Opinión
La mirada global

Alarma por el terrorismo de los lobos solitarios

El terrorismo está experimentando un proceso de mutación en el que los ataques físicos complejos ceden lugar a acciones individuales, espontáneas y de difícil detección previa.

En Argentina, se registró un incremento notable de expresiones de odio en redes sociales, en paralelo con una caída de los episodios presenciales. Sin embargo, el nuevo patrón de violencia, más ligado al modelo de lobos solitarios, podría convertir cualquier evento masivo en potencial objetivo de agresión.

Las plataformas digitales como X, Instagram y TikTok amplifican mensajes conspirativos que fusionan -por ejemplo- antisionismo con narrativas de víctimas tergiversadas, instalando discursos de guerra religiosa o étnica.

El deterioro de las barreras simbólicas que separan el activismo digital de la acción directa abre el riesgo de atentados improvisados, con métodos simples como atropellamientos vehiculares o cuchillazos en lugares de reunión masiva.

El llamado a la acción ya no requiere una estructura vertical ni órdenes externas. Es suficiente la percepción de una causa superior y un enemigo visible.

La amenaza de bomba en la Quinta de Olivos -aunque descartada como real- es un ejemplo esta clase de personalidades dispuestas a exponerse.
La semana pasada, la DAIA publicó en su sitio oficial el informe anual sobre antisemitismo correspondiente al año 2024. El documento detalla un total de 687 denuncias, consolidando así el segundo valor más alto registrado en la última década.

Más del 65 % de los casos tuvieron lugar en plataformas digitales, especialmente X, Facebook e Instagram. Soflamas a favor de Hezbollah y consignas de apoyo a la resistencia armada palestina fueron toleradas por autoridades locales sin sanciones, marcando un giro preocupante en los marcos de convivencia cívica.

La difusión de estos actos suele ir acompañada por campañas digitales de origen externo, muchas veces replicadas por cuentas vinculadas a redes iraníes o plataformas de influencia rusas, que ofrecen un marco discursivo legitimador para la violencia simbólica.

La Argentina, si bien mantiene una política activa de alineamiento con las democracias occidentales y ha reforzado su vínculo institucional con Israel, no está exenta del clima regional. La progresiva sofisticación de los discursos antisemitas, que ahora se presentan bajo ropajes ideológicos o humanitarios, complejiza la respuesta social y legal. A esto se suma la amenaza creciente de que ese mismo discurso se traduzca en acciones físicas, de forma espontánea o estimulada por entornos radicalizados.

Las consecuencias del conflicto en Medio Oriente, combinadas con una estructura digital con capacidad de reclutar y adoctrinar a distancia, habilitan la posibilidad de ataques de baja escala pero alto impacto simbólico.

OJO CON ROBLOX

Un dato a tener en cuenta. Ojo con Roblox: gamificación del odio y captación temprana. Estudios recientes revelan la existencia de salas privadas en Roblox donde se combinan estéticas infantiles, referencias antisionistas y simulaciones de sabotajes cibernéticos.

Con un 42 % de usuarios menores de 15 años, la plataforma se convierte en un espacio de riesgo para el adoctrinamiento temprano, amparado en el anonimato y la apariencia lúdica.

La dinámica de pertenencia, típica del gaming, genera adhesión emocional y facilita procesos de radicalización que pueden derivar en acciones físicas o en ataques virtuales coordinados. Se detectaron casos en que los propios jugadores financiaban, mediante microtransacciones, campañas de desinformación o ataques DDoS contra sitios oficiales.

El pasado fin de semana, el FBI detuvo a James Wesley Burgerm acusado de planear un ataque terrorista de inspiración yihadista utilizando la plataforma de videojuegos Roblox como medio de comunicación.

Burger fue imputado formalmente por realizar amenazas interestatales conforme al Código Penal Federal de EE.UU. Según la denuncia criminal, utilizó canales del juego para difundir amenazas violentas y coordinar posibles acciones. La investigación se enmarca en el monitoreo de plataformas digitales utilizadas para fines extremistas.