En su ciclo denominado Efecto Mariposa, el embajador Jorge Argüello entrevistó a Hugo Gobbi, economista y doctor en Ciencias Políticas, exembajador argentino en Australia e India y actual director del Grupo de Trabajo sobre los Brics en el Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI).
-Hace un tiempo publicaste en la Universidad Nacional de La Plata un artículo titulado ‘La nueva gobernanza económica internacional’. Allí planteaban que en muy pocas décadas se confirmó la evolución del cambio histórico y cómo en la última década del siglo XX se marcaba el fin del mundo bipolar y el nacimiento de un mundo unilateral. Pero la historia no terminó. ¿Vamos a un mundo multipolar o hacia una nueva bipolaridad?
-Hay distintas maneras de mirar el proceso. Creo que vamos hacia un mundo multipolar, más que a un mundo bipolar. Porque en realidad lo que está pasando en el mundo es una vuelta a la normalidad de lo que fue el grueso de la historia universal. Hubo 200 años de fuerte transformación donde Occidente tomó una situación hegemónica en el mundo, donde inclusive se creó la idea de Occidente, que no existía en el pasado. En esos dos siglos hubo una superioridad militar, sobre todo, y tecnológica también, vinculada con una enorme inversión en recursos humanos que permitía un salto cualitativo transformador. En las últimas décadas lo que ha pasado es que ese dominio que era también colonial de Occidente se ha diluido por la incorporación de millones de personas a la educación y a la salud. Lo que estamos viviendo es una transformación muy positiva de la historia universal. Que por supuesto es visualizado ahora por algunos sectores de Occidente como un desafío. Porque claro, esos países que estaban muy rezagados, que habían sido grandes culturas en el pasado que habían marcado a la humanidad y que quedaron atrasadas, ahora están recuperando su lugar histórico.
EL NACIMIENTO
-Y en ese proceso de cambio, precisamente, aparece un acrónimo nuevo. En el año 2001 uno de los economistas principales del Banco Goldman Sachs comienza a hablar de los Bric (Brasil, Rusia, India y China). Y dice: “Esos países emergentes van a jugar un rol importante en la arena internacional”. Y efectivamente en el año 2009 nace el foro de los Brics. Hay una reunión que junta a los jefes de Estado de estos cuatro países en Rusia, en Ekaterimburgo, y lo que se produce es el nacimiento del bloque. Recién en el 2011 se incorporará Sudáfrica y pasan a llamarse Brics. En el 2024 se sumaron Egipto, Irán, Etiopía, Emiratos Arabes. Por lo tanto, el bloque se ha ido diversificando. A esto hay que sumarle que hay diez estados miembro sin voto. ¿Continuará creciendo el foro de los Brics?
-Creo que hay una dimensión que no se señala suficientemente y es que los Brics representan a grandes civilizaciones. China representa a la civilización sínica; India a la civilización hindú; Rusia al mundo ortodoxo; Irán al mundo chiita; Indonesia, que se incorporó recientemente, es el país islámico más grande del mundo; y Brasil representa a América Latina. Tenemos a Sudáfrica y Etiopía, que representan al África subsahariana; Egipto, el mayor país del mundo Árabe, el más significativo desde el punto de vista cultural. Entonces uno empieza a decir, las grandes civilizaciones ya se están incorporando al grupo Brics. Es difícil de prever que el bloque se siga incrementando en la misma manera como se hizo en estos últimos años. Creo que la dinámica de crecimiento empieza a hacerse cada vez más difícil y además hay que tener en cuenta que el bloque ha generado 180 mecanismos de cooperación. Son pocos los países que tienen capacidad de seguir lo que está ocurriendo y de negociar. Están negociando temas desde la Inteligencia Artificial hasta tecnologías en robótica. Están negociando temas culturales, cambio climático. Es muy difícil que haya actores en el mundo emergente o en desarrollo que puedan tener una participación tan activa. También es en cierta medida un grupo elitista. Aspira a representar los intereses del sur global pero también es un grupo elitista. Están las grandes civilizaciones y países que representan al mismo tiempo a grupos regionales. En Indonesia está la sede de la Asean; Brasil representa al Mercosur; Rusia y China, al grupo de Shanghai; India, el grupo del Golfo de Bengala y el océano Índico.
-Representan pedazos del mundo.
-Claro. Entonces uno se pregunta: ¿qué está faltando ahí? Uno de los argumentos que se utilizaba para el ingreso de la Argentina es que faltaba el mundo de habla hispana.
-Tengamos presente que los Brics en su conformación actual representan casi al 50% de la población actual. Son el 40% del producto bruto global. Pocos días después de asumir la presidencia, el presidente Javier Milei tomó la decisión y envió una carta a los Brics manifestando su voluntad de disociarse del proceso de incorporación al bloque, que se había puesto en marcha en 2023. ¿Cómo nos impacta eso? ¿Cometió un error Argentina?
-Creo que cometió un error de dimensiones históricas. Era una oportunidad única y además era la posibilidad de abrazar el mundo. Una tradición argentina. Cuando Estados Unidos habló de América para los americanos, la Argentina habló de América para la humanidad. Además porque el grueso del crecimiento de la economía mundial se va a dar en el mundo emergente y el mundo en desarrollo. Por las razones que citamos antes, la educación y la incorporación de millones de personas a la producción, mejoras en los sistemas de salud y otros temas. La Argentina decidió no vincularse. Los Brics tienen dos dimensiones: una es la original. El bloque se creó para que esos grandes cuatro países continentales incrementen su peso en el sistema de gobernanza internacional. Esa fue una de las dimensiones. Cómo podían mejorar su peso en la arquitectura financiera global, en el Fondo Monetario Internacional, en el Banco Mundial, en el Consejo de Seguridad de la ONU. Y cómo podían también imponer su agenda. Ese fue el inicio. Después hubo una segunda dimensión, mucho más importante: cómo desarrollar la cooperación entre los países miembros. Sobre todo la cooperación sur-sur para incrementar sus capacidades y potencialidades. La Argentina no es que no pueda desarrollar los vínculos con China, India y los países miembro de manera independiente, pero perdió la oportunidad de estar en un foro donde están todos juntos. La Argentina podría haber abrazado el crecimiento futuro de la humanidad y una dimensión multicultural. Como diplomático, el desafío de los Brics es que nunca van a ser un sistema. Representan sistemas políticos, económicos y culturales muy diversos. Ninguno de ellos va a estar alineados con otros. Nunca van a generar un sistema como sí lo hace el G-7.
SOCIOS COMERCIALES
-Una parte de la crítica de la decisión presidencial de apartar a la Argentina de los Brics está orientada al campo comercial. Yo tendería a relativizarla porque el principal socio económico de la Argentina es Brasil. El segundo es China; el tercero recién son Estados Unidos y la Unión Europea; y el quinto es la India. Me parece que el error consiste en cerrar la posibilidad de construir nuevos vínculos, de tener voz en otros foros. En el 2014 los Brics deciden crear el nuevo Banco de Desarrollo. En 2023 Dilma Rousseff asumió la presidencia y allí Lula dijo: “Todas las noches me pregunto porqué todos los países deben basar su comercio en el dólar”. Minutos después Dilma dijo que el banco estaba llamado a ser una alternativa al sistema financiero occidental. Los Brics vienen aspirando a la desdolarización de la economía. Proponen negociar entre sí con yuanes, rupias, rublos, reales y demás, no crear una moneda. La gestión del presidente Trump está alertando permanentemente para que los Brics no avancen en esa dirección. De lo contrario habría una fuerte represión arancelaria. ¿Está en marcha un proceso de desdolarización de la economía mundial?
-Creo que es incipiente. Todavía el dólar tiene un papel central. Seguirá teniéndolo en el futuro próximo. Generar una moneda común es un desafío que no aplica a países soberanistas como todos los que están en los Brics. Es entregar soberanía. Tendrían que tener un mecanismo de cooperación y no es la lógica de los Brics. Están buscando mecanismos para hacer los pagos en monedas locales. Eso tiene diversos beneficios. Primero, menores costos de transacción porque no tiene la intermediación con el dólar, y además evita estar bajo sanciones norteamericanas. Eso está debilitando la hegemonía del dólar en el sistema internacional, aunque el dólar sigue siendo determinando. Estados Unidos advierte que esto es un desafío mayor porque tiene la capacidad de emitir esa moneda y comprar activos con ella. Es una fuente de poder inmensa.
-Lo interesante de esa cumbre es que hubo diálogo en torno a la necesidad de una gobernanza global en materia de Inteligencia Artificial. Una política que está contrapuesta con Estados Unidos y es más afín con Europa. Hubo una condena a las medidas unilaterales que distorsionan el comercio internacional. Aquí los Brics parecen estar más apegados a la convención de Bretton Woods que el propio Estados Unidos, que fue el que las creó e impulsó. ¿La ausencia de Xi Jinping no dejó sabor a poco?
-El compromiso de los países miembro con el proceso es muy profundo. Xi Jinping ha estado con Lula recientemente en dos ocasiones. Envió dos figuras de muy alto nivel a la reunión: el canciller y el primer ministro. A veces dividen el mundo entre democracias y totalitarismos. En esa cumbre estaban las tres democracias más grandes del mundo: India, Indonesia y Brasil. De repente los Brics eran la expresión máxima de la democracia en el mundo. Con eso no hay nada que temer. Nunca van a exportar un modelo.