Opinión
Ecos de los setenta

Así se reescribe la historia

POR MARIO CABANILLAS (*)

El miércoles 28 de mayo se cumplirán 50 años del Combate de Manchalá. Ese combate, hoy tristemente olvidado, tuvo lugar en Tucumán en 1975 cuando el ERP se había enseñoreado de una parte de esa provincia y soñaba con obtener allí reconocimiento internacional.

En ese contexto de impunidad, de tormento para la población y desestabilización para el gobierno federal legalmente constituido, un comando erpiano, que había tomado una finca en Río Colorado para hacer base, planeaba dar un golpe mortal el 29 de mayo de 1975, día del Ejército, en Famaillá, donde se había asentado el comando del Ejército que había empezado a desplegarse en esa provincia para recobrar el orden.

El 29 de mayo habría un gran acto con toda la cúpula militar que llegaría de todo el país. Un día antes, 28 de mayo, un centenar de estos terroristas salió de la finca y mientras circulaba por las inmediaciones pasó delante de una escuela rural donde había 15 soldados salteños, movilizados hasta Tucumán como parte de la Operación Independencia, que realizaban tareas de refacción y pintura.

Los erpianos abrieron fuego, hiriendo de gravedad a uno de los soldados.

Sin dejar de disparar, los agresores saltaron de sus vehículos y se desplegaron en abanico, descargando una lluvia de proyectiles.

Las balas picaban en el suelo levantando polvo; se incrustaban en las paredes de la escuela, saltando el revoque; se hundían en los troncos de los árboles donde algunos se habían refugiado o rebotaban en las rejas. Las balas silbaban junto a los oídos de los soldados. Uno de ellos lo recordó hace poco como un enjambre de abejas.

INCREIBLE VALENTIA

En un infierno como ese, desatado por estos criminales, que superaban en una proporción de 10 a 1 a los conscriptos, increíblemente quienes estaban en la escuela defendiendo una posición desesperada se negaron a rendirse con una frase altiva y desafiante que todavía resuena: “Vengan a buscarnos”.

Una respuesta que da la medida del orgullo de esos hombres, de su sentido del deber y de su amor a la patria, que sería probado a fuego durante siete largas horas de asedio.

Y, sin embargo, con el paso de los años, ya nadie parece recordar el sueño delirante del ERP, ni sus caravanas de la muerte, extorsión y emboscadas desde el monte.

Pocos saben incluso que existió este combate. Y a favor de ese olvido, un buen día, en 2013, a un concejal kirchnerista se le ocurrió pedir al Ministerio de Defensa que demoliera el monumento que en Salta honraba la bravura de esos soldados, con el argumento de que la Operación Independencia que los había movilizado hasta Tucumán y que había sido lanzada por el gobierno constitucional, había llevado adelante una guerra sucia.

El pedido de demolición prosperó, sin casi oposición. Y así un gobierno peronista (Isabel) envió a la guerra a los soldados y también un gobierno peronista (Cristina Kirchner) ordenó demoler el monumento, para que ya no quedara en pie ningún recuerdo de esa heroica resistencia. Más tarde llegaron incluso a citar a declaración a algunos de esos antiguos conscriptos como testigos. Aunque bien se sabe en nuestro país cómo empiezan las cosas y cómo pueden terminar.

La inversión completa de la historia se habría consumado si no hubiera sido porque un grupo de simples ciudadanos salteños reaccionaron indignados y exigieron frenar todo ese atropello. Por esa reacción, un nuevo monumento fue finalmente erigido en el mismo lugar que el anterior y la verdad histórica fue restablecida.

Esa reacción espontánea derivó en el nacimiento de nuestro Centro de Estudios, que por siempre estará unido al recuerdo de este combate y al esfuerzo por recuperar la verdad sobre nuestra historia. No olvidemos que es el propio olvido lo que permite el engaño, la manipulación y la inversión del pasado.

(*) Presidente del Centro de Estudios Salta.