Opinión
Páginas de la historia
Benny Goodman
En junio de 1986 moría por un paro cardíaco un extraordinario clarinetista y director de orquesta norteamericano: Benny Goodman. Tenía 77 años. Hacía ya dos que usaba un marcapasos, para su gastado corazón.
Se lo consideró el mejor clarinetista de su época. Pero hay otras facetas que lo distinguen.
Entre otros fue el primero en lograr que su música –el jazz- se ejecutara en el famoso Carnegie Hall de Nueva York. Siendo un grande, naturalmente tuvo imitadores, algunos de gran nivel como el caso de Artie Shaw.
En una ocasión Benny Goodman fue a escuchar a su “competidor”, digamos así, a un concierto. A la salida del mismo, Goodman fue entrevistado por una emisora radial.
El cronista sabiendo que Artie Shaw lo imitaba, trató de dar a la nota una connotación fuerte, y le preguntó a Benny Goodman:
-“¿Que le parece la calidad interpretativa del clarinetista Artie Shaw?” y agregó el periodista: -“No lo tome a mal Sr. Goodman, pero creo que ejecuta el clarinete tan bien como lo hace Ud.”
-“No lo creo” le respondió Benny Goodman. “Para parecerse a mi… tendría que usar anteojos”.
Humor y sencillez de un grande.
Benny Goodman tocó durante medio siglo casi ininterrumpidamente. Intervino en películas, en una de ellas como protagonista absoluto. Se llamó precisamente “La historia de Benny Goodman”.
Otro gran hito en su carrera fue la grabación de música clásica con los dos intérpretes húngaros más famosos del siglo XX: el violinista Joseph Szigueti y el compositor y pianista Bela Bartok.
A este grande del jazz se lo recordará siempre. Porque el fervor que despertó no fue menor que el que los Beatles lograrían treinta años después. Además tocaba a los 70 años con la perfección con que lo había hecho a los veinte.
Tenía 52 años cuando visitó Buenos Aires: su éxito fue clamoroso. Contó en esa ocasión que sus padres, emigrantes nacidos en Rusia habían llegado de Europa a la Argentina.
Aquí residieron dos años. Después su padre decidió radicarse en Chicago, EE.UU., donde nació este genial interprete.
No podremos saber nunca cual hubiera sido su destino de haber nacido en nuestro país.
Y quiero finalizar esta nota con una referencia que lo define y que hace a su personalidad como ser humano.
Es sabido que el jazz era ejecutado por orquestas formadas solamente por músicos de color.´Como consecuencia se fueron creando como contrapartida diría, algunos conjuntos con músicos exclusivamente blancos. Y aquí el mérito de Benny Goodman. A él le dolía el prejuicio, es decir el fanatismo, el desmerecimiento de un semejante por su color, raza o religión.
En esa época, 1930, 1940 muchos blancos racistas menospreciaban el jazz sólo porque lo ejecutaban negros. Y “el prejuicioso siempre golpea, aunque el mismo está espiritualmente atado…Pero las causas injustas no tienen adeptos. Sólo tienen… fanáticos”.
Y hasta se atacaban locales donde actuaban conjuntos negros de Jazz. Es que muchos hombres necesitan la violencia para sentirse en paz.
Y aquí el mérito de Benny Goodman que era blanco. Él incorporó a su conjunto –que ya era famoso- cinco músicos negros. Y empresarios que ya lo habían contratado incluso le habían adelantado dinero, debieron aceptar a veces de mal grado a su orquesta con los músicos de color, dado que el contrato nada especificaba a ese respecto.
Poco a poco Benny Goodman fue logrando que se aceptase en casi todo los EE.UU. A su conjunto integrado con esos hombres de color. Había triunfado el humanismo sobre la imbecilidad racista.
Y un aforismo para Benny Goodman, un músico excepcional y un hombre excepcional tan frágil físicamente como noble espiritualmente de quien se cumplieron hace poco tiempo 116 de su nacimiento acaecido un 30 de abril de 1909.
U este es el aforismo que escribí hace algunos años: “La injusticia puede dar fuerzas a la fragilidad”.