Espectáculos

Bel canto en el Met neoyorquino

‘La hija del regimiento’, ‘Don Giovanni’ y ‘La sonámbula' en versiones de atrayente jerarquía.

Nueva York (especial) - Siempre con Peter Gelb como administrador general, el canadiense Yannick Nézet-Séguin en la dirección musical y ahora el ascendente milanés Daniele Rustioni en carácter de maestro principal invitado, el Met prosigue su temporada con gran afluencia de público, magníficos esponsors y funciones por lo general de atrayente jerarquía.

 

UNA FARZA DE DONIZETTI

En este contexto, se presentaron en la gran sala de la ciudad del Hudson dos obras vinculadas por un denominador común: la época de su composición (1840 y 1831) y sus modos belcantistas. ‘La Fille du Régiment’ ('La hija del regimiento'), de Donizetti, se ofreció en su formato original francés (muy interesante por sus largos diálogos hablados), en una edición que contó con una puesta decididamente magnífica perteneciente a Laurent Pelly. Realista, bien iluminada, talentosamente trabajada y aceitada teatralmente, la labor del notable dramaturgo parisién, de larga y meritoria trayectoria en los tinglados líricos y de prosa, se distinguió asimismo por su dinamismo, sus reiterados gags, siempre finos y ocurrentes, y resaltó con clase todos los divertidos aspectos bufos de esta opéra-comique.

En el podio estuvo Giacomo Sagripanti (42), excelente conductor de la nueva generación, quien concertó con esmerado estilo y seguridad, y manejó con pulcritud a la destacada orquesta de la Metropolitan Opera House.

En cuanto al cuadro de cantantes, Susan Graham (Marquesa), una leyenda, ya un tanto veterana, aportó distinción y sobrado oficio; el bajo barítono húngaro Peter Kálmán (Sulpice), muy gracioso, exhibió metal para tener en cuenta, y el tenor de Ohio Lawrence Brownlee (Tonio) hizo oír un registro con su centro de impostación y resonadores colocados muy atrás, aunque paralelamente a sus notas cerradas tuvo momentos de emisión llanamente abierta (llegó a los re de ‘Ah, mes amis’, pero de manera obviamente forzada).

La figura sobresaliente del elenco fue, desde ya, Erin Morley (45, Marie). Con caudal un tanto limitado, la soprano lírico-ligera de Utah, además de brillantes condiciones actorales, lució voz grata, depuradamente esmaltada y perfectamente homogénea. Así como también proyección siempre impecable y natural, y gran maleabilidad para la realización de todas las ornamentaciones habidas y por haber, lo que le permitió llegar a un limpio fa sobreagudo.

 

MELODISMO DE BELLINI

La endeblez argumental de ‘La Sonnambula’ ('La sonámbula'), de Bellini, no fue obstáculo para el lucimiento de dos grandes artistas. Nadine Sierra (37, Amina) acreditó metal cristalino, bien entero y neto, casi diamantino en toda su extensión, al igual que ataques netos, y se deslizó con asombrosa facilidad por escalas ascendentes y descendentes, gruppetti, staccati y esbeltas fiorituras. Fraseó además con gran categoría y riqueza de matices, y ya en el final, su traducción de ‘Ah! Non credea mirarti’ fue realmente magistral por su intensa comunicatividad y la exquisita belleza de la línea. La soprano de Florida cantó ‘Elisir d’Amore’ en el Colón en 2022, y volverá a esta sala para un recital el próximo 3 de diciembre.

El tenor vasco Xabier Anduaga (30, Elvino) mostró, por su lado, un registro lírico si se quiere potente, reforzado, remarcables fiato y legato, y estilo refinado. A lo que cabe añadir transparencia, discurso elegante, exquisitos pianísimos y medias voces, aparte de sus énfasis a veces un tanto excesivos, sobre todo en el acto inicial. El bajo ruso Alexander Vinogradov (Rodolfo) acreditó, por último, sólido timbre y material.

La régie de Rolando Villazón, en su debut en el Met en este nuevo métier, digamos que fue poco afortunada, al tiempo que el bresciano Riccardo Frizza, sin perjuicio de su prolija dirección y acabado desenvolvimiento en las melodías y conjuntos bellinianos, plasmó una entrega por momentos demasiado sonora, con algunos leves desencuentros con el palco escénico.

 

LUMINOSO MOZART

Complementariamente, en ‘Don Giovanni’, con imponente escenografía de Jan Versweyveld, Janai Brugger (Dona Elvira), Ben Bliss (Don Ottavio) y nuestra conocida Hera Hyesang Park (Zerlina) cumplieron con intachable eficiencia, mientras que Ryan Speedo Green, protagonista antimusical, expuso una voz muy metida para adentro. Lo mejor fue la luminosa interpretación mozartiana de Nézet-Séguin, plena de elocuentes acentuaciones y giros delicados en un marco de culta unidad conceptual.