Opinión
ACTUALIDAD RELIGIOSA

Antes y después del cónclave

Al pontificado del jesuita argentino Jorge Bergoglio se agotaba en su final. Había elegido el insólito nombre de Francisco, ilusionándose con la reforma de la Iglesia, a la cual no había aspirado el Santo de Asís, cuya obra fue espiritual, incitando así a la reforma de la vida.

El Papa Francisco dio la espalda a la Tradición, la cual procede siempre conservando y actualizando su identidad. San Vicente de Lerins ya lo había enunciado en el siglo V: "in eodem scilicet dogmate, eodem sensu, eademque sententia".

TRADICION ROMANA

La Tradición romana se edificó sobre Pedro, el Pescador de Galilea, que llegó a la capital del Imperio para fundar una comunidad cristiana y brindar su testimonio martirial. A lo largo de la historia, la sucesión de Pedro constituyó el Pontificado, cuya elección conoció sistemas diversos, luces y sombras.

Con el tiempo se asentó la convicción de que la Roma de Pedro nunca falló en lo esencial de la fe cristiana. Surgieron herejías y cismas, pero jamás afectaron a la katholiké, la Iglesia universal, aunque su tamaño fluctuara en la historia, hasta llegar a ser lo que es hoy, bien que siempre misionera, con la capacidad de extenderse en el mundo hasta que el Señor retorne.

En los siglos de los Padres de la Iglesia siempre se respetó el valor de Roma, a causa de la sucesión de Pedro. Ésta fue, ante todo, la sede por excelencia, como se la llamó después, la Santa Sede. El Papa es ante todo el Obispo de Roma; su catedral es San Juan de Letrán. Surgió luego una especie de competencia con el Imperio, aunque durante los siglos medios el Papa y el Emperador fueron la cabeza de la Cristiandad.

De estos elementos surge el problema de las relaciones entre la Iglesia y el Estado, que a través de los siglos constituye aún hoy una cuestión discutible, que influye sin embargo sobre cristianos y no cristianos. Una alternativa apareció con la obra de Mahoma y su pretensión de fundar un nuevo imperio, que se afirmó luego en Turquía. Es ésta una cuestión no solo política, sino también cultural.

La elección del Sucesor de Pedro conoció sistemas diversos y vacilantes. En el siglo XI se encaramó a la sede un muchacho de 18 años, Benedicto IX, hijo de una célebre familia romana, que lo impuso con sus ejércitos; expulsado, volvió dos veces más por la fuerza de las armas. Después de otros intentos, en el siglo XIII, el Papa Gregorio X consiguió imponer el cónclave de los cardenales; éstos eran los párrocos más importantes de Roma.

Este sistema aseguró el sentido de la elección y se extendió hasta la actualidad. Así surgieron grandes pontífices, como los que se han conocido entre el Concilio Vaticano I y el Vaticano II. Algunos de ellos no han sido todavía valorados debidamente. San Pío X fue la gran excepción. Se espera aún una semejante valoración de Pío XII.

ROBERT FRANCIS PREVOST

En un cónclave más bien breve, en el cuarto escrutinio fue elegido el norteamericano Robert Francis Prevost, quien tomó el nombre de León XIV. Algunos detalles iniciales revelaron un cambio de situación: el nuevo Papa apareció vistiendo completamente los paramentos pontificios, e impartió en latín la Bendición urbi et orbi (a la ciudad de Roma y al mundo), con la indulgencia plenaria. El nombre elegido hace referencia al largo pontificado de León XIII, Gioachino Pecci (1878-1903), el autor de la célebre encíclica Rerum Novarum, inicio de la exposición moderna de la Doctrina Social de la Iglesia. Aquel Pontífice condenó por igual el socialismo y el imperialismo capitalista del dinero. Su encíclica Libertas lanzó, asimismo, la condena contra el liberalismo decimonónico.

El nuevo Papa vivirá en el Palacio Pontificio. Como sacerdote agustino fue muchos años misionero en el Perú, y allí mismo obispo de Chiclayo. Este carácter misionero hace pensar en la misión esencial de la Iglesia, que sigue el mandato de Jesús a los Apóstoles: "vayan y hagan que todos los pueblos sean discípulos míos".

Los comentarios periodísticos han ignorado esta cuestión esencial; se han centrado en cuestiones seculares de actualidad. Sin duda, el Pontífice deberá abordar la problemática política y social, pero ha sido elegido ante todo para continuar la Tradición que viene de los Apóstoles, y le espera la difícil tarea de sanar la grieta abierta por el progresismo. Con el tiempo se verá con mayor claridad el rumbo del pontificado de León XIV.