo lleva a cierta ambigüedad en las notas descendentes, debilita el centro y es susceptible de generar alguna línea calante. Nada de esto empañó sin embargo la magnífica labor de esta nueva gran figura del canto, bienvenido en el círculo áureo de los encumbrados artistas líricos de la actualidad.
El final de Jonathan Tetelman junto al mexicano Arturo Chacón-Cruz fue apoteósico.
CIERRE EN TODA LA SALA
En esta jornada en la que el Colón con loable iniciativa consignó sobretitulados de todas las obras y sus letras, traducidas a nuestro idioma, el tenor de Nueva Jersey, hoy residente en Berlín, estuvo acompañado por Angel Rodríguez. Pianista cubano de sólido nivel y experiencia, quien aparte de su plasticidad interpretativa, se lució especialmente en la introducción de ‘E lucevan le stelle’ (lo que permitió percibir el maravilloso cromatismo de Puccini), en ‘Alfonsina y el mar’ y, asimismo, en el célebre Intermedio de ‘La boda de Luis Alonso’, que tradujo con impecable energía y deslizamientos delicados.
Entre tantas y tan variadas composiciones, por otro lado, lo más descollante que vertió Tetelman fue el Lamento de Federico, de ‘L’Arlesiana’, de Cilea, aria tan sensible y expresiva, que volcó con tiempo lento, reflexivo y comunicativos acentos.
Concluido el arco previsto, y luego de una ‘Granada’ casi recreada en conjunto, vinieron los bises. Y aquí, si se quiere, las cosas se salieron de cauce en el mejor sentido. Porque participaron todos los espectadores y hubo una gran sorpresa. En ‘O sole mio’, y como réplica del tenor norteamericano, se oyó dentro del recinto una voz potente que lo duplicaba en la oscuridad. Era Arturo Chacón-Cruz, su colega mexicano, contratado para intervenir en ‘Werther’, próximo título que el Colón pondrá en escena esta semana. Ante la estupefacción de los presentes, y vestido con obvio traje de calle, subió al tinglado y desde allí prosiguieron alternando los dos artistas en franca y divertida camaradería. Luego, ambos abordaron y bailaron ‘El día que me quieras’, tarareado por la concurrencia de pie. En ‘Nessun dorma’, la gente reemplazó al coro interno. Y en el final, un verdadero desborde: ‘Funiculí, funiculà’ fue cantado por todos, arriba y abajo del escenario.
Calificación: Excelente
FOTOS: GENTILEZA JUANJO BRUZZA